Todos los 12 de octubre celebramos el día de la Hispanidad, como ayer sábado. Una conmemoración que a muchos les parece rancia tanto en su forma como en el fondo, como es el de recordar unos hechos históricos de los que, según ellos, no deberíamos sentirnos orgullosos.
Muchos tratan, -simplemente-, de ver si , según el día de la semana que caiga, pueden hacer puente o alguna triquiñuela similar. Otros, aprovechan la efeméride para manifestar un sentimiento nacional, sobre todo en ese medio que todos llamamos redes sociales.
Es cierto que, en el pasado, -y especialmente durante el franquismo-, se producía toda una exaltación de las pasadas Glorias Imperiales y es muy probable que todavía siga influyendo en el pensamiento de muchos o en su percepción del significado de este día -hayan vivido o no- durante la etapa anterior a nuestra joven aunque ya adulta democracia.
La realidad fue que un emprendimiento español, pilotado por un italiano, dio lugar a un descubrimiento sin precedentes, nada menos que un inesperado gran continente en tiempos en que se creía saber cual era la superficie emergida de la Tierra y las relaciones entre sus territorios. Era inevitable que América terminase siendo conocida y nos cupo a los españoles el privilegio de ser los protagonistas.
Tengo para mí que, lo más extraordinario no fue la conquista en sí misma ya que en realidad, no parece que haya sido un asunto de grandes gestas militares -en el sentido tradicional de esta frase-, sino de arrojo, valentía, ambición y capacidad de intriga de un limitado número de personas. En los libros de Historia que conozco, no ocupan lugar grandes batallas en el inicio de esta América, a diferencia de lo sucedido con la formación de otros Imperios. Lo que de verdad es asombroso es que tan pocas personas llegasen a dominar la mayor parte de un continente enorme y lo que me parece más extraordinario y que debería constituir motivo de orgullo, fue nuestra capacidad de organizarlo al modo occidental y de administrar tan vastísimo territorio.
Unas zonas que ofrecen de todo menos facilidades para el transporte y las comunicaciones, debidos a la orografía, clima y otros factores ambientales. Aún hoy en día, hay partes intransitables obligados por la selva, por ejemplo.
También hay que reconocer lo milagrosos que tenía que ser que las instrucciones que emitiera, digamos Felipe II desde El Escorial, fuesen transmitidas y cumplidas en lugares en los que para llegar allí se tardaban meses de navegación y semanas de viaje por tierra.
Igualmente, la organización y el transporte de mercancías en las dos direcciones, obstaculizados con la inevitable piratería y el contrabando, -de países que siempre han ido dando lecciones de Historia ( Inglaterra y Francia ) y que entonces se los comía la envidia- resulta digno de admiración aún hoy en día. Y tampoco es menos -por mencionar un solo caso- la disposición de los aprovechamientos mineros que estaban muy bien planificada.
A mí me parece muy equivocada la percepción que tienen algunos de que , no dudan de calificar de genocidio y rapiña, lo que hicieron nuestros antepasados. Gran parte de la culpa de ello es creer a pie juntillas lo que dejó escrito y exagerado, el padre Bartolomé de las Casas.
La búsqueda de aprovechamiento económico era inevitable a la vez que la vocación civilizadora según nuestra religión y valores. Esto ha sucedido siempre así en la Historia y visto lo que ha pasado en otros territorios también colonizados, como por ejemplo África por los ingleses y franceses, los resultados que nosotros hemos obtenido en América han sido excelentes.
No me parece justo achacar las deficiencias institucionales que existen aún en algunos países hispanoamericanos a nuestra herencia. Hace mucho tiempo que son independientes -va ya para dos siglos- y también hace mucho tiempo que saben qué instituciones favorecen el progreso económico y social y cuales no lo hacen.
Hemos tenido diferentes etapas en relación con la América Hispana. Fue lo más importante del Imperio Español y era inevitable contemplarlo así. Las sucesivas independencias fueron provocando un impacto económico y político en la sociedad española de cada momento, que no se supo suplir debidamente, entre otras razones por nuestro deficiente y anticuado proceso de industrialización.
La languidez se apoderó de nosotros tras las últimas pérdidas territoriales pero esas tierras pronto fueron vistas como oportunidades empresariales para personas que difícilmente podían construir en España una vida económicamente aceptable. Los gallegos, asturianos, canarios y vascos saben mucho de eso, cuando la emigración era la única forma de salir de la pobreza.
Ahora, en tiempos más recientes, numerosísimos hispanoamericanos han venido a construir su vida en España -en la que son bienvenidos- y, en muchos casos, huyendo de su país para poner a salvo sus vidas.
Aunque muchos de ellos están realizando tareas profesionalmente modestas, tengo la confianza en que sus descendientes sepan aprovechar las oportunidades y la educación que ofrece España para poder progresar así en su futuro.
Además, nuestra tendencia demográfica es bastante preocupante y solo podremos mantener o acrecentar nuestra población con un volumen significativo de inmigración. Y aquí hay una gran ventaja al compartir la misma cultura: idioma, religión y valores. La evidencia demuestra la mayor facilidad de integración de los inmigrantes de estas tierras frente a los de otras procedencias.
