Desde hace tiempo y por muchas circunstancias, me pregunto de vez en cuando para qué sirve leer, por qué ese empeño en recomendar que la gente lea libros, si los libros pueden complicarte la vida y la población en general no quiere enredos de ninguna clase. También me cuestiono cuando se aconseja al personal que lea libros o qué libros debe de conocer además de los folletos de las indicaciones de los medicamentos o las instrucciones del coche que ya no vienen en un folleto sino en un tocho infumable.
Estoy seguro que cuando cambiamos de automóvil, no hemos utilizado muchas de las múltiples aplicaciones que contiene y lo peor es que el vehículo nuevo trae más servicios todavía. Aunque reconozco que esos manuales les encantan a otras personas que se los empapan. Al último vendedor del concesionario que me atendió, le dije que si me podía quitar alguna de esas pamplinas y me dejara el coche más barato y me respondió que le pedía una cosa imposible, que los coches venían así de fábrica. Le pregunté la causa y de inmediato me respondió: porque le gusta a la gente.
Trasladada esa afirmación que es la realidad a mi argumentación, me sigo diciendo para qué insistir en que se lean libros. Es asunto de unos pocos y leer no solo libros sino buenos libros, de menos gente todavía. ¿ Y cuáles son los buenos libros ?. Los de auto-ayuda positivista desde luego que no y las novelas de lo políticamente correcto, tampoco. Todo autor que se preocupe un poco de lo que sucede a diario en su sociedad, está obligado a salirse de la corriente y a estudiar a fondo la historia de su especie. Yo diría que esos son los buenos libros. La historia de todo: del pensamiento, social, político, económico, el desarrollo de la filosofía, de la ciencia, de la comunicación… Lo demás es para los ratos tontos o de cansancio, algo con lo que variar tanta seriedad y profundidad.

Si se miran las tendencias de la lectura se comprueba que nada de lo que acabo de mencionar se adapta al mercado actual. Lo que hoy parece que está pidiendo la sociedad es : nuevas tecnologías, idiomas, relaciones públicas, ventas de todo tipo, especialmente de sistemas digitales; saber un poco de todo que es como no saber nada; tener buena presencia, buen vocabulario para las reuniones y tertulias; ir al gimnasio, consumir productos pretendidamente saludables; sentir múltiples emociones; usar mucho el corazón y poco la razón; repetir hasta la extenuación lo que deseen que pienses y moverse mucho por internet y sus múltiples aplicaciones de todo tipo. Y como para esto no es necesario leer nada interesante, con sentarse ante las redes sociales tiene uno bastante.
Así que la deducción más simple que se extrae tras comprobar cómo van las cosas es que no es bueno leer. Hay un ejemplo muy gráfico en la película llamada El hombre bicentenario que protagonizó el ya fallecido Robín Williams, en la que un robot con aspecto humano, tiene tal capacidad de memoria para leer libros que le pide a su propietario que le deje hojear la biblioteca que tenía en su domicilio. En un abrir y cerrar de ojos, la máquina adquiere y asimila toda la lectura, especialmente la de tipo histórico. Entonces, le surge algo que deberían de buscar todos los Planes de Estudios en la educación: mente crítica. El artefacto descubre lo que es la libertad y se la pide a su dueño, la obtiene pero lo echa de la casa donde lo tenía acogido y se queda solo. Ese es el precio que normalmente se paga por leer, por adquirir un conocimiento crítico y por aspirar a ser libre. Lo contrario que la mayoría de la población, que no quiere eso, que lo que desea es el anonimato, no llamar la atención para intentar pasar desapercibido y buscar la seguridad que da el pertenecer al rebaño. ¿ Entonces para qué sirve esa obsesión por promover la lectura ?
Con arreglo a los datos que facilita el Ministerio de Cultura, los índices de lectura españoles aumentaron 5,7 puntos en los últimos diez años, con una especial incidencia entre los adolescentes. También, que sigue habiendo un importante porcentaje de españoles, un 32,5%, que no leen nunca o casi nunca, aunque tenemos que felicitarnos porque ese porcentaje se ha reducido en los últimos años.

Otra cifra importante es que durante el año pasado, en 2.022, se editaron unos 92.000 libros, procedentes de unas 1.300 editoriales. Se tratan de buenos números debido al confinamiento pandémico chino habido de por medio y que muchos de ellos son de evasión o entretenimiento. También los había de terror, el miedo social, la familia y los desastres naturales o accidentales. Luego lo que se puede concluir es que no se puede medir la cultura de un país por la lectura sino por el contenido de la misma. De todos es sabido que los buenos contenidos son un asunto de una minoría exigua.
Tendemos a pensar que alguien que lee está más armado contra la manipulación, contra la mentira y los desastres del mundo. También que alguien que lee nunca está solo. Sin embargo, hay que decir que existen grandes lectores e incluso intelectuales que han hecho aberraciones. Leer es algo hermoso, positivo, pero también es cierto que a través de ella se han cometido graves errores. Hay intelectuales que han apoyado regímenes totalitarios terribles, que han dicho verdaderas perdiciones, que han tenido equivocaciones fundamentales y nadie les pasa factura.
Si hablamos por ejemplo del postmarxismo, nadie les ha pedido cuentas de las barbaridades que dijeron porque se han demostrado equivocadas y en lugar de pedir perdón de rodillas, todavía los tienen como grandes gurús de la política, El señor Noam Chomsky no se ha retractado de las muchas imbecilidades que dijo. Francis Fukuyama por lo menos dijo: Me equivoqué. Hay mucha gente que todavía sigue apoyando la tesis del socialismo del siglo XXI que no ha traido más que ruina y miseria en los países que se ha llevado a cabo o se trata de imponer.

Ahora que la América Hispana está atravesando un período muy difícil donde a la habitual y permanente crisis económica hay que añadirle también la política, con un nacionalismo de izquierdas donde antiguos guerrilleros marxistas-leninistas han logrado la Presidencia de los Gobiernos a través de un populismo extremo. Estos movimientos sociales, todos ellos cómplices y aliados de la dictaduras cubana y chavista, están siendo alentados por intelectuales cómodamente asentados en Europa. Son revolucionarios de salón sin abandonar sus rincones de lectura de Londres o París. Piensan que como sus países originarios son unos analfabetos subdesarrollados que no están para una democracia…y necesitan de su orientación y tutela.
Creo que se debe de insistir en que la lectura es algo muy útil y no una cursilada hueca. Que sin la cultura la vida dejaría de tener sentido. Leer periódicos, libros, ir a los museos, ver arte, es como debe desarrollarse una vida libre y normal. La cultura nos salva de la mediocridad a la que tendemos como seres humanos porque somos muy grises y la cultura brilla y le da color a la vida.