Cuando a pesar de todos los inconvenientes, de la cantidad de obstáculos que hay que vencer para conocer la realidad de las cosas en una democracia avanzada como la nuestra, donde deberían de primar la información veraz y la trasparencia de las instituciones, te das cuenta de que determinados datos te indican que este Gobierno socialcomunista que presume de progresista y de favorecedor del Estado de Bienestar, es un campeón de la propaganda y que lo de verdad quiere es permanecer en el poder, al precio que sea, te llevas una decepción enorme.
Pongamos la atención en la gestión de la pandemia china que nos está asolando, donde la característica común ha sido el abuso de la mentira general y las restricciones a la libertad de expresión desde el Poder Ejecutivo. Desde las primeras semanas del Estado de Alarma -hace ahora un año- se pudo detectar una batalla por el relato de los hechos ya que se descubrió que se estaba dando una información que no se ajustaba a la realidad porque había mucha propaganda y poca referencia. Pocos datos y muchas opiniones.
Vivimos una etapa inicial donde se anuló uno de los pilares de cualquier país que se rija por una democracia como es el sistema de contrapoderes, donde el Gobierno de la Nación se dotó de una autoridad extraordinaria, anulando a las Cortes Generales a las que, prácticamente, cerró. La oposición política fue apartada y pese a hablarse mucho de diálogo lo que de verdad se referían era a imposiciones, a acuerdos cerrados. Era un estás conmigo o estás contra mí.

Y si mencionamos al Poder Judicial, se le ha orillado hasta extremos nunca vistos por estos lares. La Fiscalía General del Estado -a ver, recuerdan aquello de ¿ de quién depende la Fiscalía… del Gobierno, no… pues eso ?- ha torpedeado todas las investigaciones de las decenas de denuncias y querellas presentadas contra el Gobierno ante el Tribunal Supremo sobre la gestión de la epidemia proveniente de China.
Si buscamos referentes en nuestros socios europeos, en Italia ( donde fue llamado a declarar el Primer Ministro que es el equivalente a nuestro Presidente del Gobierno ), en Francia ( donde se registró la casa del Ministro de Sanidad ), en España, hasta la Asociación de Fiscales ha dicho que, la Justicia vive la mayor etapa de descrédito de los últimos 40 años. La pretendida ( para ser manejable y politizada) reforma del Consejo General del Poder Judicial ( CGPJ ), ha recibido ya un aviso con su correspondiente tirón de orejas de la Unión Europea ( UE ).
Y la prensa… ¿ qué ha pasado con el conocido como Cuarto Poder ?. Pues parece que en España se intentó una especie de censura previa. Las preguntas al Gobierno en sus ruedas de prensa posteriores a los Consejos de Ministros, eran filtradas previamente con la excusa de que no se podía estar -por el virus- en la Sala de Prensa del Palacio de la Moncloa.
Y como no se presentó mucha resistencia, hubo un momento en el que se dió un paso más lejos y no se permitió preguntar al Presidente Sánchez. Como la maniobra limitativa era ya tan evidente, provocó -en un gesto inédito en nuestro país- que el mundo del periodismo -de todos los colores, incluidos los afines- firmaran un Manifiesto por la Libertad de Preguntar, exigiendo que se les dejara hacer su trabajo o dejarían de atender las convocatorias y no reseñarían más los acuerdos adoptados en esas reuniones ministeriales.

Desde el inicio de la pandemia china, han sido numerosas las veces que se ha mentido desde los organismos públicos. Durante este tiempo que ya sobrepasa un año, el embuste se ha institucionalizado y se ha convertido en algo ordinario, habitual, haciendo que la verdad escasee y cotice al alza. Olvidando que una democracia que pivota en el engaño, no tiene futuro.
A mí, me llamó mucho la atención aquella encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas ( CIS ), en la que ya famoso Tezanos ( director del organismo público que llegó a simultanear ese puesto con el de Secretario de Estudios y Programas de la Comisión Ejecutiva Federal del Partido Socialista Obrero Español ( PSOE ), se atrevió a preguntar a los ciudadanos si preferían solo información oficial, cuando -como todo el mundo sabe- nuestra Constitución recoge el derecho a la información y a la libertad de expresión. Y esa información no es cualquiera, sino que se refiere a una que sea objetiva, veraz y plural. Queriendo equiparar la desinformación ( información errónea que se da de manera intencionada) con lo que es información ( noticia o dato sobre la realidad de los hechos ).
Se están cuestionando -desde el propio Gobierno- informaciones ciertas que no van en la línea de sus intereses e incluso fabricando sus propios bulos o noticias falsas. Estamos viendo la gestión de esta crisis sanitaria basada en la protección de la imagen del Presidente del Gobierno como parte de una estrategia bien diseñada. Las explicaciones gubernamentales han girado en torno al símil futbolístico de balones fuera, con frases tan manidas como : seguimos las recomendaciones de los expertos; estamos ante una crisis global; apelamos a la responsabilidad de los ciudadanos; Europa no nos ayuda; será culpa de la oposición si no nos ayuda…..etc.etc.etc. Como se ve claramente, la pelota de la epidemia se pone fuera del tejado de La Moncloa.
Esta política informativa es muy fácil atacarla cuando se dispone de los datos que están al alcance de cualquiera. ¡ Y cuáles son los datos ?. Veamos: somos el país con el mayor número de muertos por millón de habitantes; sigue siendo dramático que a estas alturas de la crisis no sepamos el número real de fallecidos; se ha cambiado la contabilidad de los difuntos hasta en siete ocasiones; tenemos el mayor número de sanitarios contagiados del mundo civilizado, a los que la prensa internacional ha calificado como verdaderos suicidas -el término empleado por ellos ha sido el de kamikazes- al saber en las condiciones en las que estaban trabajando, denunciando a España como el país que peor estaba gestionando el riesgo del coronavirus chino. La comunidad científica internacional ha hecho un llamamiento -sin éxito, claro- para que se constituya una comisión independiente que valore la gestión sanitaria que se está haciendo y no puedo dejar de mencionar a la ya famosa Comisión de Expertos… Fantasmas a cuyos integrantes no había manera de conocer…

Los ciudadanos, tenemos un compromiso con nuestro sistema político y debemos de luchar por la libertad. La epidemia china ha puesto de relieve que la democracia no se defiende sola y debemos de combatir por lo que creemos y por esos derechos que consagra nuestro texto constitucional que ha costado tanto conseguir. La libertad es el mayor tesoro que tenemos y merece la pena pelear por ella. A nuestros gobernantes, les tenemos que recordar que han sido elegidos por nosotros para resolver los problemas que tenemos y no para hacer lo que ellos quieran.
Es verdad que Europa ha hecho un llamamiento a todos sus socios para que se luche contra la desinformación pero lo que se ha bautizado como Ministerio de La Verdad es, en realidad, un intento de poner trabas para que fluya la información. Tiene pinta de que no va en la dirección que la Unión Europea ( UE ) ha señalado sino que parece que va hacia unos objetivos inconfesables… que están provocando mucha inquietud. Todo el mundo se ha escandalizado con este llamado Ministerio de La Verdad porque van a poner a España en una situación muy complicada si no impera la sensatez.
Creo que vivimos tiempos en los que todo se ha polarizado y eso es un problema serio. Esta crisis debería de servir para que todos tomemos distancia -periodistas incluidos- con el poder político para que se vuelva a la esencia de lo que es información, eliminando ese periodismo de trincheras en el que se ha silenciado o no se ha denunciado lo que está haciendo el Gobierno con todos nosotros. No se puede aplicar una doble vara de medir en función de quien dirija los destinos de un país.