El pasado 14 de marzo, se decretó el Estado de Alarma por la crisis sanitaria que motivó la pandemia del coronavirus y confinó en sus casas a todos los españoles que no tuvieran edad laboral. Después, el día 30, alcanzó a toda la población, salvo que formaran parte de los servicios esenciales para que no se paralizara la sociedad. La situación era ideal para los maltratadores. Los limitados metros cuadrados de una casa podían convertirse en un puño cerrado.
Algunos hombres persiguen a sus parejas por los domicilios en silencio, sin decir una sola palabra, ni lanzar ningún golpe. Pero las siguen, las atemorizan y lo peor es que no hay resquicio alguno donde resguardarse.
Este encierro obligatorio, ha alargado las horas de sometimiento hasta llegar a las 24 que tiene el día. La tensión se vuelve insoportable, puede explotar en cualquier momento y lo peor es que, no hay sitio a donde ir, ni siquiera la casa ofrece un lugar, un espacio -por pequeño que sea- para poder protegerse, para poder estar a solas.
En la violencia de género, no solo se dan muertes o lesiones; también existe el maltrato psicológico con toda la crueldad que esta situación lleva consigo. Este aislamiento constituye un estado límite de riesgo vital para las mujeres. El poder total y absoluto que brinda el encierro, protege a los maltratadores de la mirada social, legal y familiar. Al no tener quien sancione sus actos y abusos en la intimidad de sus casas, el hogar se convierte en uno de los lugares más peligrosos del mundo para las mujeres y el resto de familiares, como los hijos que tengan. Vaya contrariedad, cuando la casa de uno siempre se ha considerado el lugar más seguro.
Las parejas que viven estas situaciones con sus verdugos, se encuentran amenazadas para el abuso y el miedo; aunque el maltrato sea solo psicológico porque la convivencia es muy dura. Por ejemplo, a la mujer se le puede quitar la llave de casa para impedirle salir, ni siquiera para hacer la compra o tirar la basura. El hombre se encarga de todo y así entra y sale cuando quiere.
Hay ocasiones que, de la amenaza se pasa a la acción y afortunadamente, en las semanas que estuvimos de confinamiento, las agresiones hacia las parejas descendieron hasta la mitad, con arreglo a las denuncias presentadas, según han manifestado públicamente diversos portavoces de la Policía, de manera informal, en varias ocasiones. En desacuerdo con este mensaje, desde el Ministerio de Igualdad se sostenía lo contrario, alegando que las llamadas al numero 016 habían aumentado un 30,7% y las consultas telemáticas un 443,5% , lo que para ellos significaba aumento de la violencia de género.
Se han dado casos, en los que se ha llegado a quitar el teléfono móvil a las mujeres para aumentar la presión psicológica. Así ampliaban el aislamiento y no se podían comunicar con nadie, aunque fuera a escondidas. Los días iban pasando y la posibilidad de hablar con alguien se desvanecía; no se puede debilitar la coacción, ni que se disimule el terror.
En el confinamiento forzoso, se han dado las condiciones ideales para que los hombres que se sienten los dueños y señores de las vidas de las mujeres en reclusión, ejerzan su dominio y control sobre sus movimientos y sus cuerpos. Aunque se traten de tiempos de emergencia, solidaridad y afectos ; lo son también de terror y angustia para las parejas que son víctimas de la violencia de género.
No se puede olvidar que también hay imposiciones sexuales. Ellas suelen evitar los conflictos y actúan con mayor sumisión. Sobre todo si tienen hijos que además, no van al colegio, ni a sus actividades complementarias, ni con sus amigos. Siempre están allí.
Hay veces que el maltrato se extiende también al resto de la familia con la que conviven. Por ejemplo, si tienen una hija, el hombre traslada el maltrato a la misma que, sin embargo, dispone de algo más de libertad de movimientos que su progenitora. Cuando la madre y la hija intentar hablar, el padre grita y exige que se callen, que no estén juntas y que una de ellas se vaya a otra parte.
Cuando todo el mundo esperaba un repunte inmediato de muertes y agresiones de mayor o menor entidad, se ha presentado una realidad desconocida, tanto para las autoridades como para gran parte de la población y que no es más que la capacidad de adaptación a las circunstancias que desarrollan las mujeres, eso que está de moda ahora y que se llama resiliencia.
La gravedad de la situación en la que viven, les ha obligado a replantearse sus prioridades y desde luego, ellas no lo son nunca y menos ahora en la reclusión obligada. La salud, la situación económica, la familia, los hijos, las personas mayores y dependientes ; todos ellos, se anteponen siempre a su bienestar.
