El debate y la polémica en torno a la elección del 11 de septiembre como Fiesta de Cataluña ( Diada), ha ido creciendo en los últimos años, en la medida que el desafío independentista se ha ido haciendo más grande.
El nacionalismo catalán, sin resistencia parlamentaria, fijó esa fecha por la histórica carga simbólica que tenía para la construcción de su relato. La Diada, quedó regulada en la primera ley que se aprobó en el parlamento catalán, tras su restauración hace ya 41 años y obtuvo -en su día- un apoyo máximo, ( Ley 1/ 1980, de 12 de junio ).
El constitucionalismo, ha ido dando la batalla del relato poco a poco y también ha hecho su propia propuesta: situar la Fiesta de Cataluña el 23 de abril, día de San Jorge ( de San Jordi para los catalanes ). También han ido proliferando libros y estudios que tratan de desmontar la manipulación histórica del nacionalismo catalán sobre la Diada y su origen, basada en la rendición de Barcelona, el 11 de septiembre de 1.714, con motivo de la Guerra de Sucesión Española ( entre la casa de Habsburgo y los Borbones ) de ese año y que supuso para Cataluña la abolición de sus instituciones.

Los estudios que se están publicando ahora, consideran que, se buscó el 11 de septiembre como fecha emblemática tratando de replicar la Fiesta Nacional francesa que se celebra el 14 de julio o la de Estados Unidos el 4 de julio y en torno a ella, se inventó un relato histórico para movilizar a sus militantes. También consideran que, en base a la desinformación se ha ido construyendo el mito del 11 de septiembre, para forjar una identidad colectiva diferenciada del resto de España.
En este sentido, remarcan dos invenciones sobre esta fecha: por un lado la figura de Rafael Casanova, Consejero Jefe en aquella época y cuya estatua es objeto de ofrendas durante la celebración de esta fecha y que según el nacionalismo catalán, habría muerto en la batalla.
La realidad histórica dice otra cosa. Que no combatió por la independencia catalana sino por una España libre de Francia como luego ratificó el bando de los Tres Comunes de Barcelona. Ese día, ni siquiera combatió. Había sido herido en una pierna por una bala perdida, sacado de Barcelona y llevado a la casa de su hijo, en San Boi de Llobregat. Allí permaneció hasta que años más tarde, en 1.719, le llegó la amnistía y volvió a su despacho de abogado.
Los informes publicados, también cuestionan la propia fecha. La rendición de Barcelona a las tropas internacionales de Felipe de Anjou al mando del Duque de Berwick, no se produjo el 11 de septiembre sino al día siguiente: 12. Es cierto que, en ese primer día, una comisión barcelonesa, enarbolando la bandera blanca, fue a negociar con el general del asedio quien les dio de plazo hasta el amanecer del día siguiente, el día 12. Ese día, al no rendir la ciudad, hubo otro ataque y al mediodía del 12, se rindieron y las tropas borbónicas entraron en Barcelona, con la orden expresa de respetar vidas y haciendas.

En síntesis, el nacionalismo catalán trata de dibujar un enfrentamiento entre la modernidad de una civilización superior, abierta al mundo y a las nuevas ideas, representada por los catalanes y el arcaísmo de Castilla que era una losa para el progreso. Es la luz frente a la oscuridad. El conflicto bélico había sido, por lo tanto, del absolutismo contra la libertad.
Abordan además que, las características del nacionalismo catalán lo han configurado como de un tipo esencialista primordialista. Lo que significa que consideran la pertenencia a una comunidad nacional como un hecho natural previo a la configuración del Estado Español; asentado además en elementos religiosos, culturales o raciales comunes que hunden sus raíces en la antigüedad.
De ahí, la importancia que el nacionalismo catalán -como otros- han dado al paisaje natural, propio y exclusivo, como creador de unas características biológicas únicas que confieren una identidad política. De esta manera, la nación histórica, ese grupo humano forjado en un territorio durante un tiempo determinado, se convierte en nación política como sujeto de derechos.

