Fueron tiempos duros y les tocó sufrir el frío del terror. También el silencio de aquella sociedad acobardada y enferma por los años del plomo. Cuando asesinaban a alguien de los nuestros, su familia llegaba a una situación límite, económica y socialmente. Quedaban enmudecidas en la cueva del olvido.
Aquel silencio social no se pudo lograr sin el apoyo público. La sociedad civil vasca nunca se acordó de que detrás de cada una de las víctimas de ETA, quedaban viudas, hijos menores, con pensiones miserables y encima sin posibilidad de abandonar una tierra muy complicada para las familias afectadas.
Una población que especialmente durante los años 70 y 80 del siglo pasado, convertía a las víctimas en personas sospechosas ; colocaba un estigma sobre las familias rotas por el terrorismo y hacía que algunos familiares tuvieran que dar explicaciones sobre la limpieza del historial del asesinado, como si la acusación que ETA vertía sobre él -ya fuera de fascista, confidente policial o simplemente enemigo- tuviera categoría de verdad incuestionable.
Aquella época negra de la Historia de España, dejó centenares de muertos por ETA cuya autoría aún no ha sido esclarecida y dejó a a miles de personas humilladas a las que el terrorismo les cambió la vida.
Ante tanto desamparo institucional, tuvo que surgir un movimiento social de apoyo a los mártires de estos bárbaros, de entre los familiares más directos. Querían reivindicarse, mantener la dignidad y reclamar ante la Justicia. Y no variaban ni el rumbo, ni el ritmo ; estuviera quien estuviera al frente del Gobierno de la Nación.. Les daba igual pelearse con el PSOE que con el PP. La falta de financiación la suplieron con cuestaciones populares.
Los miembros de estas asociaciones, tuvieron mucho que discutir con políticos, jueces, fiscales y hasta con la Iglesia porque hubo bastantes sacerdotes vascos que sobre todo en los pueblos, se negaban a realizar oficios religiosos por los asesinados. Algunos de estos representantes llegaron a viajar hasta Roma para ver al Papa -entonces Juan Pablo II- y pudieron comprobar como después de aquella visita, las relaciones de la Iglesia vasca con las víctimas del terrorismo cambiaron y se pudo proceder -¡por fin !- un acercamiento.
Una vez organizados, consiguieron denunciar siempre cualquier episodio de privilegio con los presos de ETA. Enfrentándose con los Gobiernos cada vez que tomaban los caminos de las negociaciones, acercamientos y excarcelaciones de reclusos terroristas. Sus principios eran claros e inquebrantables. Cuando llegó el momento, pelearon sobre el terreno, recorriendo media España para asistir a los entierros de los muertos ocasionados por el grupo criminal; contactando con sus familias para tratar de ayudarles a salir adelante. También les escribían cartas para ponerse a su disposición, brindándole todos los servicios de la asociación. Gracias a su inmensa labor, el Estado comenzó a reconocer pensiones dignas a las viudas de los fallecidos.
Y todo ello con templanza, sencillez y mano izquierda. Sin perder la compostura, con una educación exquisita, sin levantar la voz pero sin dar un paso atrás. Perdieron muchas batallas pero eran perseverantes y nunca han dejado de dar la cara en lo que creían que era justo para los damnificados. También ganaron otras y algunas de impacto sonoro como conseguir subvenciones y otros beneficios sociales para los difuntos y sus familiares directos. No fue fácil pero se consiguió.
Sirvan estas líneas mal trazadas como homenaje a esos hombres y mujeres que integran las Asociaciones de Víctimas del Terrorismo por la inmensa labor realizada hasta ahora, por los beneficios obtenidos y porque no dejen de perseverar para tratar de impedir que el Gobierno de turno negocie con sus sentimientos y la ausencia de sus seres queridos.
