Periódicamente, nos encontramos con campañas antiespañolas que cuestionan la herencia hispana recibida en más de la mitad del territorio de lo que hoy forman los Estados Unidos de América del Norte. Como todo plan organizado está basado en el odio, la ignorancia y los deseos de venganza.
Esta vez que voy a contar, lo ha dirigido un concejal de la ciudad de los Angeles y una Supervisora Municipal, Micth O´Farrel e Hilda Solís. respectivamente. El primero de ellos, criollo de irlandés e india y la segunda hispana total. Ambos, ya en el pasado 2.017, consiguieron que la ciudad no celebrara el Día de Colón que hasta entonces era un día festivo y ya en noviembre de 2.018, presidieron la retirada de la estatua del descubridor de América, en el parque donde llevaba colocada 45 años gracias a una iniciativa de la comunidad italiana local.
El concejal mencionado, desciende de la tribu de los indios wyandotas de los que quedan, casi cinco mil reconocidos, en todo el territorio nacional norteamericano y de ellos, poco más de mil concentrados en el Estado de Oklahoma.
Los primeros europeos con los que se encontraron los wyandotas fueron los franceses en 1.536. Más tarde, la población se vio diezmada por las enfermedades y peleas contra sus eternos rivales, la tribu de los indios iroqueses. Como se ve hasta ahora, nada que ver con los españoles.
Pero el susodicho concejal no está para sutilezas y sigue afirmando que : el mismo Colón fue responsable de cometer atrocidades y sus acciones pusieron en marcha el mayor genocidio de la Historia. Su imagen no debería de celebrarse en ningún sitio.
El Embajador de España en Washinton ha remitido una carta al Ayuntamiento de Los Angeles, donde lamenta el episodio de la estatua y las pintadas a un busto de fray Junípero Serra, al tiempo que expresa su decepción por este intento de resucitar la leyenda negra española.
Al menos en esta ocasión, el Gobierno socialista ha actuado con mayor contundencia que, el anterior Gobierno popular cuando ocurrió la eliminación del Día de Colón, que se viene celebrando en prácticamente todo el territorio norteamericano, desde finales del siglo XIX, para simbolizar que la suya es una nación de emigrantes.
Con arreglo a todo lo publicado hasta ahora, esta campaña antiespañola no va a acabar aquí. Lo que se trata es de que los anglosajones encuentren el chivo expiatorio que explique la desaparición de los indios en América del Norte y al parecer, los españoles -como siempre- tenemos todos los números para que nos toque.
Está documentado que, el primer contacto de los españoles con los indios de la zona lo establece fray Junípero de la Serra, en 1.769, cuando Colón ya debía de estar más que cansado de estar muerto. También se puede acreditar que, si existió un genocidio en California, fue a partir de 1.849 cuando el territorio pasa a manos de los Estados Unidos y llegan miles de blancos atraídos por la fiebre del oro.
En los siguientes 20 años, desapareció el 80% de la población indígena, muchos de ellos asesinados a sangre fría. Pero estos datos que son públicos y están al alcance de cualquiera, poco parecen importar al concejal O¨Farrel que tiene la desfachatez de definirse como un buscador de hechos.
Lo cierto es que, en la actualidad, los españoles no estamos muy unidos a la ciudad de Los Angeles y los hispanos allí residentes, tampoco. Les han vendido y lo han comprado -gustosamente, encima- el distorsionador discurso anglosajón. Eso es lo que estudian, incluso hoy, algunos ingenuos que lamentan no haber sido conquistados por los ingleses; a los que se podría replicar que, a los pocos que hubieran podido sobrevivir confinados en las Reservas, no se les hubiera ocurrido esa pregunta.
Por otro lado, el revisionismo histórico es una práctica perfectamente reglada en las comunidades académicas que estudian cualquier asunto relativo al pasado. A la luz de nuevos datos, análisis más precisos o reseñas menos sesgadas; se procede a un examen del relato preponderante para luego dar paso -si la solidez de los argumentos nuevos parece adecuada- a una reinterpretación narrativa. O lo que es lo mismo, la Historia estará siempre sujeta a una permanente reescritura.
Esa es una de las leyes fundamentales inherentes a la ciencia y a su método de trabajo. Ahora bien, dicha actuación genera una variante tendenciosa, orientada a la manipulación, porque son infinitos los casos en los que el proceder se usurpa con fines -generalmente- políticos para trastornar la cronología. Entonces recibe el nombre de revisionismo pseudocientífico.
Por costumbre, tendemos a vincular tal mistificación con regímenes totalitarios que buscan adulterar el más poderoso acervo comunitario como es el pasado. La alteracion en la era de la información resulta tan simple que, cualquiera con un mínimo altavoz, se atreve -disponiendo de los medios necesarios- a lanzar cualquier dislate a la opinión pública.
Creo que el último herido por esa capacidad aniquiladora ha sido Cristóbal Colón, cuya figura, -una vez más- ha vuelto a ser cuestionada, poniéndola de nuevo, en duda. Sin embargo, los españoles no hemos caído en la trampa. Lo demuestra una encuesta publicada por el periódico La Razón, el 18 de diciembre del pasado 2.018, donde el 71,6% condenaba la eliminación de los símbolos y estatuas del navegante ; y casi un 75%, no se creía que fuera un genocida.
Además, la mitad de los encuestados se oponían a la idea de revisar la Historia, en base a criterios actuales porque desprestigiar nuestro pasado sin fundamento, nos hace más ignorantes y propicios al fracaso.
La corriente xenófoba y excluyente que se ha ido instalando en los Estados Unidos de la mano del actual Presidente Donald Trump, que cree que la diversidad es una amenaza para su país, choca con la realidad que no es otra que el crecimiento constante de la lengua española en la primera potencia mundial, que se ha convertido ya en el segundo país -tras México, que es el primero- en el número de hablantes de español.
Frente a eso, hay quien reacciona intentando romper algo que es propio de aquel país, como es su variedad y riqueza cultural. Es una ofensa, no ya a los españoles, sino a los propios estadounidenses de origen hispano que son bilingües y tienen al español como lengua materna.
Por fin España, empieza a defenderse y ha diseñado un programa para combatir la política oficial norteamericana que trata de humillar al mundo hispano, despreciar lo español e imponer el inglés como lengua privilegiada, como así fue una de las primeras medidas que Trump adoptó y fue el suprimir el español en la pagina electrónica de la Casa Blanca. También está intentando borrar la memoria histórica en los Estados Hispanos ( Arizona, Tejas, Nuevo México, Colorado, Montana, Florida y California ).
Como afortunadamente todavía queda alguna mente lúcida, el Alcalde de Los Angeles, Eric Garcetti, aprovechó la visita del Presidente español, Pedro Sánchez, para pedirle una sede del Instituto Cervantes ya que en el área metropolitana de la capital residen unos 8,5 millones de hispanos ; en su última visita a la ciudad californiana, en septiembre de 2.018. En la actualidad, se está trabajando para que esa petición sea una realidad a finales del presente año.
Entonces será la quinta sede del Instituto en tierras norteamericanas, junto con las ya existentes en Nueva York, Chicago, Alburquerque ( en el Estado de Nuevo México ) y Harvad ( Estado de Massachussets ). Con estas bases se quiere reaccionar defendiendo el legado histórico español y su lengua.