La pregunta del referéndum ilegal de Cataluña de 1 de octubre de 2017, era: ¿ Quiere que Cataluña sea un Estado independiente en forma de República ? como si en el mundo no hubiera, ni pudiera haber, más forma de organización política que el Estado. Pero precisamente el Estado, esa forma específica de sistema político que se define por el monopolio del poder sobre la población en un territorio con fronteras bien definidas -en la actualidad camino de su desaparición- es un proyecto inviable.
La idea de Estado surgió de la ambición de los monarcas absolutistas de elimimar todas las instituciones sociales y de ámbito local e imponer un solo foco de poder soberano en un territorio concreto. Naturalmente, el problema principal fue cuál era la demarcación sobre el que ese centro de poder podía consumar el allanamiento de la población y mantener su control.
La alternativa antimonárquica fue cambiar el sujeto de la soberanía a favor de unas imaginaria comunidad homogénea y compacta llamada nación. De modo que la monarquía absoluta sería sustituida por el Estado Nacional. Pero la exclusiva interna y la confrontación externa son esenciales a toda forma genuinamente estatal.

En realidad, la forma Estado se ha tratado de construir -básicamente- en Europa Occidental en un período histórico bastante catastrófico que empezó solo tres siglos atrás. En ese tiempo, más que en cualquier otro, la afirmación de distintos centros de soberanía nacional en Europa, llevó a continuas guerras de fronteras cada vez más frecuentes y letales hasta culminar en las masacres sin precedentes de la Segunda Guerra Mundial. En cambio, la mayor parte de América del Norte, Asia y Rusia han sido ajenas al modelo europeo occidental de Estados soberanos ya que la población de esos continentes ha sido históricamente incorporada a amplios imperios y federaciones.
Por su parte, en muchas de las antiguas colonias europeas en África, el mundo árabe e Hispanoamérica, los intentos de construir Estados soberanos con fronteras delimitadas al estilo de las antiguas metrópolis han provocado también numerosos conflictos y fracasado en gran medida, ya que en muchos casos no se ha llegado a establecer un verdadero monopolio interno de la fuerza, ni una efectiva soberanía exterior.
Actualmente, incluso donde tuvo lugar la experiencia original de la forma Estado, el modelo ha perdido relevancia ya que muchas de las tareas tradicionales de los Estados están ahora en manos de la Unión Europea ( UE ). Como consecuencia de ello, el Estado español como los demás miembros de la UE y de la Zona Euro o el Espacio Schengen, así como de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y de diversas organizaciones globales, ya no son de hecho Estados soberanos. Todos han cedido o perdido -en mayor o menor medida- las competencias exclusivas para la toma de decisiones sobre políticas públicas en las que se quiso fundamentar tradicionalmente el monopolio de la coacción legítima, incluidas la defensa, la seguridad, el control de la fronteras, la moneda y la política fiscal y financiera.

Si los Estados tradicionales en Europa ya no son soberanos menos viable es todavía la creación de uno nuevo dentro de la UE, como por ejemplo, un Estado catalán. De hecho, el concepto de soberanía es uno de los pensamientos más obsoletos en la política europea actual. En Europa, una democracia más o menos eficiente, solo podrá sobrevivir si abarca un conjunto de Gobiernos a múltiples niveles en el que los poderes estén divididos y compartidos de modo que ninguno de ellos pueda pretender una soberanía real y efectiva.
Este tipo de soluciones institucionales son lo contrario a la soberanía. Afortunadamente, la exclusión, la opresión y la cerrazón que son esenciales en todo Estado que afirma su soberanía frente a todos los demás poderes internos y externos, están siendo sustituidas en Europa y en el mundo entero por la diversidad, la apertura, la interdependencia y los intercambios de amplia escala.
De igual manera que en los años setenta, Santiago Carrillo, a la sazón jefe del Partido Comunista de España, explicó que se había convertido sinceramente a la democracia porque después de la experiencia del franquismo: ¿ dictadura ?…, ni del proletariado; y después de la experiencia española en estos temas, se podría decir: ¿ Estado ?…, ni de Cataluña. La Unión Europea ( UE ) primero y los Estados, cuando menos soberanos mejor.



































