La violencia pública en Cataluña ya ha tomado los signos distintivos de la lucha callejera proetarra, incluyendo el reparto de papeles entre los grupos violentos y los partidos nacionalistas.
En el Parlamento de Cataluña no se ha debatido nunca los actos de fuerza callejera de los denominados Comités de Defensa de la República, más conocidos por sus siglas CDRs. Se trata de actos violentos explícitos, públicos y planificados, tales como agresiones a la Policía ( bien sea Autonómica o Estatal ); cortes de circulación en las carreteras; bloqueo de las estaciones de ferrocarril ( para interrumpir el AVE ) de las cuatro capitales catalanas; pintadas amenazantes en comercios y sedes de partidos políticos; amenazas al juez Llarena y a toda su familia…
Actos de imposición que se llevan perpetrando años y que no se puede considerar como reacción a los encarcelamientos de los golpistas, sino la expresión de una campaña organizada desde mucho antes porque la violencia está en la esencia de todo el procedimiento separatista catalán.
Están acreditados centenares de actos violentos en los informes policiales, causas judiciales y en las respuestas parlamentarias; así como en los correspondientes reportajes televisivos ( informativos ) en las fechas más señaladas y en las que ha sido testigo toda España. Todos hemos visto la deriva que ha tomado el separatismo catalán hacia el constante uso de la fuerza y de la imposición.
Todo lo que ha ocurrido hasta ahora y lo que nos queda por venir en el futuro, no es más que el retrato fiel de un planificado reparto de funciones entre los grupos extremistas ( CDR, CUP y ARRAN ) y los partidos catalanes dirigentes del golpismo ( Ezquerra Republicana Catalana -ERC- ; y Juntos por Cataluña – JxCAT ). La negativa de ambos partidos a condenar la violencia practicada equivale a justificarla y hasta el Presidente del Gobierno Autonómico, la ha alentado con su frase de : ! apretad !.
Los grupos radicales ven así alimentada su predisposición a la algarada y la agresión, por el silencio cómplice de unos partidos políticos que hacen alarde de democráticos. Este doble lenguaje de los independentistas, ha logrado contagiar a todas las instituciones de la administración pública catalana hasta el extremo que han llegado a preguntarse por qué estaban en prisión los dirigentes nacionalistas cuando ni siquiera habían dado una bofetada. Organizándose, en el reparto de funciones ya mencionado, donde unos dan los palos y otros lo justifican con una sonrisa.
La situación se llevó hasta tal extremo de confrontación que podía haber llegado a una posición de conflicto civil en las calles que -milagrosamente- no ocurrió. Esto que ahora puede parecer exagerado, ha habido momentos en que fue perfectamente factible porque en algunos núcleos separatistas había personas que consideraban que, la única manera de conseguir llegar a la independencia era a través de la violencia aunque costase vidas humanas. Deseo que, aún hoy, persiste.
La Operación Diálogo que inició el Partido Popular (PP), ha sido sustituida ahora por una Mesa de Diálogo con el Gobierno social-comunista actual que no es más que un engaño, un planteamiento falaz. Con el independentismo no hay nada que dialogar porque está igual que al principio y ese es un camino que ya se ha recorrido y sabemos como acaba.
Aunque ahora no terminará igual porque no va a evolucionar de la misma manera. Los grupos independentistas no parece que vayan a retroceder, ni a modificar sus objetivos. Tampoco se arrepienten de lo que hicieron y lo volverán a intentar aunque de manera diferente porque han aprendido la lección y no querrán cometer los mismos errores.
Han visto el camino que no pueden recorrer y abrirán otros, aprovechando la debilidad del Gobierno actual. Necesitan tiempo para reorganizarse y refinanciarse antes de intentarlo de nuevo, de manera más imaginativa y eficaz.
Antesdeayer, viernes 11 de septiembre, se celebró la Diada ( fiesta nacional separatista en la que se celebra la derrota sufrida en 1.714 con motivo de la Guerra de Secesión y que supuso la rendición de Barcelona y la pérdida de las instituciones catalanas ) donde el nacionalismo regional se mostró en todo su esplendor en un día de fuego y vandalismo. Como se pudo comprobar a través del despliegue mediático, la ola de fervor patriótico se ha desinflado desde el otoño del 2.017 cuando el independentismo fracasó en la voladura del orden constitucional establecido.
ARRAN ( organización juvenil de la CUP ) no iba a dejar pasar la ocasión y fiel a sus tradiciones -incluso en tiempos de pandemia- celebró la Diada de la única manera que sabe hacerlo: prendiendo fuego a retratos de la Familia Real española al completo, Princesas Leonor y Sofía incluidas; al final de una manifestación por las calles más céntricas de Barcelona que no se tomaron la molestia de comunicar previamente -como exige la ley- y con los gritos de LO VOLVEREMOS A HACER. Antes de esto y a primera hora de la mañana, se produjeron diversos actos vandálicos que afectaron a varios tramos de la red ferroviaria del tren AVE con Francia, quemando neumáticos en las vías
La versión ofrecida por el Gobierno regional catalán a modo de resumen de su fiesta nacional es que ha sido una Diada deslucida e insólita por las limitaciones impuestas por el coronavirus que ha impedido grandes concentraciones en la calle, con actos oficiales de formato reducido y aforo limitado. De la violencia y el vandalismo no saben nada. ¿ Es que ha ocurrido algo ….?.