LA AGONÍA DE LA CULTURA CLÁSICA

He terminado de ver TROYA, (mítica ciudad griega cuya guerra menciona Homero, tanto en La Ilíada como en La Odisea, entre los autores griegos ; y Virgilio en la Eneida, entre los autores romanos) en serie de televisión de una plataforma norteamericana, especializada en fidelizar a los televidentes. Y desde luego que lo consiguen con esos finales de capítulo que te inundan de ansiedad hasta ver el siguiente. Aguardas con impaciencia el momento elegido para ver el serial y no te contentas con un solo capítulo por noche. En mi caso: dos. Ventaja de estar jubilado.

Según la plataforma citada, la serie es tendencia en España, es decir que ha tenido bastante éxito y la ha visto mucha gente, cosa que me alegra,  pero no lo suficiente para vencer la tristeza que me ocasiona, el saber como agoniza en el sistema educativo obligatorio español la « cultura clásica «.

Me refiero a los chicos que están estudiando bachiller. Como se les deja elegir, nadie opta a la asignatura con quince años porque piensan que carece de utilidad inmediata y desde luego no se va a comparar con la informática o la lengua autonómica. Y eso significa que, la mayor parte de nuestros estudiantes de bachillerato, acaban la enseñanza secundaria obligatoria (ESO) sin saber quiénes eran Homero, Virgilio o Sócrates.

El desinterés de las autoridades educativas en este tema, desde que se transfirieron las competencias a las Comunidades Autonómicas, no ha hecho más que ahondar el daño. En una sociedad como la nuestra que, por el camino que vamos, parece decidida a suicidarse culturalmente, a los chicos brillantes se les aconseja estudiar sólo bachilleratos científicos o de ciencias sociales; a los torpes, humanidades ; y a los zopencos, formación profesional. A mi parecer, esto dibuja un mapa triste de nuestro futuro.

En ese afán disparatado por borrar » todo lo inútil «, a través de las sucesivas leyes de reforma educativa, de los dos partidos políticos mayoritarios en España que se han alternado en el poder desde hace cuarenta años; hace que a un joven con dieciséis años le aparezca el latín por primera vez, si quiere seguir en Humanidades, aunque sea descafeinado y de una  simpleza aterradora. Pero es que además, esa opción compite con otras socialmente mejores vistas, como la científico-tecnológica y la profesional, por lo que las posibilidades de elección son mínimas.

Resultado de imagen de enseñanza del griego en bachillerato

Si todo lo referido hasta ahora afectaba al latín, si hablamos del griego es ya para echarse a llorar. En primero de bachillerato compite con Literatura Universal y como los chicos no son tontos, su elección es clara desde el principio:  adiós a Homero y compañía. Lo que nos lleva a que generaciones enteras de jóvenes ciudadanos ven dificultado el derecho a una educación integral y desconocer lo que significan palabras como agonía o democracia.

Sin el latín, sin el griego, sin los profesores que nos guien por ellos, nunca podrán comprender TROYA y lo que hoy significa. Se perderán entre los dardos aqueos en la negra noche, sin encontrar nunca el camino de regreso a Ítaca. Sin la forma de mirar el mundo con la que hoy vivo, escribo y envejezco.

20 comentarios sobre “LA AGONÍA DE LA CULTURA CLÁSICA

  1. Lo cierto es que la falta de asesoramiento a los chavales juega un papel clave. De entre lo poco que pueden elegir, optan por lo propio de la edad: «acudir a lo facil».
    Si las personas que se encargan de la educación de los chicos (padres y profesores), no los orientan nos pasa lo que indicas en tu reflexión y articulo: las carencias culturales y hasta lingüísticas son tremendas.
    Letrados, médicos y excelentes profesionales técnicos, pero con grandes lagunas culturales.

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    1. Creo muy acertado tu comentario sobre las actuales carencias educativas de nuestros jóvenes, así como sus posibles soluciones. He querido publicar este artículo extraprofesional porque no aguanto más la televisión generalista -dado su desinterés e ignorancia educativa- y me he refugiado en esas plataformas que, al menos, te permiten elegir lo que deseas ver en tu tiempo de ocio y que, en mi caso, sirve para aprender cada día. Lo siento por mis nietos, dado el futuro que les espera…. Gracias Leyre por tu aportación.

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  2. Completamente de acuerdo amigo Juan, si bien hace unos 15 años asistiendo a un curso, que hoy llamaríamos “máster “, un profesor de Economía Aplicada en una de sus conferencias nos hizo la siguiente pregunta: ¿ Qué título universitario creen ustedes buscan las grandes multinacionales americanas y en especial en Silicon Valley?
    Por supuesto que de los 50 alumnos que éramos nadie acertó.
    ¡¡ Buscan los licenciado o doctores en la especialidad de FILOSOFIA PURA !!
    ¡Porqué? Eso requiere otro comentario.

