Si eres hombre o niño en una guerra, sufres sin que dependa de tu condición económica o de tu edad. Pero si eres una mujer o una niña, la ración de sufrimiento será más brutal porque los combatientes siempre utilizan el sexo femenino como carne de cañón, sin importarles que las mujeres que violan o matan se parezcan a sus seres más queridos, como podrían ser sus madres o hermanas.
No es igual ser mujer que hombre en una guerra porque para ellas, hay una violencia específica que además, la viven de forma distinta, que las deja marcadas para siempre. La más humillante es la violación o convertirse en esclavas sexuales. Son prácticas horrendas, son crímenes de lesa humanidad. A pesar de que esta brutalidad se utiliza de manera generalizada como arma de guerra desde hace siglos, ha habido que esperar casi al primer decenio del siglo XXI para que se reconociese como un crimen contra la humanidad.
Cada vez hay más mujeres en los ejércitos y en la guerra de Ucrania, además, muchas jóvenes se han unido a los grupos de combate y a la Resistencia. Tanto las mujeres que huyen de los bombarderos para salvar la vida y proteger a su hijos como las que permanecen en las ciudades ocupadas, se convierten en un soporte esencial para la subsistencia de la población vulnerable.
En ese contexto, violar y matar a las mujeres y a las niñas es una forma de destruir la comunidad, como se ha visto en anteriores conflictos, especialmente africanos, donde se estiman en centenares de miles las mujeres que han sido agredidas sexualmente, tanto por las milicias como por los soldados, en los últimos 20 años. La guerra suele ir acompañada de una exaltación de la hipermasculinidad y para muchos combatientes, coger el cuerpo de las mujeres del enemigo forma parte de la conquista del territorio.

Otra fuente dramática de la vulnerabilidad está en la trata de mujeres. La frontera y la desesperación de la huida es el caldo de cultivo para los grupos mafiosos, dispuestos a victimizar doblemente a las mujeres con engaños y abusos que, a menudo, acaban en un camino sin retorno hacia la prostitución.
La retirada de las tropas rusas de parte de las ciudades ocupadas en Ucrania, ha sacado a la luz el horror de las ejecuciones de civiles y un número, cada vez mayor, de casos de atropellos contra las mujeres como el secuestro y la violación de un grupo de 25 jóvenes por parte de soldados del ejército ruso. Entre ellas, había niñas de 14 años que fueron retenidas en un sótano, por espacio de un mes, según han denunciado las autoridades ucranianas que además, han pedido una investigación independiente sobre las agresiones sexuales que se están cometiendo con ocasión de la invasión rusa a su país, para poderlas incluir como crímenes de guerra.
En otro caso, un civil fue asesinado en su casa cuando trataba de impedir la violación de su esposa, -que lo fue varias veces-, delante de sus hijos menores de edad. Otro de los más sonados, ha sido el de una niña ucraniana de 14 años, que se quedó embarazada después de haber sido violada por cinco soldados rusos. La adolescente, planea quedarse con el bebé después de que los médicos le advirtieran del riesgo que corre si aborta ahora, ya que era posible que no pueda volver a tener más hijos.
Las atrocidades de la guerra no excluyen a nadie y también se han detectado varios casos de violación de hombres. Hasta ahora, solo uno de ellos ha denunciado su experiencia. Se trata de una persona discapacitada de 45 años que no pudo alistarse en el ejército y se vió obligado a quedarse en su casa debido a su estado de salud. Allí ocurrió todo. Para denunciar lo que le pasó, ha tenido que reunir grandes dosis de coraje y fuerza porque en nuestra sociedad el forzamiento de varones es un tema tabú y raramente los afectados se atreven a hablar de ello. Desde luego, mucho menos que las mujeres.

Los psicólogos que están atendiendo a las víctimas, aprecian una diferencia entre lo que se conoce como violaciones en la sociedad civil y las que se dan en un contexto de guerra. Las primeras, tienen como objetivo el placer sexual del atacante y como es algo antinatural se le llama perversión. Las segundas, tienen una naturaleza diferente y un gran componente de sadismo. No se trata de placer sino de poder, el del violador sobre la víctima. Obtienen dominio y control, y a menudo, sin siquiera placer físico, solo moral. Varias chicas ucranianas han manifestado que, en su caso, la agresión no terminó en eyaculación.
Las violaciones en grupo y los abusos sexuales que ahora se están conociendo son congruentes con el tipo de ofensiva militar que el dirigente ruso, Vladimir Putin, ha diseñado y que se basa en ataques indiscriminados contra la población civil, fuerte presencia de mercenarios y una marcada voluntad de castigo contra los desafectos a la causa rusa. La violencia sexual se utiliza como un arma de guerra, destinada a causar terror en la población y desmoralizar a quienes integran la resistencia contra el ejército invasor.
