La Sentencia unánime del Tribunal Supremo sobre la exhumación de los restos de Franco, no ha hecho más que ratificar lo que el Congreso de los Diputados aprobó en septiembre de 2.018, sin ninguna oposición. La abstención -entonces- del Partido Popular ( PP ) y Ciudadanos (Cs), en la citada votación lo fue más por las formas que por el fondo ; más por el oportunismo del Presidente Sánchez que por la exhumación en si.
La prueba de la estrategia seguida en este asunto la tenemos el 25 de septiembre pasado, cuando Sánchez, en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas ( ONU ) lo incluyó como un gran logro de su Gobierno -el único, en mi opinión- en un relato entre patético y pueblerino en el que hizo una pausa prevista para el aplauso -¿ unánime ?- que no se produjo. El silencio aterrador de esos segundos -ocho exactamente- lo desencajó hasta que pudo recuperarse del fracaso emocional para proseguir la triunfante narrativa. En cambio, con ocasión de la muerte del General, la Asamblea General sí guardó un respetuoso minuto de silencio, acompañado de la puesta en pie de los asistentes, con la bandera a media asta, como correspondía a los honores de un Jefe de Estado de un país miembro.
El debate desolador que nos ha tenido entretenidos durante algo más de un año, no ha sido más que una impostura, desatada por unos políticos oportunistas para atizar el sustrato ideológico de algunos ciudadanos enquistados todavía en el odio. Lo difícil no es profanar su tumba y sacarlo del Valle de los Caídos sino desalojarlo de algunos cerebros donde aún sigue viviendo y está muy presente.
Es de todos conocido que a Franco no le gustaban nada las elecciones -del tipo que fueran- pero nuestro líder socialista, el Presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, va a recurrir a los restos de Franco para mostrarlos como su trofeo-estrella en sus dos mandatos que han resultado ser los más breves de la reciente historia democrática española. Su uso será masivo en la presente campaña electoral como si fuera un tiritero que maneja una marioneta de cartón con hilos, para conseguir distraernos de la inquietante falta de proyecto político para la sociedad española por parte de uno de los partidos políticos fundamentales en nuestro sistema democrático.
Ante esta situación, habría que preguntarse si esta vez, no habrán dado puntada sin hilo sobre los restos del propio partido socialista ( PSOE ) para evitar que la opinión pública descubra su propio cadáver, en cuanto a visión de futuro sobre la solución de los problemas reales que afrontamos los españoles.
Que Franco es, ha sido y será un reclamo electoral es indudable pero habrá que esperar al resultado de los comicios para comprobar su efecto. Sobre todo con toda esta política que lejos de acelerar el camino hacia el olvido del inquilino del Valle de los Caídos, está potenciando su actualización.
Este viaje absurdo de los huesos del anterior -a la actual monarquía- Jefe del Estado, concebido más como un espectáculo de carnaval político que como un verdadero aliciente para nuestra fortaleza democrática, se contradice con la verdadera influencia que el autoritarismo -que instauró y personificó- tiene hoy entre los españoles.
La casi mitad de los ciudadanos actuales han vivido bajo el franquismo. Bastantes de ellos eran menores cuando murió Franco. La mayoría de ellos consideran que, el acontecimiento histórico más importante de la reciente historia de España, ha sido la Transición Política que trajo la actual democracia, mientras que el resto -los menos- consideran que fue el franquismo.
Nuestra izquierda tradicional y la más extrema, se han empleado bien en la utilización política de la historia desde entonces, con el propósito de que surta el efecto perverso e inverso, de acrecentar en las generaciones nacidas con la democracia, la opinión de que el franquismo es lo más relevante que ha pasado en sus vidas. Empezando por el propio Pedro Sánchez que tenía tres años a la muerte de Franco y con cuya adecuada manipulación esperan un milagro en las urnas.
