Fue a partir de 2.011 cuando se empezaron a recoger estadísticamente, el número de agresiones y atentados a los agentes de los Cuerpos Policiales del Estado, Cuerpo Nacional de Policía y Guardia Civil, llegando ya a los 7.383 casos en aquel año. A partir de ahí, se inició un descenso continuado que finalizó en 2.015, empezando una nueva etapa de aumento gradual hasta 2.019 que ya se dispara hasta el año pasado de 2.021.
El último dato disponible hasta ahora era el correspondiente al año 2.020, coincidiendo con el Estado de Alarma de la gripe china que obligó a un confinamiento estricto de la población durante varios meses y supuso 11.205 casos, un 59,41% más que el año anterior de 2.019 que fueron 6.657. El que menos fue en 2.015 que registró 5.771 hechos de estas características.
Ante la gravedad de estas cifras el Ministro del Interior, Fernando Grande Marlasca, no ha establecido estrategia alguna pese a la permanentes quejas sindicales y la oposición política del Partido Popular que ha pedido modificar la legislación para reforzar el carácter de agente de la autoridad. El citado partido político, reclama también que se ponga fin a cualquier colaboración o pacto con partidos que no condenen la violencia contra la Policía, un problema que relacionan con movimientos antisistemas, de extrema izquierda y separatistas.

Ahora se ha podido saber que el pasado año, se contabilizaron 11.932 agresiones ( incluida Policía Local ) que supone un incremento de 727 respecto de los 11.205 del 2.020. Si se hace una distinción corporativa, es el Cuerpo Nacional de Policía el que recibe más ataques, con un incremento del 9% tras la pandemia china, siendo la ciudad de Madrid la que encabeza la estadística al registrarse allí 3.298 casos.
.Hay una gran diferencia con respecto a la Guardia Civil porque el 73,5% de las agresiones las sufre las Policía. En cifras, 8.812 ataques a la Policía y 3.120 a la Guardia Civil. La explicación de esta desigualdad está el despliegue territorial de cada Cuerpo, uno urbano y otro rural. La causa de esta violencia es debida, casi siempre, a la bebida, el ocio nocturno y las aglomeraciones y suele ocurrir más en las ciudades donde opera la Policía, donde la gente va pasada de alcohol y drogas y en consecuencia ocasiona numerosas peleas. También porque la ciudad es el lugar donde se realizan las manifestaciones de los ciudadanos, bien de apoyo a una causa o de protesta por cualquier situación.
Por eso, no se extraña la gruesa cifra de Madrid que encabeza la lista por provincias, donde la capìtal con 3.292 casos, está muy por encima de la segunda, Valencia, con 1.064; le siguen, Alicante con 660, Sevilla con 485, Málaga con 559 y Cádiz con 463. En la parte baja de la tabla están el País Vasco y Cataluña donde sus propios cuerpos policiales son los que ejercen la seguridad ciudadana y las policías estatales solo hacen actuaciones especializadas ( terrorismo, estupefacientes, extranjería…) y las agresiones en estos casos son muy aisladas.

El aumento de los atentados a policías de gente que incumple las normas y es motivo de sanción económica, normalmente, está relacionado con la respuesta tan débil que tienen los agresores, a los que se les condena, habitualmente, como un delito leve que se salda en los juzgados con una multa de 50 euros. Por eso pegar a un Policía sale tan barato y no para a nadie.
El Código Penal dedica todo un Título ( el XXII, de los delitos contra el orden pùblico ) de Libro II a los atentados de la autoridad, sus agentes y los funcionarios públicos. Las sanciones van desde multa hasta más de un año de cárcel pero las condenas suelen ser muy pequeñas, rebajadas a multas irrisorias y al final provoca un efecto llamada. Además, la reforma realizada por la Ley Orgánica 1/2015 de 39 de marzo supuso la desaparición ( derogación ) de las faltas de orden público.
Cuando un agente resulta herido, el protocolo establecido indica que hay que acudir a un centro médico para adjuntar el parte de lesiones a la denuncia que se interponga. Los casos que tienen desenlaces fatales se hacen públicos inmediatamente por ser muy mediáticos pero los que cuentan en estas estadísticas no suelen trascender a la opinión pública aunque forman parte del día a día de la operatividad policial.