LA CRIMINALIDAD OCULTA

oficina-denuncias-

Hablamos de aquellos actos delictivos que nunca llegan a la estadística criminal policial porque, por un motivo u otro, no se han denunciado, aunque también tengan un gran interés. Son las llamadas ‘cifras negras’ de la criminalidad en el lenguaje policial.

Siempre han existido delitos graves y menos graves (estos últimos son los que siempre se han llamado faltas y han desaparecido del vigente Código Penal) que no se denuncian. Son las sustracciones de carteras, hurtos en tiendas y grandes almacenes, robos de interior de coches, etc.

Se trata de infracciones contra la propiedad que podrían calificarse como menos graves. Igual sucedía -y sigue sucediendo, aunque en menor proporción- con ciertos delitos contra lo que siempre se ha llamado la honestidad y que ahora son contra la libertad sexual, si bien en este apartado, como es sabido, las razones son otras.

En la actualidad, son ya incluso algunos delitos graves los que no se ponen en conocimiento de la Policía. No me atrevo a dar cifras porque sería muy aventurado por mi parte, pero la estimación profesional es que es muy alto el número de delitos que se han dejado de denunciar. Algunos Policías -a título personal- afirman que puede llegar hasta el 20%.

No es infrecuente que, por las declaraciones de ciertos delincuentes juveniles, se llegue a la conclusión de que muchos de los robos con intimidación (sirlas, en el argot policial) que realizan a otros menores (teléfonos móviles, crucifijos de oro, dinero, etc.) y los ‘tirones» a gente mayor, no consten como denunciados. Igualmente, es considerable el número de atracos cometidos en establecimientos comerciales que no se denuncian. Hasta ha habido algún caso concreto de asalto a entidad bancaria que no ha sido puesto en conocimiento de la Policía. 

Resultado de imagen de tirones a mayores

Se deduce, por lo tanto, que la cifra de delitos violentos contra la propiedad, es acusadamente mayor que la reflejada por la estadística policial de cualquier año. Y cabe preguntarse: si hasta los mismos atracos no se denuncian, en ocasiones, ¿qué pensar de los delitos menos graves?

Opino que la criminalidad oculta es hoy día muy alta en nuestro país. Se estima que ha crecido, como mínimo, de forma paralela a la delincuencia contabilizada. ¿Cuáles pueden ser las razones que explican este fenómeno? Lo comentaremos en la segunda parte de este artículo.

Tras todo lo dicho (y a modo de conclusión), se puede afirmar que la cifra negra de la criminalidad es importante en determinados delitos, como los que afectan a la intimidad familiar, los que atentan contra el pudor, algunas estafas y los robos y hurtos leves.

Por otra parte, existen delitos en los que la cifra negra es despreciable. Son aquéllos que difícilmente pueden pasar inadvertidos: homicidios, atracos, robos de coches y, sobre todo, los que están cubiertos por algún seguro. Delitos estos en los que las cifras estadísticas son particularmente fiables.

15 comentarios sobre “LA CRIMINALIDAD OCULTA

  1. Y cuál es la causa principal de que no se denuncie?
    Por que, si te roban la cartera unos se animan a denunciar y otros No?, por no hablar de situaciones de mayor envergadura…
    Como ciudadana, considero que, llegado el momento de ser víctima de una situación así, es inconcebible no acudir a profesionales que pueden ayudarme.

    Le gusta a 1 persona

    1. Leyre, gracias por preguntar. Te has adelantado a la segunda parte de éste artículo, que está en fase de borrador y que no he querido incluir en la primera parte para no extenderme mucho. Nunca hay una sola razón para nada y menos para acudir a la Policía.En el caso de lo que hablamos, la gente no denuncia ser víctima de un delito por varias razones,de las que te adelantaré unas cuantas : desconfianza a la Policía; miedo a los autores; temor a los trámites, etc. En fín, Leyre, tranquilidad y confianza, que todo llegará.

      Me gusta

      1. Yo creo que las causas fundamentales de que no se denuncie son, por una parte, lo improbable que es que se detenga al ratero, y mucho menos, recuperar lo robado; y por otra parte la impunidad que supone que el delincuente esté en la calle de manera inmediata, aunque hayan sido detenidos mil veces por lo mismo

        Me gusta

      2. Aciertas de pleno en lo que dices. Las razones que apuntas se dan en la realidad y ya están recogidas -junto con otras- en el borrador de la segunda parte de La Criminalidad Oculta que estoy preparando y que ya anuncié en la primera parte. No quise entrar en las razones por las que no se denuncia para no ser muy extenso.
        Gracias por tu comentario.