España no será más democrática por tener a Franco enterrado en un lugar u otro sino porque todos seamos capaces de respetar todas las opiniones, incluidas a los que lo añoran -que los hay y sienten nostalgia de su época- porque no se debe de despreciar ni la dignidad, ni la legitimidad de las posiciones diferentes a las nuestras.
Creo que para dasalojar los restos del General, habría sido necesario buscar el máximo consenso político y social y así habríamos logrado que España fuese una democracia más fuerte. Los socialistas van a argumentar que el apoyo mayoritario obtenido en el Congreso de los Diputados es incuestionable pero no podrán negar que se logró -como casi todo en este terreno de la revisión política de la historia- con el chantaje previo mediático-ambiental que forzó a la derecha política ( Partido Popular y Ciudadanos ) a inhibirse en estos asuntos, casi siempre alejados del interés real de los españoles, para no ser etiquetados de franquistas.
Si a esta inhibición se le suma la sobreactuación electoralista de las izquierdas, es evidente que había poco espacio para el consenso en este asunto. Lo que es muy de lamentar porque han convertido -absurdamente- la exhumación de Franco en un factor de confrontación entre grupos políticos democráticos, ahondando el clima de desencuentro y división que lastra nuestra convivencia desde hace ya unas décadas.
Si en vez de esto, se hubiera afrontado la cuestión -desde el principio- con ánimo conciliador, con la propia familia de Franco, estoy convencido de que hubieran colaborado en su traslado. Ya su hija Carmen se quejaba públicamente durante el fallecimiento de su madre, doña Carmen Polo, en Madrid, el 6 de febrero de 1.988 ; de que sus padres no pudieran estar juntos en el pabellón familiar del cementerio de Mingorrubio, en El Pardo, donde la trasladaron. Entonces estaríamos hablando -de verdad- de un ejercicio de madurez democrática y no de un capricho de advenedizo y es lo que Sánchez debería de haber evitado.
Meter a Franco en la campaña electoral junto con el separatismo catalán, el frenazo económico o la inmigración ilegal parece un esperpento político, impropio de una democracia avanzada como la nuestra, que ha sido modélica precisamente a la hora de cerrar algunas de las dolorosas heridas de nuestro pasado fratricida.
Volver al pasado para recuperarlo como arma arrojadiza contra los enemigos del presente, no es -desde luego- el camino para cicatrizar heridas. Es además, un gesto de impotencia porque las soluciones a los problemas que España se enfrenta en la actualidad no se encuentran en los símbolo de ayer.
Para confirmar estas reflexiones que acabo de exponer quiero traer aquí, la encuesta que publicó el pasado día 7 de octubre, el periódico El Mundo, realizada por a reputada empresa Sigma 2 y por encargo del diario en la que concluye que, menos de la mitad de la población española ( 43% ) aprobaba la exhumación de los restos de Franco y que un tercio ( 32,5%) se pronunciaba en contra. Para el resto, (20%) le era indiferente y se consideraba ajeno a este asunto.
Si estas cifras las llevamos al terreno de las ideologías, los votantes de la izquierda (PSOE y PODEMOS ) se muestran entusiasmados, razón por la que la decisión de Pedro Sánchez podría encontrar un rédito electoral. En cambio en la derecha, el rechazo es muy notable. Los votantes de VOX se oponen en un 66% y los del PP en casi un 61%. Los de CIUDADANOS llegan al 53%.
Las conclusiones que ofrece esta encuesta deja bastante evidente la polarización que, hoy en día, sigue provocando en la sociedad española la figura de Franco. Sigue siendo un tema complejo en el que no hay consenso, sobre todo por parte de los partidos políticos.
Magnífica reflexión en torno a este asunto que aborda esta cuestión como verdaderamente debe entenderse .
Este miserable Pedro Sánchez crea problemas a donde no los hay y no resuelve losexistentes ,contribuye a la discordia ,al enfrentamiento y al odio entre españoles como su predecesor Zapatero ……más le valiera qué cuidara de los policías/héroes de Cataluña…entre otras cuestiones.