Asuntos Policiales 
Efectivamente, el mayor reconocimiento para la AVT por su trayectoria
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Así es José. Hoy es el aniversario de aquel triste día en que la Guardia Civil de Zaragoza puso los muertos y ETA el coche bomba, con el resultado ya conocido de fallecidos y heridos. Silva este artículo para homenajear a aquellas víctimas y agradecer a todas a todas las Asociaciones de Víctimas del Terrorismo el impagable servicio que están realizando y que tenemos casi olvidado.
Gracias por tu comentario- Saludos.
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Querido amigo Juan Francisco, acabo de leer tu artículo que ha despertado en mí dos sensaciones opuestas en su concepto.
Por un lado mi apoyo total y reconocimiento a las Asociaciones de las Victimas del terrorismo, por las que se han conseguido cosas que palían en parte, ya que siempre se quedan cortas las ayudas y reconocimientos a los perjudicados, mejorando algo su situación económica, pero siempre intentando quedar bien ante la sociedad, a los políticos de turno que siempre buscan votos para su subsistencia en el poder.
Por otro lado me asquea hasta la saciedad, el trato dispensado a los asesinos de ETA, tanto por parte de los políticos de diferentes signos, como de los clérigos que han justificado los asesinatos de la banda terrorista, en contra de sus creencias y obligaciones que suponemos deben tener, y que demuestran que los indeseables están en todas las instituciones.
Hemos visto en tiempos no muy lejanos, negar actos religiosos a las víctimas de esos asesinos, y hacer declaraciones por parte de algunos sacerdotes, que avergüenzan a los que se declaran católicos, pero que no hicieron nada en su momento, alzando su voz en contra de esos malnacidos, que quitan la fe a muchos cristianos.
Referente a las actuaciones de los políticos, sólo me queda decir que tanto antes como ahora, demuestran lo poco que valen y la poca dignidad que tienen, cuando han sufrido asesinatos en sus filas y que ahora parece que justifican a sus asesinos, y han olvidado lo sufrido.
En un país donde los terroristas-asesinos se sientan en el Congreso de los Diputados, y cobran sueldos que pagamos todos ( por cierto más altos que los de sus víctimas ), estando esos partidos que han formado, legalizados y con un gran peso en el Gobierno de la Nación, que junto con comunistas intentan hundir nuestra Nación, poco podemos esperar para el futuro.
Si sigo me enciendo como una farola, prefiero dejarlo aquí, y te felicito por tu artículo muy bueno e instructivo.
Un abrazo.
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No solo comparto en su integridad tu reflexión sino que me atrevo a felicitarte por ella. Gracias por haberla hecho, Fernando. Un abrazo.
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Sirvan estas líneas para homenajear a la Asociación de Víctimas del Terrorismo …y a todos los familiares que han sufrido tanto mal, tanto miedo y tanto dolor. Esas madres que han tenido que sacar a sus hijos adelante solas, no pidiéndoles explicar el porque de semejante pérdida…esos hijos privados de su padre asesinado …que verdadera tristeza…y tener que aguantar este gobierno de indeseables sin escrúpulos que negocie con esta gentuza!!!, no es justo!!!, Que indignación!!!, no quiero pensar como estarán esas familias, rotas, cuando escuchen las noticias….
En fin..a mi lo que me gustaría es que no cayeran en el olvido, que las nuevas generaciones sepan lo que pasó, lo que se vivió en el país Vasco no hace tantos años…tengo serías dudas de qué un chaval de 20 años de hoy conozca la angustia que eta consiguió crear en el país Vasco a muchas familias, salvo que le haya tocado vivir de primera mano…y eso no se puede consentir…
Excelente artículo y excelente reconocimiento a las víctimas que tanto les ha costado dar pasos adelante, que sólo han conseguido a base de ser constantes y a lo largo de muchos años….enhorabuena papá.
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Gran reflexión Leyre sobre lo que ha costado reconocer el apoyo y la solidaridad de varios Gobiernos y gran parte de la sociedad española hacia las víctimas del terrorismo, especialmente el vasco.
Gracias por tu comentario. Un beso..
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!Bravo!
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Muchas gracias JuanGa por tu ánimo. Un abrazo.
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