En este sentido, diferencian entre los nacionalismos que proceden de la Revolución Francesa en 1.789, asentados en los derechos del hombre y del ciudadano en su aspecto universal y los nacionalismos tardíos como el vasco y el catalán. Estos dos últimos, se desentienden de los derechos de aquellos que no comulgan con la unidad de destino en lo universal, el tener un Estado propio. Por eso niegan el pluralismo y la disidencia e incluso aplauden los actos de violencia y coacción que eliminan física o socialmente a los que no son nacionalistas. Es obvia en este sentido, la labor de los respectivos grupos terroristas: ETA y Terra Lliure.
Los independentistas son unos paletos e ignorantes.
Creen que si tuvieran la independencia podrían pagar las pensiones? No. Les regalariamos las infraestructuras que son del Estado español? No.
Las grandes empresas se quedarían en Cataluña? No.
Exportarian a España pudiendo comprar los españoles en España? No.
El turismo iría a un «país» donde no habría protección policial ni jurídica? No.
Lo dicho, paletos e ignorantes.
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…… Y Además nazis. Ese es el diálogo que pregonan a los cuatros vientos para que acto seguido y cuando la fanfarria oficial ha acabado….leña a la Policía que se lo merece….Este nacionalismo se va construyendo siendo la violencia vasca el camino a seguir dados los buenos réditos conseguidos por aquellos.
Gracias por tu comentario, Jaime. Saludos.
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LA DIADA, conmemora una derrota, no una victoria; el 11-9-1714, tras catorce meses de asedio, Barcelona cayó en manos de las tropas borbónicas, que estaban al mando del Duque de Berwich, durante la Guerra de Sucesión Española. Está vinculada la abdicación de las instituciones catalanas tras la promulgación de los Decretos de Nueva Planta en 1718.
Eñ 11 de septiembre de 1714, los soldados de las tropas borbónicas de Felipe V, asaltaron la capital catalana. Era el fin de la guerra de sucesión, en la que una parte significativa de Cataluña se puso del lado del archiduque Carlos de Austria. La victoria de Felipe de Anjou llevó a la promulgación del Decreto de Nueva Planta en 1716, por el que se consumaba la destrucción de las instituciones catalana.
El conflicto había empezado en 1700. Ese año, el testamento de Carlos II, que cedía el trono de la corona de Castilla a Felipe de Anjou, generó una fuerte controversia entre las grandes potencias occidentales europeas.
Con la aparición de la Gran Alianza de La Haya, el imperio austriaco, Inglaterra, Holanda, algunos estados alemanes, Portugal y Saboya concretaron un bloque antiborbónico que pretendía imponer a un candidato alternativo: el archiduque Carlos de Austrias. Comenzaba así en 1702 un conflicto bélico internacional en torno a la sucesión de la monarquía hispánica.
La estatua de Rafael Casanova, jurista Conseller en Cap de Barcelona, durante el sitio de Barcelona, de la cual está considerado como un icono del catalismo.
Los grupos independistas presentan ofrendas en el Cementerio de las Moreras, donde fueron abatidos muchos defensores , y cantan el himno catalán El Segadors.
Prat de la Riba padre del nacionalismo catalán dijo respondiendo a los defensores el 1714, “Admirarlos pero no imitadlos, consciente de la necesidad de España para la prosperidad catalana.
LA DIADA HOY:
Desde el 2004 la Diada es un evento a cargo de la Generalitat de Catalunya, y se celebra en el Parque de la Ciudadela.
Este acto Institucional, simbólico y cultural tiene como finalidad recordar diferentes efemérides alrededor de hechos y personalidades relevantes de la cultura catalana.
Sin entrar en la tergiversación separatista de algunos catalanes, esta fiesta popular,por ahora se está convirtiendo cada vez más, en un acto político, radicalizada hoy . uno de los dos bandos (nacionalistas o independistas)
Desde que se instauró la democracia, son numerosos los grupos independistas que celebran actos para reclamar la independencia económica y territorial de Cataluña con respecto a España.
