Que la capital de Venezuela, Caracas, es una de las ciudades más peligrosas del mundo, lo dicen los números : 89 homicidios por cada 100.000 habitantes. En 2.017, Venezuela registró 26.616 muertes violentas, lo que supone un promedio de que cuatro venezolanos son muertos cada hora. Para que sirva de referencia, en España, hubo ese año 325 víctimas, 77 de las cuales fueron de violencia de género. Lo que supone una tasa del 0,66 %.
En 2.021, hubo en este país sudamericano, casi 40,9 homicidios por cada 100.000 habitantes, un monto total de más de 11.000 muertes violentas, cantidad por debajo del 45,6 del año anterior, 2.020. Desde 2.017, cuando alcanzó su punto máximo, la tasa de homicidios ha ido disminuyendo año tras año. Cifras que hay que tomar con la debida reserva ya que se trata de estadísticas oficiales que no han sido refrendadas por ningún organismo internacional o independiente. Como es sabido, desde hace varios años, el Gobierno de Nicolás Maduro mantiene cerradas las fuentes informativas e impone la censura en los medios de comunicación social.
En medio de la peor crisis conocida que atraviesa el país iberoamericano, en todos los órdenes : política, social y económicamente ; con éxodo migratorio que supera los cinco millones de personas, ha generado en esta nación un fenómeno paradójico colateral, como es un notorio descenso de los niveles de inseguridad ciudadana. Es la primera vez que esto ocurre desde 1.989 y, pese a ello, el secuestro de personas se ha convertido en uno de los pocos negocios rentables. La precariedad y la corrupción existente han provocado que, en este negocio, participen tanto delincuentes como Policías, los primeros llevando a cabo la detención y los segundos, negociando los rescates.

Todas las conversaciones realizadas para la puesta en libertad del secuestrado, tienen la misma frase final : en dólares y en efectivo. Hasta ahora, se mantenía a la víctima cautiva durante unos días y era la forma más lucrativa, pero las bandas criminales han perfeccionado un nuevo sistema llamado la cava. Este nuevo método, consiste en capturar a varias víctimas, sin relación alguna entre sí, manteniéndolas retenidas en el mismo coche mientras que los delincuentes -en este caso, Policías- negocian con los familiares de cada una de ellas para obtener el rescate
Veamos un caso real. Le ocurrió a tres jóvenes cuando caminaban hacia sus respectivas casas, en una zona acomodada de la capital venezolana ( Prados del Este ). Iban distraídos y charlando amigablemente cuando, inesperadamente, apareció otro joven desconocido que llevaba un arma larga y, tras amenazarlos, los subió a una camioneta de color negro.
Los secuestradores, exigieron como rescate a los familiares de cada uno de ellos, la cantidad de 50.000 dólares, en efectivo. Cantidad muy elevada para la mayoría de las familias venezolanas que, incluso con el -ultimo aumento salarial impuesto por Maduro- apenas llegan a los 30 euros mensuales.

Tras una ardua negociación, la cifra solicitada fue rebajada hasta los 1.000.- dólares en efectivo, más, otros objetos de valor como joyas y relojes. Los cuales, a su entrega, fueron finalmente liberados.
Los tres amigos secuestrados, permanecieron siete horas detenidos, siendo encañonados en todo momento. Junto a ellos y mientras duraban las negociaciones para su liberación, fueron apresadas dos personas más en su presencia y obligadas a entrar en la cava ( camioneta ) como ellos.
Después de conseguir la libertad, afirmaron que, al menos el conductor y el negociador debían de ser Policías, a pesar de ir de paisano, porque a diferencia de los otros delincuentes, se les veía muy tranquilos y hablaban de manera distinta de los demás miembros de la banda.
Parece que, la crisis que atraviesa Venezuela, ha repercutido en todas las instituciones del Estado, de tal manera que, hasta los agentes policiales, participan en los secuestros para sacar un dinero extra y poder llegar así a finales de mes.

Probablemente y dado que el secuestro es un delito difícil de materializar, los delincuentes se hayan dado cuenta de que, necesitan asesoramiento externo y por eso, se apoyan en Policías que se encargan de la fase más complicada del mismo, como es la negociación para su puesta en libertad.
Según las cifras extraoficiales, elaboradas por diversas organizaciones humanitarias, el secuestro de personas es el delito que más ha aumentado en Venezuela, un 300%, durante las casi dos décadas de Gobierno chavista. Dada la opacidad oficial en materia de estadística criminal -y entras materias, también- se estima en 654 los secuestros ocurridos en 2.017, habiendo aumentado en 2.018, debido al agravamiento de la crisis. Los números reales, deben de ser mucho más elevados porque, además, la mayoría de las víctimas, no denuncian porque, muy probablemente, se iban a encontrar en la Comisaría con sus autores, esta vez, uniformados.
Por eso, la mayoría, decide marcharse del país porque les da miedo que esas bandas criminales adopten represalias contra ellos o sus familias. También se estima, en un 14%, las personas que son asesinadas durante un secuestro.
Otro ejemplo real, de cómo están las cosas, es lo que le ocurrió, en abril de 2.018, a un comerciante que fue secuestrado en la puerta de su domicilio, en el barrio de El Cafetal. Los captores, pidieron a su familia 100.000.- dólares por su rescate y, con asesoramiento de un experto privado, terminaron pagando solo el 10% de lo solicitado.

Una vez puesto en libertad, se dispuso a denunciar lo que le había ocurrido en la sede del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas ( CICPC ), en Quinta Crespo, donde se llevó una desagradable sorpresa. Lo primero que le preguntaron era si no había sido un autosecuestro para vengarse de su familia. Después, le enseñaron un álbum de fotografías de sospechosos y tras identificar a varios de ellos, le pidieron dinero para matarlos.
El motivo aducido, era que, se jugaban la vida cuando fuesen a buscarlos a sus domicilios y además, podían vengarse de los agentes o de sus familias, porque la falta de espacio en las prisiones, provoca que los delincuentes salgan en libertad, a los pocos días de su ingreso. Además, los Policías le pidieron 100 dólares por cabeza para realizar su cometido.