El pasado 29 de octubre, se celebró en Valencia un funeral de Estado por las víctimas de las inundaciones ocurridas en diversas poblaciones del área metropolitana de dicha capital el pasado año. El acto tuvo lugar en ese homenaje a la arquitectura modernista que es la Ciudad de las Artes y de las Ciencias y pretendía realizar un reconocimiento a los fallecidos y damnificados en la catástrofe que asoló parte de la provincia valenciana un año antes.
Lo presidieron Sus Majestades los Reyes de España, Felipe VI y Leticia y asistieron los representantes de los altos cargos de la nación, como los Presidentes del Congreso y del Senado; del Consejo General del Poder Judicial; Gobierno central al completo junto con sus homólogos de la Comunidad Autónoma valenciana; otros Presidentes de Comunidades Autonómicas y demás autoridades.
Lo que debería de haber sido un sepelio respetuoso basado en el silencio, la tensión política y el malestar entre algunas de las familias asistentes derivaron en abucheos, gritos y escenas de confusión durante esta ceremonia laica. La presencia del Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, fue increpada de manera espontánea por algunos familiares a los que enseguida se sumaron otros. Al decir de algunos asistentes, otros familiares comenzaroon a insultar al Presidente de la Comunidad Autónoma valenciana, Carlos Mazón, a modo de réplica a los anteriores y para taparlos aunque en los cortes que se dieron en los espacios televisivos aparecieron solo estos últimos.

Una abogada representante de varias víctimas que estuvo allí, ha manifestado en varios periódicos que su impresión es que el acto estuvo cuidadosamente controlado por efectivos del Palacio de La Moncloa porque el ambiente estaba ya preparado para el ruido. Ha explicado que las organizaciones de familiares ideológicamente afines a la izquierda fueron situadas en el área más visible junto a las cámaras de Televisión Española, mientras que las demás familias fueron desplazadas a peores lugares y se encontraban dispersas. Se trataba de recoger en primera línea los gritos e insultos contra Mazón. Los improperios contra Sánchez se escucharon menos porque estaba preparado para que así fuera. Fue todo un montaje.
A su juicio, la colocación del público, las cámaras de televisión y las dificultades de acceso al recinto fuera de los grupos organizados por ellos no fue casual sino que obedeció a un diseño preparado minuciosamente para asegurar una imagen y un escándalo. La abogada sostiene que se buscaba que los medios de comunicación social destacaran las protestas contra Mazón y no las críticas al Presidente del Gobierno a modo de colofón de la intensa campaña mediática desarrollada de que Mazón era el único culpable. Y que incluso algún medio afín editó un audio para que solo se oyeran los gritos contra Mazón. Era algo incomprensible.
Y sigue afirmando que en la mañana que se iba a celebrar el acto, se supo que el Gobierno central, responsable de su organización y protocolo, había cambiado el orden de la ceremonia a última hora para que en el saludo previo a los familiares -escogidos entres las asociaciones más activas- por parte de los Reyes y Sánchez, en una sala contigua a la principal cuya finalidad era que Mazón se viese obligado a entrar en el auditorio solo y encontrarse con los primeros insultos verbales.

Como así ocurrió. Varios familiares algunos de ellos con camisetas con frases como: cómplices, asesinos, traidores y la verdad siempre vence, empezaron a ofenderle, llamándolo asesino y rata. Otros asistentes les pidieron que se callaran por respeto a las víctimas y les recordaron que estaban en un funeral por lo que debían de cerrar la boca. Estas protestas desaparecieron para convertirse en aplausos cuando los Reyes entraron en el salón principal y se dirigían a ocupar sus asientos.
Añade que junto con sus representados y cuando se disponía a entrar al recinto, nadie las esperaba, ni les ayudó a acceder, a pesar de disponer de las correspondientes acreditaciones con semanas de antelación, con el evidente propósito de dejarlas fuera. Llegaron a decirles que no había sitio disponible por motivos de seguridad y que se quedaban fuera porque era imposible entrar.
Ante sus quejas a un responsable de la Delegación del Gobierno de Valencia de que si a pesar de estar debidamente autorizados desde hacía tiempo no se les permitía entrar, iba a presentar una denuncia por daños morales, logrando el acceso apenas unos minutos antes del inicio del funeral pero solo ocho de las doce personas previstas. Les dijeron que el cupo estaba completo pero ya en su interior pudieron comprobar filas enteras de sillas vacias situadas al final para que no se pudieran ver.

El plan que Sánchez había urdido resultó con arreglo a lo previsto y Carlos Mazón manifestó a la salida del acto que ya no podía más con esta situación de permanente acoso y acusaciones que ya habían pasado de la crítica a su gestión de las inundaciones al insulto y llamarle asesino, rata y pedir su ingreso en prisión. El que todo ello fuera retransmitido en directo por la televisión pública, colmó su paciencia y aumentó la humillación personal. El pasado lunes, dia tres de noviembre, Mazón presentó su dimisión como Presidente de la Comunidad Autónoma Valenciana. La cacería política había terminado y Pedro Sánchez se había cobrado su cabeza.





