Todo ello, no debe dar lugar a inventarse o manipular la historia por rasgos de xenofobia política, e imponer sus ideas sectarias al resto de la ciudadanía, que más de la mitad, prefiere la unidad de España, a la separación de Cataluña. Pretenden separarse, y que la pensiones las pague España, apropiándose de todo, eliminando la bandera, y los símbolos nacionales, fomentado odio hacia España, causa de todos sus pretendidos males.
Quieren echar a la policía española y a la guardia civil, y al ejército español. y que las pensiones las paguen España, no Cataluña, faltaría más aberración e ignorancia supina
Es por ello, que la Educación no debió jamás transferirse y recuperarla el Estado, como garante de las instituciones, para que no inyecten desde niños un odio injusto y exacerbado para España.
Recuperar el Servicio Militar, para se les enseñen los deberes patrios y amar a España, otro error, en la época del Sr. Aznar.
Recuperar las instituciones españolas no abandonarlas nunca, ni a las fuerzas de seguridad, ni a la sociedad civil, que la mayor parte es proclive a los intereses de España, porque como tales se sienten. Españoles y Catalanes.
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Amplio y detallado comentario sobre el pasado, el presente y el futuro de Cataluña con aportación de propuestas para su solucionar la crisis política que fomenta el Gobierno regional desde hace varios años. Todo un ejercicio de imaginación que, a bien seguro, será compartido por mucha gente.
Gracias por tu reflexión, Juan. Un abrazo.
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.Bueno tu articulo buenísimo como siempre, creo que vale la pena colgarlos comentarios de un catalán don Francisco Marhuenda, Director del Periódico La Razón. Titulado: «La Diada y el declive del independentismo, estando de acuerdo con tu artículo don Juan, y también con el don Francisco Marhuenda, que te transcribo.
Gracias a ambos. Un saludo.
La Diada y el declive del independentismo
El apoyo a la independencia retrocede, pero no es una consecuencia de la actitud del Gobierno de Sánchez, sino del cansancio ante un objetivo que no pueden conseguir
Francisco Marhuenda
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FRANCISCO MARHUENDA
CREADA.11-09-2021 | 21:30 H
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ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN.11-09-2021 | 21:55 H
Un año más se celebró la cansina y manipulada manifestación de la Diada del 11 de septiembre convocada por la ANC, Omnium y la Asociación de Municipios por la Independencia. Como catalán nunca me he sentido concernido por esta fecha. No solo en los últimos años sino siempre, porque es la consagración de una mentira histórica y la exaltación de un patriotismo que nos divide. Me siento muy catalán, como toda mi familia, pero ser catalán es mi forma de ser español. Las únicas manifestaciones a las que he asistido, siempre pienso que un periodista no tiene que hacerlo aunque se comparta lo que se reivindica, fue cuando era estudiante y se pedía «Llibertat, amnistía i Estatut d’Autonomía». Lo hice, también, tras el brutal asesinato de Miguel Ángel Blanco. Hay demasiados periodistas catalanes que les gusta situarse en el frentismo independentista y olvidar que deberían ser imparciales en el ejercicio de la profesión. Es uno de los males que aquejan a mi tierra.
La manifestación transcurrió bajo el lema de «Luchemos y ganemos la independencia» tras el desastre de la ampliación del aeropuerto de El Prat y a pocos días de la mesa de diálogo, que es una concesión a los independentistas, como también lo fueron los indultos aunque es verdad que sirvieron para lograr una cierta desescalada en el conflicto. Hay que partir de la base de que cualquier concesión fortalece a los que odian a España y quieren destruirla, porque piensan que es una debilidad y la aprovechan en su beneficio. Un aspecto positivo es la profunda división, algo endémico, que sufren estas formaciones. No hay que sorprenderse porque una parte importante de la sociedad catalana siga ensimismada persiguiendo una distopía imposible de conseguir.