El Tribunal Penal Internacional y la Fiscalía ucraniana, han empezado a reunir pruebas de todas estas tropelías ya que es una tarea imprescindible para que los responsables de las mismas tengan que rendir cuentas cuando terminen las investigaciones. En octubre del año 2.000, la Organización de Naciones Unidas ( ONU ), adoptó la Resolución 1.325, en la que instaba a garantizar la protección de mujeres y niñas frente a las violaciones y otros abusos sexuales, en situaciones de guerra.
Solo cuando cesen los combates en Ucrania, se conocerá el alcance real de este tipo de delitos como ocurrió entre la primera fase de la última guerra de los Balcanes (1992 – 1995 ) cuando un equipo de investigación de la Unión Europea concluyó que más de 20.000 mujeres y jóvenes habían sido violadas por soldados serbios en el transcurso de la contienda que duró una casi una década, de 1.992 a 2.001 ( ya que tuvo una segunda fase que duró entre 1.998 y 2.001) y que afectaron a seis antiguas repúblicas yugoslavas.

Un ejemplo de que este tipo de atrocidades no quedarán impunes lo demostró el Tribunal Penal Internacional en el año 2.019, cuando condenó a Bosco Ntaganda, también conocido por El Exterminador, uno de los comandantes de un grupo guerrillero que operaba en la República Democrática del Congo a 30 años de prisión por crímenes de guerra que incluían violaciones y esclavitud sexual. El mensaje que se transmite con estas condenas es que los agresores tienen que tener claro que ninguna de estas barbaridades va a quedar sin castigo.
Estimado Juan, estupendo artículo que te encoge el corazón a cada línea que vas leyendo porque todo lo que describes es absolutamente cierto . Confieso que por su crudeza me ha costado terminar su lectura
Se constata que la naturaleza humana es capaz de estas atrocidades que desde el confort de nuestra vida occidental nos cuesta trabajo pensar que está sucediendo.
Nada que añadir a tu magnifico articulo que sirve para constatar esa dura realidad.
Solo expresar el deseo de que la educación y los principios se instalen en el alma hunana de tal forma que remitan estas situaciones pero mucho me temo que eso es una utopía.
Un fuerte abrazo y feliz domingo
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En la descripción del horror creo que hay que ser lo más realista posible para que podamos imaginar la crueldad de estos bárbaros. Hay situaciones que las tenemos olvidadas y que a veces, solo las recordamos en las las películas que vemos en el cine o en casa.
Gracias Antonio, por tu comentario. Un abrazo.
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Querido amigo Juan Francisco, el artículo que acabas de publicar pone los pelos de punta, y demuestra la perversión que existe en nuestra mal llamada sociedad, que en los casos de guerras y ajustes de cuentas, lo pagan con los más débiles que en general son las niñas indefensas y las mujeres, con lo que demuestran su salvajismo y cobardía.
Hemos visto con demasiada frecuencia las agresiones a mujeres, en las conocidas manadas de varios energúmenos, que por lo general no se castigan con la que sería a mi entender, aplicación de la justicia que no es otra que la cadena perpetua, ya que se ha demostrado que los violadores son reincidentes, y vuelven a cometer los mismos crímenes cuando pueden, no tengo conocimiento de que ninguno se haya curado de sus inclinaciones y perversiones.
Si además se amparan en las guerras que les permiten una impunidad, casi siempre sin castigo conocido, les envalentona y se vuelven más salvajes y depravados, podemos comprobar como las tropas de chechenos que actúan de mercenarios en la guerra de Ucrania, se vanaglorian de sus fechorías ante la televisión, y amenazan con seguir sus bárbaras agresiones.
El otro tipo de salvajes que se dedican a captar a mujeres por lo general muy jóvenes, que con falsas promesas para obtener una vida mejor de la que tienen en sus lugares de origen, son tan depravados que por el dinero fácil, engañan a sus víctimas y las convierten en esclavas sexuales, ayudados por otros desaprensivos que las someten y negocian con sus cuerpos y su dignidad.
Las denuncias que se presentan y estudian sobre los crímenes de guerra, que afectan a los abusos sexuales y violaciones, cometidos por militares y mercenarios, en la mayoría de los casos quedan impunes, lo cual nos demuestra que la sociedad en que vivimos está enferma sin curación conocida, y que los políticos de la ONU que tan buenos sueldos cobran y tan buena vida llevan no sirven para mucho, ya que si no tienen poder para intervenir en los casos graves que ocurren, lo mejor sería ahorrarnos esas cantidades inmensas de dinero, y gastarlo en ayuda y defensa de los oprimidos que son los necesitados.
Las mujeres de las naciones más adelantadas, van escalando en todos los estamentos de la sociedad, y aunque todavía falta mucho para la igualdad real, son infinitamente menos vulnerables que las del tercer mundo, donde están dominadas por el machismo más inhumano, y son maltratadas con impunidad, convertidas en ciudadanas de tercera sin derechos.
Esperemos que la defensa a las mujeres no se quede en las leyes de Igualdad de género, que como bien se demuestra no sirven para mucho, sólo palabrería y desconocimiento de lo que realmente hay que hacer.
