El pasado jueves, día 6 de diciembre, se cumplieron 40 años de la vigente Constitución Española, cuyos fastos considero que no han sido los adecuados -por escasos- a la importancia de la norma y a la edad que empieza a tener, en la que ya salen esos brotes de canas de la madurez.
Aunque los acontecimientos de los últimos años ( prisas por modificarla, tensiones territoriales, etc. ) y la falta de respeto a la importancia que ha tenido y tiene en la vida de los españoles, -por parte de los grupos políticos radicales y nacionalistas-, hacen sentir a una gran parte de la sociedad -entre los que me incluyo- poco más o menos que España lleva camino de ser un Estado fallido y que los españoles somos incorregibles.
Si entendemos que nuestros medios de comunicación, -sean hablados o escritos-, son la temperatura y el eco de un país, nos daremos cuenta de que los problemas y aspiraciones de un español medio, son muy parecidos a los de cualquier ciudadano europeo. Lo que cambia es la percepción subjetiva de su país, que en el caso nuestro es más indecisa, más vacilante. Hay varias encuestas que lo dicen : los españoles tienen peor opinión de su nación, que en cualquier otro sitio; somos más pesimistas, más derrotistas…
Nuestros hijos, que han nacido casi todos en democracia, no creen que vivan en lo que se conoce como estado fallido. Ni sus amigos, que los tienen de derechas, de centro y de izquierdas. Por lo que yo veo, todos ellos están unidos por el propósito de celebrar la normalidad de ser españoles y superar nuestra baja autoestima.
No hace falta insistir mucho en la explicación de esa tristeza patriótica. La democracia española parece que tiene un pecado original que se llama franquismo y un espejo desagradecido en el que mirarnos. Somos un Estado más pobre que la mayoría de nuestros socios comunitarios europeos. No los más pobres pero tampoco los más ricos, como alguna formación política de izquierda nos está haciendo ver.
Siempre se tiende a ver la Historia de España como un fracaso, aquello de lo que pudo ser y no fue. Yo pienso lo contrario, hay que contar como un éxito -desde fuera se ve como un milagro- que hayamos sido capaces de construir una sociedad libre y próspera en apenas cuatro décadas.
En el fondo, creo que lo que hay que plantearse es saber en qué momento el inconformismo -que en principio es una actitud noble- se convierte en una rémora. Porque todos hemos sido rebeldes, idealistas, etc; lo que pasa es que hay un momento en el que te das cuenta que has llegado a la madurez y entonces es cuando piensas que ya tienes una edad para pasar a una actitud crítica y reactiva, y no para echarte a España a la espalda.
Eso es lo que a los de mi edad -ya jubilados o a punto de serlo- nos costó hacer en la Transición Política. Pasar de la protesta a la acción porque sin un mínimo de amor propio, no hay posibilidad de mejorar nada.
Y si hablamos de nuestros símbolos nacionales, ¿ no era una cosa maravillosa ese pudor que los españoles sentíamos hacia nuestro himno nacional y nuestra bandera, antes de la crisis catalana ?. Las banderas autonómicas están ocupando el lugar que no ha tenido la bandera nacional, como signo de apertura y descentralización. Pero no tiene que ser así. La bandera nacional representa a un Estado democrático, social y de derecho y a sus ciudadanos y no se debe de despreciar ese símbolo, sobre todo si una parte de su población está amenazada.
Creo que gran parte de estos problemas se solucionarían viajando al extranjero para que descubrieran que en todas partes hay, por ejemplo: Policías antipáticos, autobuses impuntuales, borrachos sin gracia en las discotecas y políticos corruptos. Digo esto porque algún grupo político trata de convencer a los españoles de que solo en España hay corrupción.
Extraordinario artículo.
Especial mención al último párrafo.
Cierto sabio dijo una vez que la vida empieza a los 40. Quizá sea porque, aún pleno/a de vigor pero ya dosificado éste con más sensatez y prudencia, uno/a se sacude de complejos, vergüenzas y miserias, aprende a aprender y, más importante aún, a perdonar y a perdonarse e identifica, acepta e incluso celebra al fin su propia identidad. La genuina y que tanto esfuerzo costó lograr en la distancia.
Nuestras Democracia y Constitución superarán su actual crisis, inherente por otra parte a toda transición vital, y a buen seguro que se mantendrán por mucho tiempo cómo dos maduritas de muy buen ver.
Un abrazo
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Muchas gracias José Manuel por tu comentario y especialmente por ese canto a la madurez. Un abrazo.
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Momento de reflexión para todos.
Menos críticas de unos a otros y más mirar por como hacer para progresar, y si por el contrario algo funciona, para que cambiarlo?
Mi sensación es que los políticos están pendientes de lo que hacen unos y otros, pero no de los problemas que tenemos los españoles y de cómo ponerles solución.
