EL USO PARTIDISTA DE LOS AYUNTAMIENTOS.

Desde la irrupción del grupo político Podemos en el panorama nacional desde el denominado 15M, allá por el lejano 2.011, las convulsiones sociales han sido muy fuertes, usando los partidos políticos los símbolos para provocar adhesiones sentimentales en la población para sus causas ideológicas. Dado el éxito inicial, los socialistas no tardaron en engancharse a ese tren y desde entonces hasta los más recalcitrantes reconocen que el partido se ha podemizado.

Desde ese momento, se puede decir que estamos en una llamada democracia sentimental, donde nos hemos vuelto muy emocionales, tal y como se refleja en todos los debates públicos y en las redes sociales. Está demostrado que los símbolos son cuestiones pasionales que sirven para enganchar a la población en proyectos políticos que pueden considerarse partidistas.

Ahora que acabamos de salir de unas elecciones locales y autonómicas, la tentación de aprovechamiento de lo público en beneficio de lo privado, crece exponencialmente. Las cuestiones que están vinculadas a políticas e informaciones públicas no plantean problemas legales desde el punto de vista de la publicidad, otra cosa es el uso que se hace de los medios institucionales o de las cuentas oficiales, como pasa con las redes sociales para asuntos particulares de un partido. Por eso, hay que reivindicar la neutralidad institucional en vez del uso político de las cuentas digitales para mayor gloria de un representante determinado.

Los partidos políticos, saben que les resulta muy rentable aprovecharse de los ayuntamientos porque comprenden que esas instituciones siguen teniendo prestigio, a pesar de que está claro que se ha producido un descrédito por la mayor desconfianza de la gente en el uso que hacen del mismo sus regidores. Entonces, buscan que hagan suyas sus causas particulares, otorgándose esa autoridad gracias a la legitimidad que atesoran el haber sido elegidos democráticamente. De ese modo, desnivelan el proceso democrático de opiniones puesto que su posición vale más que la del resto de los ciudadanos. Por eso hay que tener cierta cautela, más todavía, ante la mayor prevención con respecto a la credibilidad institucional.

Los nacionalismos, son los que más hacen uso partidista de los símbolos. Hay un contexto donde existe un cuestionamiento de la nación española por parte de los separatismos periféricos, vasco y catalán, que lleva décadas produciéndose y obviamente, utilizan sus símbolos propios y quieren desplazar los comunes del Estado de sus territorios. Lo que provoca tensiones desde ese punto de vista en cuanto a banderas y otros símbolos asociados a la comunidad.

Aunque muchas veces se generaliza el uso de emblemas que no son comunes, así como se producen declaraciones en los ayuntamientos o en las Comunidades que pueden ser consideradas de parte y que no forman parte del juego político democrático y constitucional por decirlo así. Las instituciones tienen que hablar a través de las normas, leyes, reglamentos…y no para expresar un determinado programa político como ocurre en tantas ocasiones y por ello se produce un contexto conflictivo. Es lo que ocurre en Cataluña con las banderas no reconocidas y su imposición produce situaciones de tensión que entonces tienen que resolver los tribunales de justicia.

Si echamos un vistazo a lo que pasa en los países de nuestro entorno sobre este mismo problema, observamos que nuestro caso es particular. No todos los países tienen el mismo problema nacional que el nuestro y al menos en el ámbito de la Unión Europea, el respeto por los órganos constitucionales y de la administración, es mayor que en España en lo que se refiere a la neutralidad política y al respeto a la pluralidad. Es muy difícil contemplar en los balcones de los ayuntamientos de Portugal, Francia. Italia o el Reino Unido, exclamaciones o propuestas políticas de un sector de la población.

Es muy frecuente que en muchas localidades españolas se vean distintivos en los balcones del ayuntamiento que pueden ir desde la exhibición de una bandera de Ucrania como señal de apoyo hasta una pancarta del llamado orgullo gay. Cosa muy difícil de ver fuera de España, con esta carga simbólica tan fuerte porque si lo pensamos bien, los mástiles y los balcones son de todos.

No es que las instituciones tengan que ser asépticas pero sí autocontenidas, tener claro el papel que representan y no ir a la división y al conflicto. Hay que asegurar el equilibrio manteniendo la neutralidad política porque cuando una institución pública se manifiesta lo hace en nombre de todos y cuando opine lo tiene que hacer desde una perspectiva común y de integración que permita el reconocimiento y la adhesión de sus ciudadanos. Los ayuntamientos y las Comunidades Autónomas no tienen derechos fundamentales, ni libertad de expresión o de conciencia por lo que no deberían -aunque medien los acuerdos o plenos correspondientes- usar sus balcones para una causa concreta.

Puede haber cuestiones que sean unánimes o que no generan conflicto. Pensemos en la bandera de un equipo de fútbol o el logro de una cuestión muy deseada pero nunca nada que pueda generar odio o violencia. Las instituciones son una cosa distinta a los deseos particulares porque pertenecen a todos y nuca deberían expresar causas simbólicas partidistas.