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    1. Esa es la diferencia entre nuestro sistema educativo y el californiano. Nosotros empezamos la casa por el tejado mientras que ellos prefieren los cimientos más sólidos posibles. Así nos va a nosotros y así les va a ellos. Y lo peor es que lo sabemos y no ponemos remedio. En fín, resignación cristiana y confianza en el futuro para que tengamos dirigentes políticos que sepan lo que tienen que conservar e incluso potenciar y lo que no.
      Muchas gracias por tu comentario, Pepe. Un abrazo.

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  3. Tendría 5 o 12 años cuando mis familiares cercanos (tías y tíos abuelas, primas segundos de mis progenitores, cuñados de mis padrinas… es decir, allegados con derecho a opinar) expresaron sus hondas preocupaciones a mis padres (iba a decir a mis madres, hay que ponerse al día): No estaba bien (yo, claro, y de la cabeza por supuesto). Mi vecina, la señora Baltasara, se inquietó: ¿Se ha expresado con vehemencia? ¿Ha rechazado en el ósculo la mano del señor cura párroco? ¿Ha huído otra vez de los besuqueos de nosotras las vecinas? ¿Ha lapidado a cualquier felino? ¿Ha argumentado en la escuela? No, no está bien, repitió el coro. ES MUY RARO.
    Nunca supe a qué se referían los dichos familiares y vecindario próximo, pero hace poco tiempo llegué a la sencilla conclusión de que se referían a mi aviesa afición de LEER. ¡Y qué iba a hacer yo, si mis antepasados también leían mucho, mi bisabuelo Cayo más aún, mi tío Cayo más todavía… y todo el acervo llegó al desván de mi abuela Soledad! Tendrían que haberme llamado Cayo (sic, directamente), meterme en un misal cual marcapáginas… y esperar la resurrección de la mili. A todo esto, debo decir que hablar, lo que se dice hablar, lo hice poco, mal, tarde y casi nunca. Entre medias, no se me ocurre otra cosa que dejarme llevar a La Salle, languidecer (y aprender) allí durante cuatro años… ¿y para qué? Mis amigos intentaron en vano reeducarme luego, mejorar mi lenguaje, pero no fue posible. Tal vez la solución, les indiqué con fortuna, sea hacer el Bachillerato de Letras, estudiar LATÍN y GRIEGO… ¡Ese –me dijeron los amigos– es el mejor camino para que no te comas una rosca!
    Pasa el tiempo, y me veo encorvado –que es la postura trágica del vencido–, aborrecido y chillado en los pasillos de un siniestro edificio. Y escucho lo que siempre intuí que escucharía: ¡USTED NO SABE LEER!
    Mis amigos tenían razón. Aunque, si me reencarno, presiento que volveré a las andadas. Pobre de mi jefe si cambiamos de siglo.

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    1. Creo que tu manera de escribir delata amplias y variadas lecturas en un ambiente digamos que hostil al que venciste con decisión. También que tus paseos imaginarios por Grecia y Roma han sido beneficiosos en tu pasado profesional. Y que con túnica romana hubieras representado bien cualquier papel en una….. tragedia griega.
      Bromas aparte, nos has trasladado una gran sensación de tu época juvenil que yo agradezco. Muchas gracias por regalárnoslo. Un abrazo, Víctor.

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  4. Mis comienzos en el mundo en el mundo grecolatino fueron de todo menos fáciles. Parecía que el universo estaba empeñado en que me dedicara a otra cosa. Como buen hijo de obrero, familia numerosa y pobre, y cuadro rústico, mis padres no tardaron en recibir presiones para que me pusiera a trabajar (¿en qué, dónde, etc?, estarían por ver seguramente). Acababa de salir de La Salle (Tejares, Salamanca). Mi haber: Bachillerato Laboral. Mi deseo… seguir estudiando ¡Bachillerato de Letras! El problema: nadie en la diócesis de Ciudad Rodrigo había convalidado estudios de laboral a letras. Mis padres debieron pensar que un sacrificio por su parte merecía la pena, y me dijeron: ¡adelante! Pero los trámites de convalidación se fueron alargando semanas, meses… Hasta febrero había dado clases con el coadjutor del pueblo, y al llegar a Ciudad Rodrigo apenas tenía dos o tres libros de texto y dos diccionarios. Hablar de mi estancia en la Residencia del Seminario de C. Rodrigo es evocar el mundo del Buscón, pues tuve que ROBAR galletas en el comedor para no morir de inanición. Y eso que mis padres pagaban al mes más de lo que pagaron en cuatro años en La Salle. Pero sobreviví. Gracias a algunas recomendaciones, pude recibir clases de latín (en el Instituto no me admitieron, tendría que examinarme POR LIBRE a final de curso). En cuanto al griego, sí me dejaron ir a las clases en el Instituto, pero DE OYENTE, y bien me lo advirtieron desde el principio: no podía intervenir, preguntar, etc…, ni tampoco me preguntarían cosa alguna. Como si no existiera.
    Bueno, pero al menos nadie me llamó ANALFABETO, lo que agradezco de veras. Cuando así fue, me pregunté: ¿Y para esto he hecho yo la carrera de Geografía e Historia? Si lo sé…