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Tengo la impresión de que no somos conscientes de la validez e importancia de nuestra Constitución. Que como siempre, lo que dura y funciona no lo apreciamos. La incompetente clase política que nos Gobierna quiere feminizar la Constitución porque dice que es sexista. En esa y otras similares historias es en lo que están y no en arreglar los problemas generales. Claro, que tampoco sabrían. Así que solo nos queda desear que las elecciones generales se celebren lo antes posible y lleguen gobernantes embotellados y no de garrafón como éstos.
Muchas gracias Leyre por tu comentario.
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Siento decepcionar, no quisiera ser la nota discordante…pero me atrevería a decir que casi todos los males de nuestro país actuales-hablo en el terreno político y algunos derivados de ello-proceden de nuestra Constitución, de nuestra mala o muy mala Constitución. Suponiendo que a ese montón de artículos de poco calado -demasiados, con una veintena o treintena bastaría – merezca ese apelativo. Yo creo que no. Y, además, casi blindada. Una barbaridad.
Empezaré diciendo aquello de que «toda mentira repetida, acaba pareciendo verdad». Eso ocurre con nuestra «democracia española», que ni es democracia-al menos en sus aspectos fundamentales- y casi ya tampoco, española.
Nuestra C es una copia mal hecha y mal traducida (en algunos aspectos), de la alemana y la italiana; una mezcla de las dos. De la alemana copió las grandes líneas y la nefasta idea de las CCAA (obviando que Alemania, históricamente, es un estado federal y España no); de la italiana, la normativa y «letra pequeña». Ninguna de las dos, aunque parezca mentira, dogmatiza la separación de poderes. Algo fundamental en una C. Y de ahí viene todo el lío. jejeje.
Cuesta creer que, teniendo el modelo americano, cuya C, con sus defectos, es la mejor del mundo hasta ahora, la francesa (ya reformada por De Gaulle) y la británica (no escrita) -las tres buenas C´s- nos inclinásemos por la de dos países con pasado fascista.
Solo añadiré que, Montesquieu, verdadero creador de la idea moderna de C, decía que toda C que no consagrase: a) La TOTAL separación de poderes-con elecciones SEPARADAS al Legislativo y Ejecutivo- b) Un sistema electoral verdaderamente representativo de los ciudadanos a ambos poderes-como el llamado sistema MAYORITARIO a simple o doble vuelta.
c) También decía, como juez que era, que el poder judicial NO era un poder político, que tenía que ser un poder INDEPENDIENTE en sí mismo y de los otros dos poderes, y cuyos órganos no debían elegirse por los ciudadanos en general sino por asociaciones de jueces y, en su caso, complementado por universidades, instituciones, etc.
Mas adelante, ya con los partidos políticos en activo, ya se vio y estableció que-como ocurre en EEUU-no deben de estar pagados y subvencionados por el Estado, sino por sus miembros y benefactores. Y realmente ser activos durante periodo electoral; el resto del tiempo, deben ser meras oficinas con escasa actividad.
En la C española, ninguna de las tres normas citadas está presente. Y tampoco la añadida de la NO financiación de los partidos por el Estado.
Por todo ello, y por otras razones, en España lo que hay es, NO una democracia, sino una «PARTITO-CRACIA» -_
-además, de carácter fascista, ya que son los partidos los realmente dueños del Estado-eso es el fascismo y no esas «chorradas» que dicen por ahí cuatro analfabetos políticos- y donde los ciudadanos realmente NO participamos de la «fiesta». La fiesta es de ellos, con nuestro dinero.
Saludos
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José Manuel, como siempre, muchas gracias por tu comentario. Muy explícito.
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Quisiera añadir que, a pesar de todo, España y su C actual es la mejor de las siete (?) que hemos tenido. Las otras debían de ser aún peores…así nos ha ido yendo. Yo no la he leído, como el 99,99% de los españoles (excluyo los pobres funcionarios, que- creo- que se tienen que «estudiar» ese ladrillo..vaya cruz).
Por otro lado, no voy a negar que nuestro país tiene un nivel de libertades individuales e incluso colectivas muy razonable, en la línea de los llamados países occidentales, aunque con, aún, mucho lastre que quitar (ley de huelga por ejemplo, entre otros muchos).
Pero, en lo concerniente a la arquitectura de Estado y sus ciudadanos-que es lo básico y casi único que dede concernir a una C (los demás asuntos, son simplemente de legalidad que se pueden y deben desarrollar aparte por los órganos correspondientes) tengo que pensar que es una verdadera FARSA. De ahí viene todo el hartazgo de los ciudadanos con sus políticos, aunque-curiosamente-nadie se da cuenta de que la mala C es la raíz del problema. ¡¡ Qué ignorancia política-entre otras muchas- tiene el españolito medio!!
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Idem de lo anterior. Muchas gracias por tu comentario.
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