Desde hace décadas, demasiadas, los diferentes gobiernos han ido haciendo concesiones a la Generalitat que han sido utilizadas para ampliar la base social de la secesión. La educación, en todos sus ámbitos, ha sido el frente principal de esa ofensiva acompañada, por supuesto, por el férreo control de los medios de comunicación públicos que se han convertido en meros instrumentos de propaganda. Los recursos públicos han servido para comprar voluntades y muchos empresarios han comprobado los beneficios de la generosidad del gobierno catalán. Ha sido un proceso muy largo en el tiempo y hay que reconocer su eficacia. Es verdad que el independentismo está muy dividido y que las discrepancias sobre la mesa de diálogo son profundas. ERC y JxCat compiten por el liderazgo del independentismo. Los primeros se han instalado en el posibilismo, lo que no significa que renuncien a la autodeterminación, mientras que los otros prefieren la confrontación y repetir la declaración unilateral.
ERC sabe que necesita ampliar la base social y el apoyo al referéndum. El problema es que los independentistas controlan las instituciones catalanas, que las ponen al servicio de sus intereses partidistas, y no hacen otra cosa que profundizar en la división. No hay que olvidar que el término «diálogo» significa una vía para conseguir un referéndum de autodeterminación que contaría con recursos multimillonarios y el poder propagandístico del aparato público de medios de comunicación, pero también muchos privados que se ven regados con los millones de la Generalitat, las diputaciones y los ayuntamientos. Nunca sería un proceso neutral. Es una pieza fundamental dentro del camino a la independencia. Hace décadas que existe un gran pesebre, a costa de los presupuestos autonómicos, que permite que algunas empresas, asociaciones y centenares de miles de personas vivan muy bien bajo el paraguas independentista.
Otro grave problema es la actitud de los socialistas que sueñan con regresar al gobierno catalán. Es una estrategia meramente tactista, algo que ha sido una constante, porque esperan lograr una alianza con ERC que sirva para diluir el proceso. Esto pasa porque la mesa de diálogo acabe en un punto muerto gracias a los enfrentamientos entre ERC y JxCat, las presiones de las asociaciones radicales y el comportamiento antisistema de las Cup. Por su parte, la actitud de Ada Colau, siempre más cerca del independentismo que del constitucionalismo, hace que sea una eficaz aliada de los que buscan la secesión. El error del PSOE es pensar que el diálogo llegará a buen puerto y las inversiones, las cesiones y los gestos son el camino para la definitiva distensión. Esto nunca será posible si no se actúa con firmeza. Estoy de acuerdo con las inversiones, son buenas para Cataluña pero sobre todo para España siempre que exista igualdad con el resto de autonomías, los gestos son positivos, y la firmeza en la defensa del ordenamiento constitucional y estatutario es fundamental. Es verdad que el apoyo a la independencia retrocede, pero no es una consecuencia de la actitud del Gobierno de Sánchez, sino del cansancio ante un objetivo que no pueden conseguir.
Estamos ante un proceso que necesita tiempo y, sobre todo, ideas claras. No es algo que se pueda resolver en lo que queda de legislatura, sino que se tiene que actuar de forma profunda y continuada para revertir el adoctrinamiento que hemos sufrido durante más de cuarenta años. Es una batalla que no está perdida y que se puede ganar de una forma clara y contundente. El tiempo juega a favor de lograr una Cataluña felizmente integrada en España, porque siempre ha sido una parte sustancial de ella, sin que se tengan que hacer cesiones que solo harían que allanar el camino a la independencia y la división irreversible de la sociedad. La Diada ha demostrado, una vez más, que es una celebración que solo sirve para dividirnos. Los catalanes necesitamos una fecha que nos una a todo
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Me parece buena idea incorporar el parecer del Director de La Razón, sobre la situación política actual catalana
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Querido amigo Juan Francisco, acabo de leer tu artículo sobre La Diada y sobre el separatismo catalán. Bien documentado como todos los que escribes, y que nos informa de datos algunas veces desconocidos por mi.
Yo realmente estoy un poco harto de los temas catalanes, y creo que están ganando un terreno para poder seguir con el rollo de algunos políticos, que sólo les interesa la crispación y el poder seguir viviendo por mucho tiempo del cuento.
