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Los inmigrantes, abandonan su familia y su país, con la esperanza de mejorar sus condiciones de vida, debido a diferentes causas : de violencia, de discriminación de derechos, de persecución de cualquier tipo ( raza, religión, orientación sexual… ), de hambre, de tráfico de seres humanos, etc.
Hasta que lleguen al país de destino, normalmente, recorrerán otros antes y tardarán meses o incluso años. En todo el trayecto, lo más probable es que se encuentren con el desarraigo y la explotación sexual o laboral, cosa muy común cuando se encuentran mucho tiempo en la ilegalidad.
Muchos de ellos, acabarán trastornados en su salud mental, debido a las barreras que se encuentran: la soledad, la ruptura familiar para los solteros, el abandono de esposa e hijos para los casados, una nueva lengua, una nueva cultura y muchos sentimientos cruzados. Están aquí pero también allí, en los dos lados.
Muchos vienen del mundo rural, con sus tradiciones ancestrales y se encuentran con sociedades secularizadas, egoístas y decadentes; y por eso, hay choques con mucho impacto. De repente, un joven llega a una tierra nueva y sus valores cambian por completo con respecto a las raíces que sostenían su vida.

La inmigración, es un asunto complejo, con muchas consecuencias, tanto positivas como negativas. Por la redes sociales, funcionan muchos bulos falsos que hacen aumentar las actitudes xenófobas y racistas, con argumentos manipulados, tales como que están llegando muchos inmigrantes irregulares y que no caben más. Olvidando que tanto España como Europa se van muriendo, debido a sus bajas tasas de natalidad.
Sobre esto, hay que decir que, con arreglo a los datos oficiales de la Organización de Naciones Unidas ( ONU ) y de la Comisión de Ayuda al Refugiado ( ACNUR ), en el año 2.918, a Europa llegaron 118.000 inmigrantes por mar, principalmente a España, Italia y Grecia. Después, La pandemia china ha afectado a la inmigración de manera importante, reduciendo el número de llegadas ilegales a la Unión Europea, llegando a las cifras más bajas desde 2.009 que fue cuando empezaron a recogerse.
Si miramos un poco para atrás, se puede ver que en el año 2.014, llegaron 247.000; en 2.015, un millón; en 2.016, 360.000. Si damos un salto hasta 2.021, llegaron 112.600, que suponían un 30% más que el año anterior de 2.020. Con arreglo a las cifras, se puede afirmar que cada vez llegan menos inmigrantes. Sin embargo, lo que se está transmitiendo a la sociedad, es lo contrario. La razón más clara, parece ser, es que la inmigración es una moneda para conseguir un rédito electoral y por ello, provoca miedo, rechazo y tensión.
Las organizaciones de ayuda a este sector, no se cansan de repetir que, en España, no se quedan ni siquiera la mitad de los que vienen y según sus estimaciones, el 66% se van a otros países europeos, principalmente a Francia, que nos devuelve, de media, un centenar de inmigrantes subsaharianos diarios, por los Puestos Fronterizos pirenaicos de Irún y La Junquera. Aunque consiguen pasar al tercer o cuarto intento.

Y señalan que, normalmente, el inmigrante tiene un sueño y a partir de él, ha construido un proyecto migratorio. Ha recogido la información necesaria, a través de, la familia, compatriotas, de las redes sociales, de los medios de comunicación… y está decidido a que se cumpla, a pesar de las dificultades que sabe se va encontrar.
Por lo tanto, el inmigrante no viene a ciegas, conoce donde y como quiere ir y que es lo que se va a encontrar por el camino. Todo eso, le hace soportable la realidad de lo que está viviendo en cada momento. Ese ansia de mejora, no lo frena, ni el número de muertos ( 769 en 2.018 ) de los que llegan por mar, ni los desaparecidos y que, en 2.021 fueron 3.157, que suponían un 36% más que en 2.020 que llegaron a 2.326. Y como acabamos de ver ahora, en el caso de Melilla, tampoco el resultado de su asaltos a las alambradas fronterizas de Ceuta y Melilla.
Tampoco, a los menores les para que nuestros Centros para ellos, estén desbordados, atendiendo hasta el triple de su capacidad, muchos de ellos. Luego, los chicos se escapan y van deambulando de un sitio para otro. Otros, caen las garras de las mafias que los explotan a todos los niveles, sea en el ámbito laboral o sexual. Una verdadera tragedia para quién se presume que deberían de crecer con normalidad y armonía para labrarse su futuro.
El debate, hace tiempo que está abierto, sobre todo para el necesario desarrollo de África, que es de donde proceden la mayoría. Si la gente más joven emigra, si los más valientes y preparados, abandonan su país; eso supone una sangría que ninguna nación se puede permitir. De esta manera, vaciándose, el continente africano nunca podrá prosperar y estará destinado a facilitar mano de obra fácil y barata a los europeos.

Si desde España, por la parte que le toca como puerta de entrada y de Europa, como destino de bastantes de ellos, no se toman medidas en origen y en colaboración con los países respectivos, sin olvidar a los de tránsito, no se va a frenar el grado de frustración que siente esta gente al considerarse marginada de la imagen de seguridad y bienestar que proyectan las televisiones en sus receptores familiares y les confirman los amigos y vecinos que consiguieron llegar, cuando cada año regresan al pueblo cargados de regalos para repartir,
Me estoy refiriendo a millones de personas que, además se van a ver afectadas por la próxima hambruna que ha pronosticado la Unión Europea, para la mayor parte de ese continente como consecuencia de la invasión de Ucrania por Rusia y los consiguientes problemas logísticos de transporte y distribución de los cereales ucranianos.