Una vez más, debemos de recordar aquello de, «las cosas son, dependiendo quién las dice».
Está claro que muchas de las opiniones que muy frecuentemente escuchamos o leemos provienen de personajes no muy puestos en el tema del que opinan, o cuanto menos comentarios interesados intentando hacer la HISTORIA acorde a sus intereses o creencias.
No me parece nada más injusto que juzgar cualquier hecho o acontecimiento fuera de su contexto. Y esto lo estamos viendo cada vez con más frecuencia, sobre todo cuando se analizan hechos históricos. Lamentablemente, no es solo un problema español. Basta recordar cuando en noviembre de 2.018 en Los Ángeles retiran una estatua de Cristóbal Colón. Según ellos porque «No hay que celebrar al responsable de un genocidio».¿Qué se sabría de genocidio hace 527 años?.
¡¡En qué manos estamos!!. Así nos luce el pelo, que diría el mítico, José María García.
Importante apunte el que haces alusión a la inmigración y la demografía en España.
En este sentido no debemos de olvidarnos, por mucho que nos joda ver a tanto «sudaca o panchito», que tenemos un déficid muy importante de mano de obra y, si queremos crecer y desarrollarnos industrial y comercialmente, necesitamos «carne de cañón» para poder realizar dichos trabajos.
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Nada que añadir a tu comentario, José Antonio porque me parece muy acertado. Gracias por hacerlo. Un abrazo.
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La conquista de América no es solo la única batalla que nos tiene que hacer sentir orgullosos de pertenecer a nuestra patria, son muchos los acontecimientos que han sucedido a lo largo de nuestra historia los que nos tienen que hacer sentir orgullosos de pertenecer a ella, y el día de la hispanidad es un momento de orgullo que los reúne a todos. Si bien es cierto que por el despliegue militar que conlleva su celebración se relaciona mas con la época franquista, pero no debemos de olvidar que es el dia que celebramos el sentirnos orgullosos de permanecer a nuestra querida españa.
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Muchas gracias Leyre por tu comentario. Un beso.
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Poco que objetar, con algunos matices:
Sin duda, el descubrimiento y sobre todo, la colonización de esas tierras fue la proeza mayor en la historia de España habida hasta hoy y quizá también en los próximos siglos o milenios.
De la batalla de Lepanto nadie se acuerda–y mucho menos los estudiantes de hoy–aunque fue también un hecho histórico que impidió que casi toda Europa–y no solo hasta los Balcanes–quedase en manos del imperio Otomano, y hoy fuéramos musulmanes…quien sabe…
Tenemos en hispano-américa (no me gusta el término latino-américa; de hecho en EEUU les llaman hispanos y no latinos, vocablo inventado por los franceses para sacar tajada….) un verdadero tesoro y unas posibilidades a nivel económico enormes derivadas de todo aquello que nos une, cultura y la lengua común–que no es baladí, sino quizá lo mas importante- y que nuestras empresas del IBEX, sin duda, aprovechan. España no sería la misma sin toda esa proyección y peso internacional que nos permiten los países hispanos y hermanos.
Por desgracia, en esta efeméride no se habla de Blas de Lezo, almirante insigne y valiente vasco que impidió, en una gesta increíble de valor en Cartagena de Indias, que aquello cayera en manos británicas…hasta ya habían acuñado monedas con su graciosa majestad…y hoy se hablara inglés.
Una pena que en el siglo XVIII, creo, los yankees se apoderaran de California, Nuevo Méjico, Arizona y algunas tierras mas, porque si no, mas de medio EEUU de hoy sería de habla hispana…y lo mismo con Filipinas, un siglo mas tarde.
Como contrapunto a lo dicho, algunos dirigentes populistas hispanos como el actual mejicano y otros de la izquierda–siempre la izquierda jorobando–han intentado, sin éxito naturalmente, desvirtuar todo aquello, y tachándonos de genocidas en beneficio propio y ahí estamos.
Tampoco entiendo muy bien como en España hay tanto moro importado en detrimento de nuestros hermanos americanos…en Cataluña se entiende porque les jode que no quieran aprender catalán, pero en el resto…
Y poco mas que añadir, el artículo me gusta.
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Creo que ya va siendo hora de que vayamos conociendo nuestra Historia, como fue en realidad. Hasta ahora ha funcionado muy bien la leyenda negra y es lo que ha aceptado y defendido nuestra izquierda. Por eso siguen funcionando sobre los españoles los mitos y leyendas reprobables y estamos encantandos de lo que publican los ingleses y franceses -interesadamente- sobre nuestro pasado para que sigamos acomplejados desde hace más de un siglo… o dos.
Pues bien, creo que ha llegado la hora de que reaccionemos ante los bulos y mentiras y reivindiquemos la labor extraordinaria que nos tocó hacer y el magnífico legado que dejamos por aquellas tierras. Y es muy fácil de conseguir : leyendo un poquito… que no cuesta tanto.
Como ves, José Manuel coincidimos en lo fundamental que es lo importante. Muchas gracias por tu comentario. Un saludo.
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