Sabemos por las encuestas más o menos profesionales, que más de la mitad de los catalanes no son separatistas, pero cada vez que se manifiestan a favor de la unidad de España, no hay consecuencias por parte de los gobiernos centrales, y todo queda igual que antes.
Si tenemos en la Constitución Española, un artículo 155 que garantiza la unidad de todos, y tiene los medios para atajar estos intentos de independencia de alguna región de España, ¿ por qué no se aplica con toda la contundencia que requiere la respuesta ?.
Está claro a mi corto entender que la clase política en general, con escasas excepciones, no están a la altura que requieren sus cargos y bien pagados puestos, y que no quieren o no saben cumplir con su deber.
De éstas situaciones se aprovechan los dirigentes separatistas, tanto catalanes como vascos en su propio beneficio, y me temo que por las buenas no se frenará ésta locura política.
Ni las fechas para La Diada, ni las amenazas de un referéndum les importan demasiado, lo que creo que pretenden es crispar a los más tontos de allí y liarla parda, sabiendo de antemano que gracias a las leyes electorales que tenemos, y al impresentable gobierno nacional, tienen derecho de pernada sin consecuencias.
Bueno no quiero encenderme con el tema, y lamento que la buena gente catalana que la hay, tengan que vivir de la manera que les obligan la gentuza que les gobierna. Siempre me ha gustado visitar Barcelona y sus pueblos, pero lamentablemente ni he vuelto a viajar allí, ni lo pienso hacer mientras no cambien las cosas.
No me siento a gusto en una región de mi España, donde me siento extranjero, y aunque entiendo bastante el catalán, me hierve la sangre cuando veo los letreros en varios idiomas menos en español.
La historia la escriben a su conveniencia, y mienten más que hablan. Lamentable.
Un abrazo.
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Una gran reflexión, para alguien que le duele España, como a mí. Combatir a los separatistas no es una tarea
fácil y el Gobierno actual piensa que con la cesión y dinero les va a convencer para que abandonen su propósito independentista. Creo que seguir esa vía hace que se fortalezcan y sean insaciables en sus peticiones. La presencia estatal disminuye en Cataluña a pasos agigantados y a mí me parece que ese no es el camino. Si no se muestra firmeza en defensa de la legalidad como ocurre ahora, lo catalanes constitucionalistas se consideran abandonados e inseguros. Por eso temen mostrarse y su rechazo apenas trasciende. Una pena.
Gracias por tu comentario, Fernando. Un abrazo.
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Las mentiras del 11S catalán o la zapatilla mental de la diada de Cataluña en el país de los «mantras»:
Rafael Casanova fue un patriota español cuyo bando, que circulaba por Barcelona en los días previos a la rendición, animaba a los catalanes a «salvar la libertad del Principado y de toda España; evitar la esclavitud que espera a los catalanes y al resto de los españoles bajo el dominio francés; derramar la sangre gloriosamente por el rey, por su honor, por la Patria y por la libertad de toda España».
La Diada se celebra desde hace poco más de cien años. La recuperación de este episodio ha sido erigido a base de embustes mitológicos que hoy son comúnmente aceptados como válidos. No fue hasta 1901 cuando se estableció el mantra de que en un día como hoy hace 300 años, Cataluña dejó de ser “una nación libre y soberana”, algo sin base alguna e inventado.
El nacionalismo se refiere al episodio como “Guerra de secesión”, sin embargo, la historia real fue muy diferente: Año 1700, Carlos II el Hechizado muere sin descendencia nombrando como sucesor al trono de España al Borbón y nieto del Rey de Francia, Felipe de Anjou (el futuro Felipe V). Inglaterra, Austria y Holanda, resistiéndose a ver roto el equilibrio de fuerzas en el continente proclaman su propio candidato al trono español -Carlos de Austria- desatando la que dio a llamarse Guerra de Sucesión Española, que no de secesión.