Un abrazo y felicidades por tu artículo, que a los que tenemos hijas y nietas nos preocupa mucho.
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Como siempre, nada tengo que añadir a tu reflexión que comparto en su integridad. Gracias por hacerla, Fernando. Un abrazo.
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Un horror en cualquiera de sus versiones.
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Creo que estas noticias deben de conocerse -por horribles que sean- porque en esta guerra -como casi en todas- estas atrocidades pasan a segundo o tercer lugar en los medios de comunicación. Por cierto, nuestra inigualable e infalible Ministra de Igualdad… ¿ ha dicho algo ? o acaso lo comprende porque los violadores son de su cuerda…
Gracias Leyre por tu comentario. Un beso.
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Como bien comentas Juan, las mujeres siempre han sido un «botín de guerra», lamentablemente.
Sin embargo, pareciere que las mujeres se llevan la peor parte y no es cierto. Tradicionalmente, han sido los hombres los que vienen protegido a las mujeres y los niños -al menos en occidente- dando la vida por ellos. Es decir, el hombre por su sola condición de género, ha sido «carne de cañón», y raramente las mujeres. Incluso a la hora del hundimiento de un barco, por ejemplo, el hombre ha dado prioridad a la salvación de las mujeres y los niños por encima de ellos.
Que las mujeres y los niños vienen siendo protegidos en las retaguardias desde siempre, es un hecho. Después, los vencedores los usarían como botín de guerra… y puede que algo más.
He considerado oportuno hacer esta pequeña introducción, para que las feministas no se vengan arriba con tu artículo. Y, ya que mencionas «los crímenes rusos unilateralmente», démosle un repaso también a los de los ucranianos.
En el caso de Ucrania, el gobierno ucraniano viene asesinando a los ucraniano del Dombass, y violando a sus mujeres desde el 2014, por su simple afinidad pro-rusa. Eso es al menos, lo que vienen denunciado «los otros ucranianos», los hasta ahora «huérfanos», al menos para occidente.
Autonomía que por cierto, votó el 90% de los ciudadanos del Dombass a favor.
Dicho esto, estoy en contra de la invasión militar rusa en Ucrania. Quizás en otro mundo, los conflictos se puedan resolver sin violencia. Yo al menos, aspiro a ese mundo. Desde la razón y la generosidad. Desde el amor y la empatía. Desde una elevada conciencia.
Y en la actualidad, por mucho que los medios oficialistas occidentales «los buenos» solo muestren una cara de los «crímenes de guerra», al contrario y en la actualidad, también existen miles de denuncias por tortura, asesinato y violaciones.
Los crímenes de guerra no entienden de bandos, por mucho que la propaganda belicista insista. Todos los crímenes son condenables e injustificables. Es más, todas las guerras sin excepción, esconden intereses que rara vez se cuentan. Todas son condenables. Pero no siempre el malo es el que ataca, si lo considera en defensa propia.
Por otra parte, siempre se nos intenta hacer creer que los «crímenes de guerra», son cosa del enemigo. Luego, los vencedores escribirán la historia, y puede que incluso se prohíba a los historiadores investigar o dudar de la versión oficial -bajo pena de cárcel-, como le viene sucediendo a decenas de historiadores desde la segunda guerra mundial.
Es más, de ahí, que de ninguna otra parte, surgió el San Benito de «negacionista». Primario negativo contra los que vienen dudando de la actual pandemia, por ejemplo, o de la no menos canonizada narrativa oficial a favor de Ucrania. Pero no nos vallamos tan lejos…
¿y qué otra cosa es si no, la ley de memoria histórica en España?
Si la violación sexual es un arma de guerra contra las mujeres, como bien denuncias, la sola presencia de «genitales masculinos» lo es contra los hombres. Pregúntenselo si no, a los pobres ucranianos del sexo masculino que por su sola edad y sexo, los obligan a matar o morir en contra de su voluntad. ídem de ídem para los rusos -que simplemente cumplen con su servicio militar-. Casi cada familia ucraniana tiene familia en Rusia y viceversa.
Nadie sale impune de las guerras excepto sus contubernios, que ni siquiera sus gobernantes.
Pobres hombres, pobres mujeres, y pobres niños de todos los bandos.
Me despido con una frase lapidaria de Schopenhauer: «el mundo es un infierno que se divide en: seres atormentados y demonios atormentadores».
Un saludo
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Indicas las primeras noticias que tengo de que los ucranianos también hacían de las suyas en el Dombás que, de ser ciertas, serían tan condenables como como las que menciono de los rusos. Esta invasión era innecesaria y absurda en los tiempos que vivimos y en el continente en el que se desarrolla y responde a la estrategia soviética del » ataque preventivo » que iba asociado a la teoría de » soberanía limitada» de los antiguos países del Este, fronterizos con la Europa Occidental. Putin quiere restablecer la antigua Unión Soviética por las buenas o por las malas y hasta que los propios rusos no acaben con él, será como un dolor de muelas para los demás
Gracias por tu comentario, JuanGa, como siempre. Un barazo.
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