EL SUICIDIO » POR » LA POLICÍA.

Se trata de un fenómeno muy extendido en los Estados Unidos de Norteamérica. Consiste en mostrar una actitud amenazante ante la Policía, para obligar a los agentes a disparar a matar. Se hace ante la presencia de armas de fogueo, cuchillos, cinturones de bombas falsos, etc. Las estadísticas criminales de ese país, reflejan  que más de un tercio de las muertes por los disparos de la Policía, corresponden a este tipo de actuaciones.

En España y según avanzaba la investigación, lo que en un principio se calificó de » ataque terrorista «, acabó siendo uno de estos casos. Fue el 21 de agosto del año 2.018 en la Comisaría de la Policía Autonómica Catalana de Cornellá del Llobregat ( Barcelona ) donde un ciudadano argelino de 29 años, entró blandiendo un cuchillo de grandes dimensiones y gritando « Alá es grande «.

Pretendía matar a la Policía que le abrió la puerta y que se defendió realizando varios disparos que le ocasionaron la muerte. El agresor recibió un impacto en el muslo, otro en el hombro y otro en la cabeza. La agente efectuó un cuarto disparo que no llegó a impactar en el agresor.

La familia de la víctima anunció que, iba a denunciar a la Policía autora de los disparos por » negligencia «, afirmando que el argelino no fue » abatido en legítima defensa sino asesinado «. Versión que se extendió rápidamente en las redes sociales, acusando a la Policía Autonómica de tener » el gatillo fácil «.

Resultado de imagen de Atentado islamista a la Comisaría de Cornella

De lo investigado hasta ahora, parece que, morir era -precisamente- la intención del argelino. Barajando la hipótesis de que muriendo, buscaba » la redención » ante la comunidad musulmana a la que pertenecía, debido a » la vergüenza » de su homosexualidad que un año antes le había llevado a romper con su pareja y a la que avisó de « su partida hacia el gran sitio que está arriba «.

Lo mejor para defenderse ante un ataque con cuchillo es huir, siempre que se pueda. Entrar en combate cuerpo a cuerpo, para una persona corriente es casi un suicidio. En el mejor de los casos, resultaría con heridas muy graves. Las heridas de navajas, cuchillos, machetes o cualquier arma blanca son cortas, eléctricas, muy violentas y más letales que un enfrentamiento por arma de fuego.

En cambio, un Policía no puede permitirse el lujo de retirarse ante esta clase de asaltos y su obligación es repeler el ataque para protegerse a sí mismo y a los que le rodean. En estas circunstancias, un ataque con arma blanca es una de las situaciones más peligrosas a las que se puede enfrentar un profesional de la Policía.

En el caso de Cornellá, nos encontramos ante un espacio cerrado, donde las distancias son muy cortas; hay dificultades para moverse ( todo transcurrió en el vestíbulo del edificio policial ) y donde tienes que disparar en movimiento. En estas condiciones, » parar » al agresor con tres disparos de cuatro y sin efectos colaterales, parece mucho más » un éxito » – desde el punto de vista profesional-  que una negligencia, como denuncia la familia del fallecido. En el proceso judicial se aclararán todos los extremos.

7 comentarios sobre “EL SUICIDIO » POR » LA POLICÍA.

  1. En éstos casos, casi siempre, la familia busca «sacar tajada» aconsejado en ocasiones por abogados sin escrúpulos que buscan su beneficio. Buen fin de semana.

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  2. Conociendo la justicia de este país, es para echarse a temblar. Una de las cosas más repugnantes de ella, es el sentido que tiene de la “PROPORCIONALIDAD”. Es decir, que si viene hacia mí un energúmeno armado con un cuchillo, he de calibrar sus intenciones (porque a lo mejor no venía a matarme), las dimensiones del cuchillo (a lo mejor no es excesivamente grande), la dirección del viento y, ante todo, la proporcionalidad de mi posible respuesta (es decir, de mi arma). Vamos, que lo razonable es hacer como jueces y policías debemos estar cansados de ver en las películas: arrojar la pistola a un lado e ir hacia el energúmeno con la proporcionalidad de las manos vacías, y quitarle el cuchillo sin romperlo ni hacerle daño al presunto. O pedir otro cuchillo de la misma marca y modelo. Que es fácil, no te digo. Y no hacer como el irresponsable del policía español que, a punto de ser linchado por cinco individuos, en el último momento se le ocurrió la idea de defenderse, sacó el arma e hirió de muerte a uno de los agresores. Fue condenado, claro.
    En otros países es distinto, no están tan “avanzados”. A la justicia se le ocurre que la policía tiene la obligación de proteger Y PROTEGERSE, y tiene que anular el peligro sea como sea. Si el delincuente va armado con algo más que un mechero, ha de saber que la policía puede disparar, y del resultado sólo él será culpable, por no obedecer las indicaciones del agente, echar el arma lejos y ponerse en disposición de ser esposado. Las motivaciones que pueda tener el agresor son secundarias a este respecto, no tienen por qué ser conocidas por la policía. Otra cosa BIEN DISTINTA es cometer un homicidio, como sin duda fue lo que pasó en EEUU hace poco, en que un ciudadano negro murió asfixiado por un agente. En definitiva, sentido común.

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