En términos generales la España castellana apoyó al candidato Borbónico y la España del viejo Reino de Aragón al austracista. Pero en modo alguno fueron bloques homogéneos, hubo excepciones: el Valle de Arán , las comarcas catalanas del interior, buena parte de Castellón y Alicante, el interior de la provincia de Valencia, las comarcas aragonesas de Tarazona y Calatayud; todas ellas combatieron por el aspirante Borbón. Madrid, Toledo y Alcalá, sin embargo, se mostraron partidarias del Archiduque Carlos.
Con respecto a los famosos Decretos de Nueva Planta que tan machaconamente esgrime el nacionalismo como una “agresión histórica a la lengua y a la identidad catalanas”, es menester recordar que la lengua que hasta ese momento se empleaba en la administración y en la justicia era el latín. Y siguiendo criterios modernizadores -aplicados ya en otros países europeos- se sustituyó en toda España, para asuntos público-administrativos, por el español. Nadie ha podido mencionar aún una sola línea de aquellos Decretos en los que se mencionara la tan mentada prohibición del catalán.
La narrativa nacionalista señala la fecha de 1714 como el comienzo del declive de Cataluña. La realidad es muy otra: las nuevas leyes importadas de Europa (un derecho unificado, una administración global) desmantelaron los residuos de la antigua sociedad feudalizante y supusieron -para Cataluña más que para ninguna otra región española- un notable despegue económico, demográfico e industrial. El nuevo proteccionismo de la Corona facilitó además el comercio internacional (rompiéndose el monopolio castellano del comercio con América) sentando así las bases del desarrollo catalán de los siglos XVIII y XIX a costa del empobrecimiento de Castilla y su vasallaje económico con Cataluña.
A decir de muchos nacionalistas, el modelo finalmente triunfador, el de Felipe V, era “intrínsecamente malvado y antidemocrático”. Lo cierto es que cada candidato representaba una concepción diferente de Gobierno. Carlos de Austria personificaba el antiguo modelo foralista y Felipe V representaba un modelo más centralista, típicamente francés, que pretendía unificar jurídica y administrativamente el territorio, como finalmente hizo. Ninguno de los dos era democrático (ningún gobierno de la época lo era) y ninguno, huelga decirlo, encarnaba “el mal”.
Insisten los nacionalistas en que el “procés” es “de abajo a arriba” y que la Generalidad sólo recoge el sentir natural del pueblo. La realidad es que el pueblo catalán ha sido sometido a un enorme caudal de patrañas, embustes y tergiversaciones desde hace más de un siglo que ha logrado crear una sociedad a imagen y semejanza del ideario nacionalista. El líder de la Lliga Catalanista Francesc Cambó reconocía en sus memorias que “la propaganda se dirigía principalmente a deprimir el Estado Español y a exaltar las virtudes de la Cataluña pasada, presente y futura.”
Si existe un verdadero Día de Cataluña, ese día es el 23 de abril, día de San Jorge. Una fecha ajena a la política, compartida por todos los catalanes, con una historia que hunde sus raíces en el siglo XV, años en los que San Jorge se convirtió en patrón de Cataluña. La tradición secular invita a visitar la capilla de santo, ubicada en el Palacio de la Generalidad, en donde se solía realizar una feria de rosas o “de los enamorados”.
Una efeméride de connotaciones muy distintas a las que hoy rigen la Diada gracias a las subvenciones de las que vive y se forra todo el conglomerado nacionalista que arruina a esa región mientras sus palmeros se lo llevan crudo a sus paraísos fiscales… para quien lo quiera ver…
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Buen apunte histórico para quién esté interesado en conocer la verdad sobre la artificial e infundada crisis catalana. En el mismo, se aprecia una vez mas, como los nacionalismos se inventan y sostienen en el tiempo a base de modificar los hechos a su antojo y manipularlos con fines políticos para que casen con sus planteamientos. Es un ejemplo más de lo que se denomina ¨historia oficial¨¨ propia de los totalitarismos, especialmente marxistas-comunistas para quienes la mentira es un instrumento más para la conquista del poder.
Gracias por tu comentario, JuanGa. Un abrazo.
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