6 comentarios sobre “EL USO PARTIDISTA DE LOS AYUNTAMIENTOS.

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    Otro excelente articulo que nos deleitas con su publicación , don Juan: El Uso Partidista de los Ayuntamientos.

    Leyendo, varios artículos, tantos del PP, como PSOE y su correligionario PODEMOS, todos utilizan los mismos argumentos y razonamientos o fundamentos, para criticar, algunos canalla y vilmente, contra el adversario político de turno, con el único propósito o fín de obtener un rédito personal electoral, o de partido, y no mirar el bien común, de los ciudadanos.

    En Murcia, impera.. la Ley 13/2018 de Comunicación y Publicidad Institucional, que muchas veces no se respeta por parte o todos los partidos políticos Poder y Oposición, para hacerse propaganda de partidos políticos de su cuña, máxime ahora que se avecinan las Elecciones Generales del Estado, del próximo 23 julio, plena fecha estival de calor, posible amedentrar si estás en la playa, al voto de la derecha, con la canículas del verano murciano. Así, que por las vacaciones, aumenta considerablemente, el voto por correo.

    Han convertido las cuentas institucionales, en un escaparate, para lucirse como los toreros y captar nuevos seguidores derivándo a sus cuentas personales y o/ de sus partidos.

    Esperemos no cunda el ejemplo, y los nuevos cargos públicos atiendan antes el interés general, que el personal, entregándose en cuerpo y alma, en beneficio de la sociedad y sus ciudadanos, escuchando sus propuestas, tomando el pulso a la calle, en un ambiente democrático y no dictatorial, de ordeno y mando, en el sillón o la poltrona del poder, y a cobrar buena pensión para el día de mañana, y a los demás que se arreglen como puedan, si se hunde el transatlántico, yo salgo con el bote el primero.

    Las encuestas electorales, son sondeos de opinión, neutrales o partidistas., pero lo que vale es el voto del ciudadano, a pensar a que partido se vota, sabiendo que todos prometen el «oro y el moro»

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  2. Querido amigo Juan Francisco, como bien relatas en tu artículo sobre las actuaciones de algunos Ayuntamientos, mi conclusión es que ya desde el 2011 en que entraron los comunistas con fantasías, falsas soflamas tan características de su ideología, y con la nefasta marca de Podemos más lo que les cuelga, empezó el declive de las instituciones, obviando el respeto a la Constitución Española.

    Por culpa de la permisividad de los gobiernos que hemos tenido en los últimos años, se ha perdido el honor y la dignidad exigible a la clase política, podemos poner como uno de los muchos ejemplos que hemos visto, el juramento o promesa de los elegidos a cargos públicos, que se les permite jurar o prometer su cargo por las gilipolleces que se les ocurre, y que en cualquier Estado que se reconozca estaría prohibido.

    Y claro con estos tipos se puede esperar cualquier indecencia, en las fachadas y dentro de los Ayuntamientos que dirigen, y que por la ideología que tienen algunos Alcaldes, se permiten hacer de las fachadas de sus edificios, unas payasadas que a unos pocos les gustará, pero a la mayoría de ciudadanos nos dan arcadas y asco.

    Para mí una conclusión a la que llego, es que si te tienes que operar de alguna dolencia, no consentirías que una persona sin estudios ni preparación, usara un bisturí para abrirte tus queridas carnes, como tampoco se debería consentir que una persona con esas características académicas, dirigiera un Ayuntamiento o cualquier otro puesto de responsabilidad ciudadana.

    Y para terminar mi escrito tengo que reconocer que falta autoridad en España, y sobran cantamañanas y mediocres en nuestras instituciones, que deberían dedicarse a ganarse el pan con sus méritos, dejando paso a profesionales que por tiempo limitado, ejercieran una labor sacrificada y al final valorada, por su dedicación vocacional al servicio de los ciudadanos.

    Con la esperanza de que las próximas elecciones generales cambien nuestra nación a mejor, recibe un abrazo junto a mi felicitación por tu artículo de tu amigo Fernando.

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    1. ¡ Cuánta razón tienes, Fernando !. A ver si los vientos de cambio que se avecinan logran recuperar la neutralidad y el rigor necesario de esa casa común de todos los vecinos y expulsar a los radicales minoritarios que solo se representan asímismos.

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  3. Amigo Alcaraz. Como es habitual en tu estilo, este artículo es acertado y certero. Por desgracia hemos llegado a tal situación que nada nos asombra desde la llegada de los indignados y demás chusma al poder y a apoderarse de casi todos los medios de comunicación. Si echamos un vistazo al resto de las instituciones sociales y políticas, vemos con resignación que también han sido contagiados por esa peste del sectarismo y fanatismo irracional. Soplan vientos borrascosos con tal fuerza que muy pocos -sólo los elegidos como tú- pueden soportar inmóviles en su puesto.
    Un abrazo y ánimo.
    Porfirio

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