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    1. Hiciste una meritoria enseñanza secundaria digna de conocerse como acabas de hacer aquí. En mi caso, tuve bastantes similitudes contigo porque en los pueblos -generalmente- no había institutos e hice todo el Bachiller Superior y la correspondiente Reválida por libre. Íbamos a una academia particular y cuando llegaba junio, a todos los alumnos nos matriculaban como libres en algún Instituto de Secundaria. No recuerdo examinarme más de una vez en el mismo Instituto. Pese a los dificultades, nuestros padres querían que sus vástagos estudiaran para labrarse mejores destinos de los que ellos habían sufrido. Creo que lo consiguieron y aquellas generaciones de jóvenes que siguieron el modelo de enseñanza que se conoció como Plan 1.952, tuvieron bastantes opciones de salir del mundo rural y encarar su futuro con nuevas oportunidades que unos aprovecharon y otros no. En fín, así es la vida.
      Muchas gracias por tu comentario Victor. Sea con ese propósito o no has conseguido que, al menos yo, haya recordado cosas que ocurrieron en …… la otra vida. Un abrazo.

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  5. Un top 10 por el artículo!!

    Al final con tanta reforma educativa, las nuevas generaciones sabrán idiomas sin saber escribir en su lengua materna… Una pena!!!

    Yo, latín si que estudié, pero griego no!!! Sólo, que con la mitología latina enlacé y me informé de la griega, que es aún más fantástica.
    Las lenguas clásicas quedarán como muertas ya de verdad..
    Homero se olvidará… Ulises no sabrán quién es… y Troya quedará como una ciudad q nunca existió…
    De Grecia sólo conocerán sus islas de fiesta; Mykonos, Santorini …

    pd: (A mi también me encantó Troya… sobretodo el personaje de Héctor (domador de caballos), de Ulises, aunque aparece poco en la historia de Troya, pero si mucho en las obras de Homero con sus viajes).

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      1. creo que somos más de los que creemos. Pero el problema va a ser el futuro : demasiados juegos electrónicos, mucha consola, mucha Nintendo… en fín , que sea lo que Dios quiera. Nosotros más allá de comentarlo y lamentarlo poco podemos hacer.
        Cristina, gracias por expresar tu opinión. Un beso.

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  6. No voy a hacer comentarios concretos pues yo hice bachillerato de ciencias…pese a ello, soy de los que estudié latín, como todo el mundo de mi época, en la parte primera (bachillerato elemental, creo se llamaba). Después, la continuación con el latín y la iniciación al griego se reservaba solo a bachiller de letras. Pero en preuniversitario, el curso previo a la entrada a la universidad, también se estudiaba historia de la filosofía, obligatoria para todo el mundo.
    Bien, voy al grano. Hablar de Homero, Sócrates, Cicerón, etc es, sencillamente, para los jóvenes y universitarios de hoy día (salvo para minorías) algo que ni les suena…Y mucho menos de Kant, Hegel, Engels, Marx…, incluso de la Revolución Francesa, un hito en el cambio político y social de Occidente.
    A título de ejemplo, conozco a dos chicas terminando la carrera -una ciencias ambientales, la otra economía-que hablando del latín un día…no sabían que era, les sonaba a algo de curas…igual que el imperio romano…
    Al final, les pregunté (separadamente) si sabían de donde procedía el español—y no supieron responder. Casi me atrevo a decir que pensaron que fue por generación espontánea…
    No es broma.

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    1. Tu experiencia con las dos chicas es más que preocupante porque pone de manifiesto el desinterés por la cultura clásica de las generaciones venideras que se suponen son el relevo social. No quiero ni pensar entonces que les va a ocurrir a mis nietos que están en Primaria, ¿ que les van a enseñar… consultar en la Red ?.
      Como siempre, José Manuel, gracias por tu comentario. Un abrazo.

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