Considero que una de las principales tareas de los Cuerpos de Policía -en cualquier lugar- debe de ser la de reflejar la sociedad que están llamados a proteger. La Policía, no puede funcionar correctamente si da la impresión de estar al margen de la sociedad, alejándose de la cultura y las tradiciones del medio en que trabaja porque corre el riesgo de perder la simpatía de la población, de quedar incomunicada de ella y -sobre todo- de perder su confianza que es una condición esencial para el mantenimiento del orden y la seguridad pública. La Policía alcanza sus objetivos cuando constituye un reflejo fiel de la sociedad a la que sirve y se condena al fracaso cuando deja de evolucionar en el mismo sentido que esta.
Los Cuerpos de Policía deben además, afrontar otro reto: trabajar para prevenir la delincuencia con tanta energía como la empleada tradicionalmente para combatirla. De la misma forma que en medicina el mejor remedio es la prevención, si no se transgreden las leyes no habrá ninguna necesidad de aplicar sanciones.
Todos sabemos que ninguna sociedad civilizada puede hacer respetar las leyes si los ciudadanos no están dispuestos a obedecerlas. Quizá el mejor ejemplo lo constituya la lucha contra el tráfico de drogas : si no hubiera toxicómanos, no existiría el tráfico de drogas. Si se quiere luchar contra el problema de la oferta, hay que ocuparse igualmente del problema de la demanda.
Lo que significaría el lanzamiento y mantenimiento de una gran campaña de educación ( las actuales iniciativas son insuficientes y temporales ) destinada a cambiar la actitud de las personas y hacerlas conscientes de los estragos que causa la droga y suponga -asímismo- la previsión de buenos tratamientos y la oferta a nuestros hijos y nietos de buenas posibilidades de futuro para evitar que caigan en esta trampa.
Es muy importante prevenir la delincuencia y también lo es castigarla cuando se produce. Los delincuentes en potencia deben saber que no se les dejará saltarse impúnemente los valores de la sociedad civilizada. El castigo ejerce sobre ellos un poder disuasorio y sirve igualmente para proteger a posibles víctimas.
También se necesita la cooperación de otras instituciones de la sociedad que como los colegios, la Universidad o las distintas religiones pueden constituir medios esenciales para prevenir y combatir el delito, dadas su función y experiencia. Igualmente hace falta la colaboración de la mayor parte de ciudadanos sin cuya confianza la Policía no puede actuar
Esta colaboración impone a su vez, una obligación de apertura y de sensibilidad frente a las necesidades. Los organismos policiales solo conservarán su legitimidad si se mantienen a la escucha de las auténticas necesidades de toda la colectividad nacional. Es necesario que los ciudadanos sientan que la Policía defiende sus derechos y no que forma parte del problema. A este fin es esencial que la Policía pueda modificar sus prioridades en función de la evolución de la sociedad.
La capacidad de mantener el orden de los Cuerpos Policiales depende de la equitativa aplicación de la ley. En cualquier país democrático, las leyes no pueden permitir ni excepciones, ni objeciones. Precisamente las leyes son eficaces porque se aplican a todo el mundo por igual. Ningún resentimiento puede ser una excusa para socavar los cimientos de la libertad. La firmeza, la paciencia y el respeto a la vida deben triunfar siempre frente a los violentos.
Se deben de observar dos de los principios fundamentales de cualquier sociedad pacífica y civilizada : el primero es, que para poder aplicar la ley, hay que respetarla y el segundo, que para respetar la ley hay que aplicarla. Todas las sociedades deben de aprender una y otra vez estos principios que constituyen el fundamento de la libertad y de la democracia, a la vez que definen la misión de los organismos encargados de aplicar las leyes.
Los servicios policiales tienen siempre una gran responsabilidad que es la que la sociedad les ha impuesto. Se les confía siempre las tareas más ingratas y se les pide que se enfrenten y resuelvan los peligros cotidianos. Se les pide que sean valientes pero también sensibles, incluso se les exige que decidan en problemas que escapan a sus manos.
Las características de la delincuencia evolucionan, así como los instrumentos de los que se vale, por eso los métodos policiales deben adaptarse a los tiempos. Pero el objetivo final sigue siendo el mismo : garantizar la paz y el orden que permitan a nuestra sociedad progresar con libertad y tranquilidad. Esta es la meta de una sociedad civilizada.