Parece que el Gobierno socialcomunista que disfrutamos, ese del no dejar nadie atrás, se ha olvidado de la importancia de los clásicos en cualquier sistema educativo o lo que es peor, que conociéndola, tiene interés en ocultarla y hurtársela así a nuestros jóvenes. Me estoy refiriendo a los estudios de la Historia, Filosofía, Filología y tantos otros relacionados con lo que conocemos como Humanidades. Es decir, convertirse en buenas personas, en el sentido más ético y comprometido del término.
Se equivocan bastante si piensan que la enseñanza de aquellos autores no sirve para nada en este mundo tan difícil que nos ha tocado vivir. Todo lo contrario, es ahora cuando más los necesitamos porque los alumnos tienen que conocer la vigencia del legado de las sociedades antiguas que constituye la base de nuestra propia identidad cultural occidental y también hispánica.
En el último trimestre del pasado año de 2.021, se pudo conocer, a través del portal del Sistema Educativo Español del Ministerio de Educación y Formación Profesional, los detalles del insignificante papel que las Humanidades iban a tener en los presentes cursos ya iniciados de la Enseñanza Secundaria Obligatoria ( ESO ) y de Bachillerato en la nueva Ley de Educación ( LOMLOE ).
Y la sensación de importantes colectivos de profesores de Filosofía y Estudios Clásicos es que se va a cometer un auténtico atropello ya que desaparece la Filosofía de la ESO y el conocimiento del Latín y el Griego queda reducido a una expresión mínima en el Bachillerato donde además se pierde cualquier acontecimiento anterior a la expulsión de España de los invasores franceses en 1.813.

Siempre he acariciado la idea de que las Humanidades nos conferían refinamiento y bondad, haciendo a las personas mejores gentes. Sin embargo, el mismo Gobierno que acusa de crispar sin miramientos, a quienes les recuerdan sus muchos errores, renuncia a las Humanidades y no las contempla ni para mejorar nuestra deteriorada sociedad; privando a nuestros estudiantes preuniversitarios de conocer alguna de las más sublimes creaciones del hombre y unos de los más singulares episodios de nuestra Historia.
Ese ostracismo al que se destinan las Humanidades en la nueva Ley, resulta especialmente doloroso en el caso de la asignatura de Historia de España, de 2º curso de Bachillerato, donde han desaparecido, en bloques, desde los comienzos de nuestra Historia con los primeros humanos, a la monarquía visigoda; la conquista musulmana de la península y así hasta las vísperas de la Revolución Francesa entrando así, directamente, en la Edad Contemporánea.
La atención a las culturas y civilizaciones que se han desarrollado a lo largo de la Historia Antigua, Medieval y Moderna -la cita es de la nueva Ley- se reserva, solo en algunos contenidos mínimos para 1º y 2º de la ESO, cuando los alumnos no están todavía preparados ( tienen 12 o 13 años ) para valorar el legado de esos períodos históricos. Pero el maltrato a esos momentos esenciales para entender la Historia de España resulta hasta cínico, si se hace una lectura detenida de los objetivos que persigue esa asignatura en la nueva Ley para que los alumnos lleguen a reconocer el valor geopolítico de la Península Ibérica, identificando el rico legado histórico y cultural generado a raíz de su conexión con procesos históricos relevantes.

Si esa es la finalidad de una materia que desde el punto de vista temático solo cubre desde 1.813 hasta la España reciente, nuestro Gobierno de coalición con extremistas y antisistemas, está negando entidad de antecedente histórico y cultural del mundo contemporáneo a los tiempos antiguos o medievales; está afirmando que el patrimonio arqueológico milenario que atesora nuestro país, tampoco forma parte de ese legado y expresión de la memoria colectiva; que sorprendentemente, está aseverando también que la crítica de fuentes y la conciencia histórica, nada tiene que ver con quienes fundaron la Historia, como conocimiento y reflexión del pasado, dotándola de método.
De igual modo parece que, ni fenicios, ni cartagineses, ni griegos, ni como los romanos hicieron de Hispania un ejemplo para todas las provincias del Imperio; percibiendo el valor geoestratégico de la Península o que la romanización no es un proceso histórico relevante, cuando fue el primer gran ejemplo de globalización cultural que conoció el Mediterráneo y también nuestro suelo patrio.
Creo además que los teóricos de esta Ley desconocen que muchos de los movimientos nacionalistas de corte esencialista que hoy tanto nos preocupan, arrancaron de una tergiversada utilización de las identidades que Roma fomentó en sus siglos de presencia en nuestra piel de toro. Identidades que la nueva Ley no considera de interés suficiente para que los estudiantes se formen ese juicio crítico que aseguran querer fomentar. Mal camino es olvidar nuestras raíces y llevar esta incomprensible politica de la cancelación, a un espacio que debería de ser sagrado para el futuro de nuestra nación, como son las aulas de nuestros colegios e institutos.

El Ministerio de Educación, difundió los borradores del cuadro normativo de la Ley para fomentar el debate público que dado lo que nos jugamos se ha quedado en solo una discusión para la galería. El Gobierno de la superioridad moral que preside Pedro Sánchez, será el responsable de tirar a la basura del olvido, no solo disciplinas que desde hace más de 25 siglos han permitido a las sociedades del pasado rehacerse, cultural e ideológicamente; sino también de suprimir algunos de los episodios más dignos de nuestra Historia, en aras de la defensa de una memoria colectiva y democrática que, paradójicamente, destierra a aquellas culturas que están en el origen mismo de la creación de valores que han marcado y seguirán haciéndolo -mal que les pese a algunos- nuestra propia identidad cultural.