        Me gusta

      3. En realidad, creo que el orden de los motivos es justo el contrario:
        1º temor a los trámites: Ir a declarar, después al Juzgado a ratificarse, después al juicio (si hay suerte y no se suspende), etc, etc.
        2º miedo a los autores, aunque creo que afortunadamente cada vez menos.
        3º desconfianza en la Policía. Aunque yo diría más bien en la Justicia. Cuando se dice que alguien ha sido detenido 40 veces, no reparamos en que han sido 40 veces las que la Policía ha hecho bien su trabajo. Pero luego están las leyes, que por cierto los jueces aplican, por lo que no siempre se les puede culpar por tener que ponerlos en libertad (ojo, digo que no siempre…)
        Por último, yo añadiría un punto fundamental, y es el de la colaboración ciudadana. Si a una víctima le cuesta denunciar, imaginemos lo que le ocurre a un testigo. Corren tiempos de nula solidaridad con nuestros vecinos.

        Me gusta

      4. Excelente diagnóstico. Los motivos que apuntan son ciertos, pasan en la realidad y junto con otros, ya están recogidos en el borrador de la segunda parte de La Criminalidad Oculta que estoy preparando.
        Gracias por tu comentario-.

        Me gusta

  2. Hay también una razón que yo añadiría, y que viene de hace daños, muchas décadas diría yo: La desconfianza del español medio hacia las autoridades, y hacia un sistema y modo de actuar, que ha sojuzgado bastante al ciudadano.

    Me gusta

  3. Copio a continuación un artículo mío (Facebook) de este mismo mes. Sobre la respuesta judicial a asesinatos concretos.

    «PP aparte (es cierto que son unos oportunistas indeseables, sobre todo cuando el baúl del pan está a tiro), las víctimas de estos delitos claman, y una parte de la sociedad también, porque la Justicia no funciona en este país. Por ejemplo, no se trata de mantener a una persona en la cárcel de por vida, sino que la pena impuesta sea EFECTIVA. ¿25 años de prisión?, pues 25 años de prisión, que ya está bien. Aunque cuesta creer que a un delincuente ocasional haya que reinsertarle, le reinsertaremos en ese periodo de tiempo. ¿Dos años por un robo con fuerza?, pues dos años, y ahí sí le reinsertaremos, para que, si vuelve a robar, no pase CUATRO años de prisión y tengamos que repetir curso. Pero algunos creemos que, SOBRE TODO, hay que reinsertar a las víctimas, en el sentido moral, económico y social».

    Adjunto otro comentario, de hace un mes, sobre esta problemática.

    «Una torpeza de la Constitución es esa: que sea prioritaria la reinserción, y no la ayuda a la víctima. La reinserción debe de ser VOLUNTARIA, a iniciativa del preso, y dentro del periodo en que cumpla la pena. Lo que se hace, de hecho, es recortar esa pena, ya de por sí mutilada en forma de permisos y de tercer grado. Además, el debate se centra en las condenas largas, y ESE NO ES EL PROBLEMA MAYOR. Una pena de 25 años es larga, aunque no nos lo parezca. El problema estriba en las penas por delitos «menores», que no lo son cuando se acumulan por docenas. ¿Alguien puede explicar que un «chorizo» detenido 30 veces pueda estar en la calle? Si se le condenara por la mitad de esas detenciones, no sería posible».

    Por último. Voy a comentar lo que le ocurrió a «un amigo» mío policía (un Inspector Jefe purgado), en la Comisaría de S., hace unos años, no muchos.
    Le llevan detenido al Culebra (nombre figurado) a las 10 de la mañana. Le vuelve a leer los derechos, lo «huella» y lo manda al calabozo. Inicia el atestado con la comparecencia de los policías que detuvieron al mamón, quiero decir al… eso. Pero mientras tanto, el Culebra pide el Corpus Christi, o Ave Corpus, o eso (para el caso es igual, porque ÉL SABE QUE PIDE «ESO»), y mi amigo llama urgentemente al Juzgado, no sea que al Culebra le suceda algo y a él lo fusilen junto al río al día siguiente. Bien. Le dan el desayuno al bisho y lo remiten a Su Señoría. Su Señoría lee lo actuado (la comparecencia de los polis, que detuvieron al hombrico in fraganti, robando en un bar -o el bar entero-), y deduce que lo apropiado es PONER EN LIBERTAD al presunto, que no es cuestión de mandarlo a Topas por nimiedad semejante a pesar de su dilatada vida profesional (la del chorizo, no la del juez).
    Son ya las doce de la mañana, y el purgado no ha logrado terminar el atestado, pues debía tomar, además de otras diligencias, declaración a la víctima (que esperaba pacientemente en la Sala de Espera). Pero, por fin, ve el final del atestado: empieza la llamada Diligencia de Terminación y Remisión, y un voluntario le escribe el sobre para meter todo… ¡Ah, no, espera…! ¿Quien llama a la puerta? Son los mismos policías que detuvieron al Culebra, que llevaron al Culebra y que… vuelven a traer al Culebra, porque lo han vuelto a detener por… sí, ya os podéis imaginar.

    Me gusta

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.