Los que tenemos ya cierta edad sabemos que España, en esencia, no cambió con la muerte de Franco porque vivimos aquella etapa. Pero la Guerra Civil, la ganó Franco y lo siento por la cantidad de perdedores revanchistas que parece que todavía pululan por ahí. Ya no se puede ganar en los despachos por más empeño que le pongan algunos y por mucha Ley de Memoria Democrática. que impongan. El tren del siglo XXI está pasando delante de nosotros y es otra guerra. Hay que orillar la de 1.936 y dejársela a los historiadores para hacerle frente a la que ha llegado ahora ( crisis económica, desempleo…)
Franco, murió en la madrugada del 20 de noviembre de 1.975, en una cama hospitalaria, debidamente atendido por un competente equipo médico, debido a diversos fallos multiorgánicos fruto de la edad que ya tenía: 82 años. Desgraciadamente, eso no se lo perdonan los descendientes de sus enemigos que aún viven y ahora nos gobiernan. Entonces, España entera se paralizó y la cola de anónimos ciudadanos venidos desde todo el territorio nacional para mostrarle su reconocimiento y afecto, era de varios kilómetros para sorpresa de esas televisiones extranjeras y numerosos periodistas foráneos que no daban crédito a lo que estaban viendo, envenenados como venían de tanta desinformación izquierdista.
A toda prisa, se preparó la Transición Política hacia la democracia en un clima de entendimiento que ha pasado a la Historia como el Espíritu del 78 ( se refiere al año 1.978 ). El mundo entero se asombró de nuestra madurez como pueblo y nuestra preparación para el siguiente período político que necesariamente tenía que venir. Desde entonces, aquel ejercicio difícil de un prestidigitador llamado Adolfo Suárez, -por encargo del Rey Padre Juan Carlos I- se estudia en las más prestigiosas universidades extranjeras de los cinco continentes, como ejemplo a seguir para llegar a la democracia de manera racional y sensata, en la que todos los grupos políticos tienen que ceder algo para buscar una convivencia duradera que se traduzca en una diaria paz social, reconocida y respetada por todos.

En este año de nuestro Señor de 2.022, me parece que ya es tarde para seguir en las trincheras del combate guerracivilista. Franco ganó, gobernó y murió en la España que había fabricado; creó un gran sector público, una clase media y un país aislado del mundo occidental pero que logró desarrollarse a base de turismo -todavía estamos en eso- Planes de Desarrollo, infraestructuras y divisas que mandaron los que tuvieron que emigrar. También seguimos estando en el proceso de la emigración, ahora con flamantes títulos universitarios para regocijo de británicos y alemanes; nada de maletas de madera atadas con guitas, con destino Francia y Suiza. Un país aislado hasta que Estados Unidos necesitó a España para sus intereses estratégicos -corría el año 1.958- bendijo a Franco y le sacó las bases militares que todavía perduran. Por eso, Franco murió físicamente, pero no del todo porque las estructuras de poder que lo mantuvieron tanto tiempo, permanecieron.
Con Franco, sucede como cuando padecemos un trauma por causa de alguien: aunque se muera esa persona, el trauma sigue ahí y hay quien necesita terapia para sacarlo de su mente. Determinados españoles, hace decenios que deberían haber iniciado ese tratamiento por lo que muchos jóvenes comprometidos -hoy ya abuelos como yo- decían ya en la Transición: no nos vamos a pasar otros 4O años, hablando de los 40 años de Franco. Y eso, es lo que se está haciendo ahora este Gobierno socialcomunista, apoyado por los herederos de aquellos perdedores más los separatistas vascos y golpistas catalanes ( vaya tropa )… solo que ocho décadas después.
Hay que ser torpe, hay que estar ciego de rencor y ser un verdadero ignorante para seguir desenterrando, periódicamente, al brillante militar que venció de manera aplastante en aquella indeseada contienda, a una masa formada por comunistas, anarquistas, troskistas, grupúsculos del ejército republicano y demás milicias voluntariosas de toda clase y condición, tanto de origen nacional como extranjero.

Discutir sobre eso, discrepar de su resultado, no es más que un cínico esfuerzo de autoengaño que no te lleva a ninguna parte, Hasta hoy, este Gobierno que tenemos perdería de nuevo la guerra, si por desgracia llegara, porque esta España actual, se parece cada día más a la jaula de grillos que fue la mitificada Segunda República, en la que -en absoluto- se ataban los perros con longaliza, si bien hubo un interesante intento de terminar con la entonces España atrasada desde el nefasto siglo XIX, por parte de bastantes políticos e intelectuales que saludaron -incautamente- el advenimiento del nuevo régimen y que fueron barridos rápidamente por los seguidores revolucionarios teniendo que acabar exiliándose. Conviene recordar ahora, a uno de nuestros mejores pensadores, como fue Ortega y Gasset, cuando harto de tanto crimen y destrucción, pronunció su famosa frase de : no es esto, la República, no es esto.
El rojerío de aquel tiempo, tanto el interior como el exiliado, estaba convencido que tras la muerte de Franco llegaría lo que ya entonces llamaban democracia burguesa, es decir, lo que tenemos ahora. Para ellos, era una etapa más del capitalismo que no era su finalidad, era un régimen del que había que aprovecharse para llegar al socialismo que era lo que pretendían. Eso no significaba vivir hablando de Franco, ni tirarse al terrorismo, sino levantar una sociedad paralela a la capitalista, mirar al futuro. Franco quedaba atrás y de hecho quedó, Es ahora, cuando unos jóvenes indocumentados que se llenan la boca de decir que son de izquierdas, han desempolvado a Franco porque no saben como sacar al mundo del sistema que los ha vencido: el capitalismo.
Otro mundo es posible, sostiene la izquierda. Sí, le ha contestado la derecha y el capitalismo, pero lo estamos construyendo nosotros, es el mundo de la globalización con todas sus riquezas y miserias. El mismo Carlos Marx dijo que para implantar el comunismo, primero debería de desarrollarse el capitalismo y Lenin, cuando pensaba y logró el poder en Rusia, esperaba un resultado similar en la entonces ya avanzada Alemania. No se produjo y Stalin se decidió por el socialismo en un solo país: Rusia, con el resultado calamitoso y genocida que todos conocemos.