Se ha impuesto la resignación y por ello, la emergencia ha desaparecido. En esos momentos tan difíciles, no están pensando en la separación, en la ruptura, eso queda para más adelante. El problema se planteaba si el confinamiento se alargaba mucho, muchas de ellas no podrían soportarlo y explotarían.
Cuando todo esto pase, bastantes parejas denunciaran su calvario y entonces se tendrá una radiografía del trauma por el que les ha tocado pasar. Entonces se tomará conciencia de la magnitud de su desolación porque en tiempos de pandemia, las mujeres diluyen su temor personal en la tragedia colectiva. Nunca han salido ganando las mujeres en tiempos difíciles, al contrario, siempre han sido las primeras sacrificadas.
Terminado el Estado de Alarma, ya empiezan a conocerse las primeras cifras. Según el Informe de Criminalidad correspondiente al primer trimestre de este año, publicado por el Ministerio del Interior, en España hubo 84 homicidios, de los cuales 17 fueron mujeres muertas a manos de sus parejas o ex-parejas. Lo que supone el 20,3% del total, una de cada 5 víctimas. Desde el año 2.003 que es cuando empiezan a contabilizarse oficialmente, 1.051 mujeres han sido asesinadas en el marco de este fenómeno.
También, durante el pasado mes de abril, las consultas al teléfono 016, que es donde se atiende a la víctimas de esta lacra, ascendieron a 245, un 586% más que el mismo período del año pasado que se elevaron a 45.
Igualmente, el pasado domingo día 21, fecha término del Estado de Alarma, la Policía publicó su balance sobre la violencia de género en este período excepcional, arrojando el siguiente resultado: se han producido 8.412 denuncias que han originado la detención de 8.790 personas. Se han efectuado más de 245.000 contactos con las víctimas y más de 70.000 controles.
Esto de la violencia de género, es un fracaso del sistema, ordenamiento legislativo, político, jurídico., social, familiar, escolar, falta de educación cívica, etc. La policía hace bien su trabajo, pero esta gente actúa impunemente, muchas veces, por miedo no son denunciados los casos como víctima la mujer indefensa, esto es un problema, yo no sé si en la época de Franco no se daba, o no se publicitaba, ahora es un mal endémico A la gente se la ha ido la olla, estoy hay que atajarlo, estudiarlo en los distintas áreas, entre ella, la rama médica psicológica y hasta psiquiátrica, a la gente no se le puede ir así por sí, la pinza y hacer daño a su pareja, o incluso, maltrato a los niños, hay casas de acogida, donde podrá refugirase,
de estos maltratadores indeseables que la Ley debe perseguir, articular toda clase de medidas ante el agravamiento del tema, buscando soluciones, que de alguna forma conciencen a la sociedad, que hay que denunciar todos los casos por las víctimas, o por cualquier testigo presencial de los hechos, no tener miedo, a la denuncia, porque de lo contrario no se acaba el problema. Tambien hay caso al revés, aunque esto son muy pocos, maltrato al varón.
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Me parece bien tu planteamiento con el que coincido. Gracias por hacerlo, Juan. Un abrazo.
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Nada disculpa a un maltratador, lo cierto es que si le sumas 24h de desocupo doméstico se convierte en un calvario. Me alegra que muchas de ellas se hayan animado a dar el paso al menos de realizar consultas a través del teléfono habilitado para ello. Es el primer paso.
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Que estuviesen preparando el terreno para cuando terminase la reclusión, informándose de lo que podía ocurrir, es una muestra de que las cosas no iban muy bien por casa. A ver si ahora, aquella consulta se convierte en denuncia o no.
Gracias por tu comentario, Leyre. Un beso.
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muy buen articulo Juanfran pero la verdad, el titulo me ha parecido un poco confuso porque parecia que la crueldad la ejercian las mujeres en lugar de sufrirla 😉
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Creo que tienes razón en tu apreciación y voy a sustituir una preposición por otra: de la…. por en la… Así no habrá dudas. El título quedará así: LA CRUELDAD PSICOLÓGICA EN LA MUJER DURANTE EL CONFINAMIENTO SANITARIO.
Te agradezco la corrección, Carmen. Un saludo.
