En la actualidad, tenemos un problema que, a mí, me parece grave y no es más que la incultura que observo en gran número de jóvenes pese a tener el mundo a sus pies con ese invento llamado internet, que ha puesto el conocimiento universal, al alcance de la mano. En este caso del teléfono móvil.
Hace unas semanas, presencié una disputa entre varias alumnas de bachillerato ( pasaba casi a diario por la puerta de un Instituto ) porque una de ellas había preguntado a su profesor qué significaba segoviana y no supo localizar en el mapa a la provincia de Segovia.
Este desconocimiento, pone de manifiesto que el problema de base está compartido entre las aulas y el entorno familiar. Se ha dejado de incentivar lo que siempre se ha llamado cultura general y los datos que no tienen una utilidad inmediata son despreciados. ¿ Se puede vivir sin saber donde esta Segovia ?. Evidentemente sí pero la persona muestra asi que cada vez es más simple. Por otro lado, la Historia sin la Geografía, no tiene sentido.

Soy de la opinión de que es importante que se sepa Historia, fundamentalmente como medio de conocerse uno a sí mismo. Analizar lo que generaciones anteriores experimentaron, nos ayudará a comprender lo que ahora nos está sucediendo y asimilar también nuestras sensaciones dentro de la experiencia humana muy por encima del tiempo en que vivimos. Saber Historia no es repetir datos o números sino relacionar entre si los hechos y compararlos con los actuales.
También debemos de reconocer que el conocimiento nos aporta riqueza. Nos invitará a leer, a interpretar, a admirar un monumento, a pasear por un pueblo y evocar lo que allí pudo suceder. Y. por supuesto, para tener un criterio propio ante las tergiversaciones que nos puedan llegar sobre hechos pasados.
Hasta el año 2.023 se estará celebrando el 500 aniversario de la Primera Vuelta al Mundo de Magallanes y Elcano y los pocos actos programados desde 2.019, están pasando desapercibidos para el gran público. Se trata de un hito histórico que para una joven que no sabe donde está Segovia poco le importa. Esto ocurre porque creo que, si un acontecimiento como este no se conmemora adecuadamente, es porque a ojos de ellas estamos recordando una historia rancia.
Las conmemoraciones, son información como lo es cualquier monumento. Ignorar una efeméride o derribar una estatua es destruir conocimiento y en el fondo, es un atentado contra el sentido común y las generaciones venideras.

Si recordamos la peste negra, nos sorprende los parecidos en muchos aspectos, con el actual coronavirus chino. Si analizamos los hechos, la respuesta humana es la misma. Hoy tenemos mucha más información científica pero la sensación de lo efímero que puede ser todo y como hemos asumido nuestra debilidad, nos iguala a aquellas gentes. Así la Historia nos introduce en el proceso humano.
Desgraciadamente, es muy común la imagen distorsionada que, desde sectores que se autodefinen progresistas, se tiene de la Iglesia. Y ocurre igual con el Tribunal de la Inquisición. Trasladar aquellos hechos a nuestros dias, no tiene ningún sentido. En la Edad Media española, sumergida en ocho siglos de Reconquista, la espiritualidad y la religión eran el verdadero flotador de las personas.
Se puede admitir que la Inquisición era un medio para forzar y vigilar un pensamiento único pero que tuvo un desarrollo mucho más extremo en otros países. Por eso digo que, manejar los hechos históricos, interpretarlos a conveniencia o querer modificar la Historia mediante leyes es -en el fondo- una Nueva Inquisición.
Con la Leyenda Negra ocurre igual. Cada 12 de Octubre, Día de la Hispanidad, se acusa a los conquistadores españoles de haber sido muy crueles y genocidas en la Conquista de América. por toda la cochambre que forma nuestra ultraizquierda que mira la historia con ojos actuales. Antes de pronunciarse uno con alguna expresiones tan contundentes, es imprescindible conocer y analizar los hechos.

Creo firmemente que todas esas barbaridades se combaten con conocimiento y formación. Y en esa tarea, es fundamental lo que algunos historiadores llaman » ponerse las gafas de la época «, para comprender lo ocurrido desde las circunstancias de cuando pasaron y no con los criterios del siglo XXI. Yo disfruto con las gestas y hazañas de nuestros antepasados y me sonrojo con los enormes errores cometidos, vistos desde la distancia temporal,
En cuanto al papel de la Hispanidad en la historia mundial, no hay ninguna duda de su trascendencia a todos los niveles. El avance de la Humanidad de la mano de España, desde el siglo XV hasta el XVIII, es imborrable y es absurdo ponerlo en duda.
Sobre el debate de la Memoria Histórica, ningún Gobierno y ningún juez pueden ajustar cuentas con el pasado y reescribir la Historia. Eso hay que dejarlo para los historiadores. Creo que nuestra historiografía es muy buena y tenemos excelentes historiadores que han hecho el balance de lo que fue la Guerra Civil y el Franquismo. Lo peor de todo es la constante necesidad de los españoles de pedir perdón ante su Historia, es como si fuera una especie de fatalismo.
Como decía María Zambrano: España es un país que no acepta su propia Historia y la entiende muchas veces como sombra, como culpa. Los españoles debemos de hacer un verdadero examen de conciencia de lo mal que estamos tratando nuestra Historia, en el presente.

La Historia ha estado siempre al servicio del Poder, de su legitimación ; y por eso tiene muy buenas relaciones con él. La Historia que el Poder crea, la oficial, no sirve para conocer bien el pasado de un gran país como España. La sustitución de la Ley de Memoria Histórica de José Luis Rodriguez Zapatero por la Ley de Memoria Democrática de Pedro Sánchez, sigue sin tener ningún sentido histórico -ambas- y si mucho de conveniencia política y eso para los historiadores es una auténtica barbaridad. Lo reconocen hasta muchos de ellos que se mueven en el ámbito político socialista.
El propio término de Memoria Histórica o Democrática es antagónico, porque la memoria está relacionada con los sentimientos y la subjetividad. En cambio, la Historia nos lleva a la ciencia y al deseo de objetividad. Y si se apela a la memoria histórica o democrática, como la memoria de una determinada generación, eso tiene mucho de lavado de cerebro.
Las personas, tenemos la memoria que pueden precipitar nuestros recuerdos personales o familiares y no podemos aceptar como memoria histórica lo que el Gobierno nos dice que tenemos que recordar. Eso lo han empleado mucho los regímenes totalitarios.
En la Transición Política Española, se llegó al acuerdo de que nunca la Historia nos volviera a enfrentar, que el pasado no pudiera perjudicar la vida política como lo está haciendo ahora. Hay que dejar la Guerra Civil y el Franquismo a los historiadores y no tiene que ser objeto de pelea de fosas, ni de guerra de esquelas.

La Guerra Civil y el Franquismo son Historia y así se entendió durante la Transición y el Gobierno socialista, en 1986, cuando celebró la conmemoración del 50 Aniversario de la contienda bélica; con un texto evacuado del Consejo de Ministros y se manifestó en contra de la devolución de papeles del Archivo de Salamanca.