En tiempos en los que la gripe china ha llegado a tener escala mundial, los países afectados por esta lacra, tratan de asistir a sus ciudadanos de la mejor manera posible, con arreglo a la capacidad de respuesta de su sistema sanitario, sus posibilidades económicas y cuando es posible, con la ayuda de la solidaridad internacional.
Así ocurre, en la mayoría de las naciones de lo que conocemos como mundo occidental, donde se intercambian datos, informaciones, resultados de la experiencia con las distintas vacunas y de sus secuelas. ¿ Pero qué ocurre en los países en los que el populismo se ha instalado y sus dirigentes gozan de unos privilegios que la información oficial oculta ?.
Pongamos por ejemplo, a esa Tierra Prometida a la que el chavismo llevó y se ha convertido en un infierno real como cuentan los venezolanos que han podido salir de allí y cuya diáspora llega ya a cinco millones, de un país que contaba con casi treinta millones de habitantes y de los que se han quedado, el 90% se encuentra en la miseria mas absoluta.
Aunque el verdadero problema de Venezuela, es que se ha convertido en una enfermedad contagiosa para toda aquella región americana. Por eso, quienes huyen de allí, sin más motivo que salir del infortunio al que le han llevado, provienen de sectores cada vez más pobres. Las clases más pudientes, emigran en avión a Estados Unidos y a Europa, a cuya cabeza está España, la Madre Patria, para situaciones difíciles porque en caso de necesidad, donde esté una madre que se quite todo lo demás.
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Dejan atrás, la asfixiante realidad económica de una nación en constante hiperinflación y con una caída de la riqueza de más del cincuenta por ciento, desde que llegaron los chavistas y sus soluciones milagrosas. Una escasez de recursos que sumada a la corrupción generalizada, ha arrojado a un país rico en materias primas, a una situación desesperada.
Las consecuencias de un servicio de agua precario, la escasez de medicinas durante los últimos años que llega ya al noventa por ciento y la inexistencia de planes de vacunación infantil, han condenado a la población venezolana a múltiples enfermedades. Según la Organización Panamericana de la Salud ( OPS ), los casos de sarampión se han duplicado. En paralelo, se encuentran la difteria, la malaria, la tuberculosis, la escabiosis y hasta la poliomielitis, que se creía extinta.
El Gobierno de Nicolás Maduro, ha anunciado varias fases del Plan Nacional de Vacunación, en conjunto con la OPS, contra el sarampión y la difteria, dado que los venezolanos que huyen están contagiando a los países limítrofes, especialmente de sarampión en Colombia, donde estaba extinguido; en Ecuador, donde hacía más de veinte años que no tenían ningún caso y en Brasil donde han empezado a recoger cadáveres de los inmigrantes venezolanos fallecidos por este virus, la rubeola y las paperas; por lo que se han visto obligado a vacunar de estas enfermedades a los más de 2.000 venezolanos que cada día cruzan su frontera.
El Gobierno chavista, creó una empresa socialista para la fabricación de medicamentos biológicos que iba a producir 120 millones de dosis de vacunas anuales, de la que hace años que no se sabe nada. A eso, habría que añadirle que la atención sanitaria primaria es baja por no decir inexistente y las medidas de prevención son nulas.

Si hablamos del virus chino, cuando hay vacunas, se realizan en los hospitales y siempre que las personas sean portadoras del carnet de la Patria, que no es más que una identificación para acceder a los programas sociales que el chavismo maneja con criterio político para beneficiar a sus correligionarios.
El pasado septiembre, se conoció la repentina muerte de Ángel Rafael Cedeño, corresponsal de Tele 5 en Venezuela, a la edad de 38 años. Según explicó a la prensa su compañera, Esther Yáñez, si Ángel no hubiese estado en Venezuela, no se estaría lamentando su pérdida.
Explicó que a Ángel, aparentemente, no le pasaba nada. Un jueves, comenzó a sentirse mal y se desmayó. Se embarcó en el periplo habitual de buscar en Caracas un hospital que le atendiese. No tuvo suerte en los dos primeros, donde le dijeron que ni siquiera había médicos. En los hospitales públicos de Venezuela hay muy poca cosa: no hay agua, ni sábanas, ni medicamentos, ni médicos. En los privados si hay pero cuestan mucho dinero y la mayoría de la población no lo puede pagar.
Siguieron recorriendo otros hospitales y pensó que su compañero se iba a morir porque no podía respirar. Al final, se le pudo atender en el Hospital Clínico Universitario aunque en condiciones infrahumanas. Allí, los enfermos de la pandemia china, convivían con los de otros patologías, sin medidas sanitarias diferenciadoras. Se ponía así de relieve el colapso que vive el sistema de salud venezolano.

Cuando después de mucho esfuerzo consiguió que lo vieran, le dijeron que no sabían lo que le estaba pasando y le recomendaron reposo y amoxicilina, que es de los pocos medicamentos que aún se pueden encontrar en las farmacias venezolanas. Es problema es que estos medicamentos solo combaten infecciones bacterianas y no víricas, por lo que, al no realizarle las pruebas pertinentes y por consiguiente, tener un diagnóstico claro, el tratamiento no iba a tener el efecto deseado. Las pruebas que Ángel necesitaba para esclarecer su dolencia, nunca llegaron.
El lunes siguiente, fue la última vez que la pareja habló. Más bien que Esther lo escuchó porque Ángel le envió un mensaje de audio porque no tenía fuerzas ni para escribir. Cuando lo oyó, a Esther se le pusieron los pelos de punta. Algo raro pasaba. Lo notaba en su voz, en su respiración, el sobreesfuerzo que estaba haciendo para comunicarse con ella. Solo le decía: Esther, me estoy sintiendo muy mal. Una hora después, la llamaron para decirle que Ángel había fallecido.
De esta manera, el periodista, consiguió hacer su último reportaje sobre las pésimas condiciones en la que se encuentran los hospitales del país gobernado por ese antiguo conductor de autobuses, llamado Nicolás Maduro, que parece -a tenor de las últimas investigaciones judiciales- que financió a nuestros cachorros comunistas para que tratáramos de seguir su ejemplo, como modelo económico y de gestión política. Ya saben lo que dijo Errejón: en Venezuela, se come tres veces al día. En la España de hoy, hay gente que no lo consigue….