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A nadie se le escapa que el confinamiento ha debido suponer para muchas mujeres un verdadero escenario de terror. No hace falta mucha imaginación para pensar que esas situaciones han sido una trampa mortal: no solo no puedes salir (el ir a la calle a la compra, o a ver a un familiar, por ejemplo, porque mantener amistades o simplemente tomar un café en el centro es una quimera en una situación de malos tratos, dada la presión y la vigilancia que el autor –a veces un “loco”, desesperado por su irracionalidad– ejerce sobre la mujer), sino que tampoco puede/debe hacerlo el maltratador. Y si lo hace (buscando un desahogo al que él sí cree tener derecho) ya sabemos que no va a cuidar ni su seguridad ni menos aún la de los suyos, y también sabemos que no va a asumir su frustración ni la tensión de volver a un hogar que odia, sino que va a descargarlas en quienes de ordinario lo hace. Porque no olvidemos además que esta clase de seres suelen ser extraordinariamente sociables, muy amigos de acaparar la atención en los lugares públicos. Tan sociables, que pueden acompañar a su mujer para denunciar el “robo” de la cartera… de ella, en el mercadillo, y dar cumplida cuenta al policía del contenido, SIN QUE LA MUJER ABRA LA BOCA en su denuncia hasta que el funcionario, harto de lo evidente, pregunte al marido si la cartera no sería de él en realidad. La escena, de la que fui testigo (qué no habrán visto mis mortales ojos Y NO ESCUCHADO MIS OÍDOS, Dios mío), se cerró con la firma de la mujer. Faltaría más.
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Gracias por aportar tu experiencia, Víctor en este comentario tan acertado y con el que coincido. Un Abrazo.
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Estimado Juan, el articulo es irrefutable. Sin embargo, me gustaría añadir algunas reflexiones que considero complementarias para la apertura de una justicia más amplia:
1º Conocemos la estadística de denuncias por malos tratos en suelo español, pero no necesariamente el porcentaje de españoles que incurren en dicho delito ¿?-al menos yo-. Pues, teniendo en cuenta la cosmogonía musulmana por un lado, y el machismo desproporcionado de otros inmigrantes -extra europeos-provenientes de un subdesarrollo no solo económico sino cultural, es muy probable que los españoles suframos las consecuencias de sus desbordados delitos, no solo con nuestra imagen de cara al mundo, sino frente a una cuestionable ley de escasa intención moral, que no política.
2º Desconocemos hasta qué punto dichas denuncias son falsas; pues hasta que un juez absuelve al denunciado, la denuncia se contabiliza -y vocea a través de todos los medios politizados del sistema- como estadística de violencia de género».
3º El maltrato psicológico, no es precisamente el arma recurrente del género masculino sino todo lo contrario. Desde siempre el hombre ha venido recurriendo a su superioridad física que no psicológica -lamentablemente-, y escasa capacidad de dialogo. Por el contrario, la fémina se ha defendido -o simplemente atacado-, con la superioridad de su dominio emocional que, desde nuestro vínculo embrionario, genera una dependencia de clara inferioridad para el género masculino. Nací en la España de los años 60, donde -al menos en mi circulo socio.cultural-no solo idolatrábamos a las madres sino a las mujeres en general.
4º Focalizar -inocentemente- una verdad de contexto -como la que en este artículo escribes-, sin hacer una descripción panorámica de la vejatoria injusticia que esta ley de genero implica sobre el sexo masculino, apuntala -a mi juicio- a los promotores de la misma. Sé que no hay intención política al respecto sino pura nobleza, espero que nadie me malinterprete.
Por último, yo hablo desde la experiencia de una víctima -como muy bien sabes- que sufrió la denuncia falsa de una inmigrante de origen -extra europeo-, que no solo no era mi pareja sentimental, sino que jamás tuvo que presentar prueba alguna para que me detuvieran. Solo los que hemos sufrido una experiencia tan injusta
como degradante, sabemos lo que se siente. No deseo extenderme más al respecto, pero sí deseo que mi humilde testimonio pueda aportar al conjunto de tus lectores, otro punto de vista. Con el debido respecto y sincera admiración, recibe un fuerte abrazo.
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En cuanto a detenidos extranjeros por violencia de género, eran el 40% hasta el año pasado que es la última estadística publicada. Por nacionalidades no he encontrado nada relevante. En cuanto a la metodología establecida para esta clase de asuntos es claramente discriminatoria y favorable a la mujer y se hizo para eso. Se trata de una de las consecuencias que los social-comunistas han tomado como bandera en su apropiación del feminismo en ausencia del marxismo-leninismo. Todo sea válido para conseguir el voto de las mujeres. Lo que da lugar a experiencias tan negativas como a ti te ocurrió.
Gracias por tu comentario, JuanGa. Un abrazo.
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Gracias por la información Juan.
Si el 40% de los delitos de V.D.G proceden de extranjeros y creo que son un 12% de la población española, mi teoría es cierta.
Respecto a datos de estadísticas según EpData, se habla de unas 40.000 denuncias en 2019, pero no se menciona cuántas de ellas son falsas ni cuántos son absueltos.
Un cordial saludo
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Gracias de nuevo por tu comentario, JuanGa. Un abrazo.
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