Ni a este impostor zafio e infradotado le podria ir mejor , ni a nuestro país peor con su pésima gestión…
Magnifica reflexion amigo Juan
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Coincidencia total con tu comentario, Antonio. Gracias por hacerlo. Un abrazo.
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No cabe en mi cabeza esta obsesión e inversión de tiempo y recursos, que hace el gobierno actual en funciones, por sacar a Franco de su tumba con todo lo que hay por hacer y el mal camino que llevamos, si no es por los puros intereses políticos para ganar el voto de aquellos que conservan el odio hacia el Generalisimo.
No es de ser un buen profesional (en este caso político) el que tiene que velar por los intereses globales y lo hace por los particulares.
Espero que en estas próximas elecciones seamos todos capaces de ver que no hay proyecto de manos del PSOE, que se limitan a generar polémicas para ganar los votos de aquellos fácilmente manipulables, y podamos progresar al fin con temas que realmente preocupan a la sociedad: paro, inmigración, progreso y evolución económica…el independentismo catalán….no se dan cuenta?????PUES ES INDIGNANTE!!!!
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Buena reflexión Leyre. Demasiados fuegos artificiales para esta etapa electoral. ¡ Y el que pique…, pues ha picado !. Un beso.
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Estar ahora con estas cosas, muestra y demuestra la villanía del PSOE y sus argucias arteras para arrancar un puñado escaso de votos mas, llegado el caso, algo que dudo. Muestra, una vez más, su lado oscuro y vil de los muchos, muchísimos, que tiene esta formación. Nunca quisieron a España desde su fundación hace casi mas de un siglo y ahí siguen.
Franco, realmente, debería, a su muerte, haber sido enterrado en la ubicación privada que la familia hubiese elegido. De hecho, que yo sepa, nunca se pronunció en vida sobre esto. Y aquí paz y después gloria como se suele decir. Pero…
….Ocurrió que, el llamado «Régimen» (es decir, el partido político hegemónico y único durante el franquismo, el llamado Movimiento Nacional) quiso seguir utilizando al dictador, como de hecho hizo todo el tiempo a partir del inicio de los años 50, también después de su muerte. Es conocido que Franco ya no pintaba nada ni quería pintar en esa época, y así lo mostró en repetidas ocasiones, aunque, obviamente, se omitía. El se dedicaba a la caza, la pesca, actos oficiales de recepción a embajadores extranjeros y poco mas; es conocida su frase «haga usted como yo, no se meta en política». Así, el pobre, sin quererlo ni beberlo, gracias a las «circunstancias » -llamémoslo así- incluida la altanería de su familia, acabó en el Valle de los Caidos.
Una vez ocurrida su inhumación, allí debería haber permanecido, enterrado bajo esa losa, y con él, todo ese periodo de la Historia y para siempre; o, «in extremis», haber procedido a reubicar sus restos, de acuerdo con su familia, cuando así se votó en el Parlamento.
Pero, como nuestra «querida» clase política-clase de muy bajo nivel, por cierto toda ella muy cutre- está aquí para «forrarse» y no para resolver problemas, pues se pospuso el asunto «para mas tarde» y ahí quedó.
Sacar ahora, a toda prisa y antes de las elecciones como fuese ¡por supuesto!, los restos del dictador, hacer alarde de ello y enarbolarlo como un triunfo de la llamada izquierda y del partido que la lidera, me parece torpe, ruin y mezquino, poco elegante, de muy poca altura de miras, y también y sobre todo, una falta absoluta de respeto a los españoles que no piensan como ellos, que son muchos millones. Pero con solo ver al elenco de ministros-empezando por la vicepresidenta- de los que ese rodea el «doctor» Sánchez, y especialmente a él mismo, está todo dicho. Blanco y en botella.
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Muchas gracias por tu comentario, José Manuel. Clarito, clarito… lo has expuesto. Un abrazo.
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